Carta de un teólogo evangelista a Milei: "Me preocupan las consecuencias morales de sus acciones y dichos"

  • Imagen

Carta de un teólogo evangelista a Milei: "Me preocupan las consecuencias morales de sus acciones y dichos"

29 Enero 2025

De mi consideración:

En sus distintas intervenciones públicas, pero especialmente en sus declaraciones, discursos y posteos de los últimos días, Ud. ha vertido expresiones agresivas, insultos y amenazas diversas sobre diferentes personas o grupos.

También suelen hacerlo algunos de sus ministros y ministras. Diversas personas y organismos (alguno de los cuales integro) ya han señalado las consecuencias jurídicas y políticas de sus palabras. Mi preocupación es por las condiciones morales y el efecto que tienen sobre nuestro pueblo.

Soy teólogo y me he desempeñado como pastor evangélico por más de 50 años, acompañando a nuestro pueblo en diversas circunstancias. Mi teología se afirma en el cuidado de la creación y la justicia, fraternidad y liberación humana. Solo que entiendo la libertad en términos muy distintos a los suyos. Yo sigo lo que señala el apóstol Pablo: “Somos libres, pero no usemos nuestra libertad para satisfacer ambiciones personales, sino para servirnos mutuamente en amor. Porque toda ley se completa en estas palabras: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. Pero si se muerden y devoran entre ustedes, tengan cuidado, terminarán destruyéndose unos a otros”.

A lo largo de estos años en mi tarea pastoral he acompañado y servido a los más pobres y necesitados, he compartido mucho tiempo escuchando sus dolores y penurias y procurando traer alivio y justicia. Me ha tocado recibir y albergar exilados, refugiados y migrantes. Durante los tiempos de la dictadura conformé algunos de los organismos de Derechos Humanos, siendo actualmente presidente honorario de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. He participado con los pueblos originarios en sus reclamos por su dignidad, su cultura y territorios ancestrales.

Sostengo la necesidad de una distribución más igualitaria de los bienes que Dios ha dispuesto para la vida de todos los seres humanos, la dignidad de todos y todas, independientemente de sus situaciones y opciones de vida. Por eso sostengo que es necesaria la justicia social, y que haya leyes que regulen la actividad económica y el uso de la propiedad. Defiendo la posibilidad del acceso a la salud y a la educación en todos sus niveles.

Por todo ello supongo que, dentro de la división maquiavélica que Ud. hace de nuestra humanidad, aunque nunca milité en ningún partido político marxista, caería dentro de la categoría ‘zurdo’. Pero no creo que por ello merezca ser agredido, insultado, amenazado, ni yo, ni quienes comparten conmigo estas opciones de vida, ni nuestras madres.

Aquí estoy. No necesita ir a buscarme a ningún lado. Y no estoy temblando, aunque muy dolido e indignado porque mi presidente constitucional nos agrede y amenaza con expresiones similares a las de los dictadores y genocidas.

Aquí estoy. Dispuesto a explicarle, como teólogo, sin agravios ni chicanas, porque sus actitudes y medidas no pueden reclamar ‘las fuerzas del cielo’, ya que se alejan y contradicen muchas de las enseñanzas de Moisés y los profetas de Israel, sobre todo del Evangelio de Jesucristo (aunque algunos autopercibidos ‘evangélicos’ ignoren sus propias doctrinas para conseguir migajas de poder).

Como dije, me preocupan las consecuencias morales de los dichos y actitudes suyas y de algunos de sus seguidores. Siembran odio, prejuicio, discriminación.

Siembran el peor de los males que puede afectar a un pueblo: la falta de empatía, la enemistad y el desamor, que finalmente terminan por destruir la justicia y la libertad.

Lo saludo respetuosamente