Después del atentado a Cristina: profundizar la movilización popular
El intento de asesinato de Cristina nos ha conmovido. Y, hasta cierto punto, desconcertado. No lo esperábamos. Hay que reconocerlo. Aunque a muchos de nosotros nos corrió un frío por la espalda cuando Cristina bajó a la improvisada tarima el sábado 27 de agosto y cerró con su discurso aquella jornada memorable. Fue el día de la derrota inapelable del intento de Larreta de cercar su domicilio: las vallas fueron derribadas por la militancia cristinista y la policía de la ciudad tuvo que retroceder. Un frío por la espalda porque Cristina fue un blanco fácil, pensábamos, de cualquier francotirador apostado en los edificios. Lejos estábamos de imaginar que, desde meses antes, un grupúsculo planificaba su asesinato. Lo que no te mata te fortalece, dice el refrán. Para que así sea es necesario comprender el cuadro de situación. Es lo único que nos va a ayudar a transformar esta aparente debilidad en fortaleza. Como siempre, se trata de comprender.
Se atribuye, en general, la acción delictiva a una consecuencia de los llamados discursos del odio, propalados hasta el hartazgo por la prensa canalla, que habrían influido y trastornado las débiles cabezas de elementos marginales y/o inestables, como pareció vislumbrarse inicialmente en la llamada “banda de los copitos”.
Este esquema de razonamiento, que es plausible, en parte, puede albergar el defecto de minusvalorar la posibilidad de que haya una actividad organizada y consciente por parte de aparatos de inteligencia, nacionales o extranjeros, orientados al crimen político.
El propio diario Clarín dio la pauta al relacionar “la bala que no salió, a la sentencia que sí va a salir”, como afirmó en un titular. El reconocimiento no pudo ser más explícito: se trata de evitar por todos los medios que Cristina encabece un movimiento de recuperación nacional en las próximas elecciones. Muerta o proscripta, podría haberse titulado la nota.
La feroz campaña de estigmatización contra Cristina, que ha superado todos los límites de la racionalidad, no disminuyó con el intento de asesinato, sino que se incrementó. Que Patricia Bullrich o Milei no hayan repudiado el crimen fallido no debería asombrar. Es un indicio claro que un sector de la oposición no descarta al crimen político como instrumento válido de sus objetivos.
Una historia funesta
Si analizamos nuestra propia historia argentina podemos reparar que siempre se caracterizó por la desmesura.
En ningún lado aviones militares de las propias fuerzas armadas nacionales bombardearon la casa de gobierno y la plaza central de su capital como en junio de 1955, matando a más de trescientos inocentes.
En ningún lado se pretendió erigir una “democracia” con la proscripción del principal y mayoritario movimiento político de masas. Y no fue un error momentáneo. Duró 18 años.
En ningún lado se desarrolló un plan sistemático de exterminio de la oposición política y sindical como bajo la dictadura cívico militar eclesiástica de Videla y compañía, incorporando la categoría de “desaparecido” al acervo mundial. Una verdadera creación nacional. Y fueron treinta mil.
Con estos antecedentes en nuestros lares ¿por qué el gorilismo reaccionario no iría a ensayar el crimen político? Máxime cuando se trata de una líder política excepcional como Cristina, que sigue concitando el apoyo y la devoción de enormes masas populares. Y por eso mismo, representa el punto de unión, de esperanza y de renovación de un Frente de Todos, con posibilidades ciertas de triunfar en las próximas elecciones.
Cristina, en su reunión con los religiosos del pueblo, aportó el recuerdo del intento de asesinato de Hipólito Yrigoyen en 1929. Como falló el asesinato, a los pocos meses, fue derrocado por el golpe militar de Uriburu: muerto o proscripto. Y como dijo Cristina, no existía todavía el peronismo. Toda nuestra dolorida historia nacional está ensangrentada por el crimen político, practicado por los sectores dominantes contra las fuerzas populares, comenzando por el asesinato de Dorrego.
Si el intento del 1 de setiembre nos sorprendió es porque pecamos de ingenuos. U olvidadizos.
La derecha internacional
Si se repasan los movimientos de “acción directa” del imperialismo en la última década, se concluye que su actividad no se limita a la acción política de propaganda mediática para influir en los resultados electorales, ni a las intervenciones militares directas y francas (Irak, Libia, ect). Los golpes gemelos en Ucrania (2014) y en Bolivia (2019) y, antes, las revoluciones “de colores” en los países árabes, ilustran sobre una acción directa criminal de los servicios de inteligencia, promoviendo golpes y asesinatos, cubiertos (o encubiertos) con acciones callejeras.
Si se recuerdan aquellas acciones se verá que, junto a la acción propagandística de los medios controlados, se desarrolla una agresiva acción directa callejera de grupos derechistas que acosan y atacan a las instituciones y sus representantes. En el golpe boliviano, la acción represiva golpista inicial fue protagonizada por grupos civiles armados y apañados, o protegidos, por la policía. En el golpe ucraniano los grupos neonazis cumplieron un rol decisivo, apoyados por los servicios de inteligencia de EE.UU., atacando a la policía gubernamental y apostando, entre otras acciones, francotiradores en la zona de los enfrentamientos.
Los grupúsculos nazis
En los meses previos al intento de asesinato de Cristina, pequeños grupúsculos fachos como “Revolución federal” y “Nación de despojados”, con el apoyo de la policía de la ciudad de Buenos Aires, realizaron acciones violentas contra funcionarios y dirigentes del Frente de Todos y contra el “Instituto Patria”. Sin olvidar el ataque a pedradas contra el despacho de la vicepresidenta en el Senado, cuya investigación, no casualmente, quedó en la nada.
Hay que recordar que la gran movida popular en defensa de Cristina, en su domicilio, comenzó con un intento de ataque de estos grupúsculos que fueron superados y desplazados por la movilización de la militancia, a pesar del apoyo que recibieron de la policía larretista. El escenario propicio para el intento de asesinato comenzó con una provocación a su domicilio protagonizada por estos grupúsculos. La inacción de los poderes del Estado nacional en defensa de la vicepresidenta fue reemplazada por la movilización de la militancia que derrotó todas la maniobras de la policía de Larreta. Como se evidenció en la emblemática eliminación de las vallas por parte de los manifestantes, cuando Larreta pretendió cercar a la vicepresidenta.
Con toda la explosiva conmoción que nos produjo a todos el intento de magnicidio, porque no lo esperábamos, se trata ahora de razonar y aceptar una conclusión evidente: la derecha extrema representada por Bullrich o Milei no descarta el crimen político. Por eso no quieren prescindir de los grupúsculos fachos que se postulan como ejecutores de los crímenes. Repudiar el atentado significaría para ellos romper con una mano de obra disponible a la que consideran útil.
Por eso no tiene sentido toda la insistencia de la prensa canalla sobre el carácter de “marginales” de los que ejecutaron el atentado. Siempre fue así. En todas las épocas, los ejecutores de magnicidios fueron elementos marginales: lúmpenes, resentidos o desequilibrados, fácilmente manipulables, por los organismos o aparatos de inteligencia, verdadera conducción en la sombra de sus acciones.
Más aún. Como lo enseña la historia, hoy tan olvidada, del nazismo alemán o del fascismo italiano, fueron elementos marginales lúmpenes (el lumpenproletariado, ya analizado por Marx en el siglo XIX) los militantes iniciales de estos movimientos derechistas que combinaron dos características fundamentales: la acción directa violenta fuera de la ley, y la connivencia de la policía que los amparaba. Esto es lo que venimos presenciando en los meses previos al intento de asesinato de Cristina.
"Larreta y el embajador yanki propician un acuerdo, que ellos creen del 70%, excluyendo al kirchnerismo que representa el grueso del peronismo y del Frente de Todos. Es una nueva versión de la antigua 'proscripción del peronismo'"
Recrear el acuerdo democrático de 1983
Cristina aludió al pacto social o acuerdo político tácito que sustentó el retorno a la democracia en 1983. Efectivamente el intento de magnicidio indica que está roto. Hay que precisar los mojones que pavimentaron el proceso de esta ruptura. Uno, pueden ser los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, encubiertos por Patricia Bullrich y su elenco, con operativos represivos al margen de la ley. Otro, el reinicio de la descarnada persecución política al peronismo, como lo atestiguan las detenciones de los compañeros De Vido y Boudou, entre otros, también al margen de la ley. (“doctrina Irurzun” mediante). Un tercero, el intento de encubrir el asesinato por “gatillo fácil” de las fuerzas represivas en el caso Chocobar, nuevamente al margen de la ley. En los tres ejemplos mencionados resaltamos “al margen de la ley”. Es decir que se fue abandonando el estado de derecho y se lo fue reemplazando por rasgos de un estado dictatorial.
Cuando las manifestaciones populares contra este curso represivo gritaban “Macri basura, vos sos la dictadura”, sabiondos politólogos “progres” nos corregían. Es un error confundir al macrismo con la dictadura, pontificaban. Pero la sabiduría popular una vez más fue más perspicaz. Era claro que el macrismo se constituyó con los resabios del elenco civil de la dictadura. El propio Macri, entre ellos. Y en gran medida, una parte del Poder Judicial. También era claro que la continuidad del neoliberalismo requería el ataque y el desmantelamiento de las conquistas sociales históricas del peronismo. Por algo el salario y las jubilaciones se vinieron abajo en esos cuatro años fatídicos.
Replantear el acuerdo político social que dé sustento a la democracia requiere del diálogo de todas las fuerzas políticas. Por eso apoyamos el llamado de Cristina a ese diálogo. Pero debemos señalar también que hay quienes no repudiaron el intento de asesinato. Que Larreta debe explicar el asedio y violencia de su “policía brava” contra legisladores y dirigentes del Frente de Todos, entre ellos, de Máximo Kirchner, agredido e insultado por jerarcas policiales de la ciudad e impedido de ir a visitar a su madre, vicepresidenta de la Nación.
Larreta y el embajador yanki propician un acuerdo, que ellos creen del 70%, excluyendo al kirchnerismo que representa el grueso del peronismo y del Frente de Todos. Es una nueva versión de la antigua “proscripción del peronismo”. Naturalmente, no puede haber diálogo ni acuerdo nacional con exclusiones. El llamado es a todos. El que quiera autoexcluirse se deschava solo. En el gallinero cambiemita hay sectores claramente antidemocráticos que alientan y promueven un curso represivo, y amparan el crimen político. Ya no es un golpe militar como antaño sino un golpe judicial, complementado por violencia fascista. Llegan hasta encubrir el intento de asesinato y promueven las provocaciones violentas de los grupúsculos neonazis. Hay que aislar a estos golpistas representados por Patricia Bullrich y Milei. Son el huevo de la serpiente.
Para que el amor venza al odio
Los intentos de persecución judicial a Cristina, y ahora el intento de asesinato, han desatado una enorme movilización popular, en gran parte espontánea, como hace mucho no se producía. El Frente de Todos se ha fortalecido. Ya nadie discute que Cristina es la conducción. La gente lo ha proclamado en las calles.
Nuestro movimiento acuñó una hermosa consigna: el amor vence al odio. Pero no podemos olvidar que en 1955 y en 1976 venció el odio. Como dijimos, toda nuestra historia está ensangrentada por los crímenes de la oligarquía contra el pueblo. Para que el amor venza al odio hay que aplastar a los asesinos y delincuentes, materiales e intelectuales. Con la movilización popular y todo el peso de la ley
El gobierno debe consolidar este avance de la movilización popular con una clara política social de recuperación salarial. Un aumento general de salarios por suma fija resulta imprescindible. La declinación del eje imperial anglo-yanki y el avance de un mundo multipolar ofrece enormes oportunidades para un relanzamiento del Frente de Todos. El ya resuelto ingreso de Argentina a los BRICS y el próximo triunfo de Lula en Brisil, favorecen la perspectiva de la preparación de un gran triunfo electoral del Frente de Todos el año que viene.
La derecha pretendió sacar a Cristina de la cancha y le salió mal. Ni muerta ni proscripta. La movilización popular la defiende
Una enorme convocatoria a un gran acto para el próximo 17 de octubre, donde hable Cristina, debe formar parte de la gran movilización popular en desarrollo. Se trata de defender la democracia y nuestro destino como Nación soberana. Para consolidar esta unión nacional hay que aislar y aplastar a los golpistas. Los últimos resabios de la dictadura deben ser barridos de las cloacas de los medios y del poder judicial.