El problema no son Larreta ni Clarín, sino quiénes los conducen, por Alejandro Crivisqui
Por Alejandro Crivisqui
Mientras veo con tristeza cómo colapsa el municipio más rico del país gobernado por Larreta (ex “mi amigo Horacio”), TN lo cubre con un documental sobre la muerte de Maradona tomando a sus televidentes de boludos, la “Justicia” interviene en cuestiones que son exclusivamente epidemiológicas, Patricia Bullrich insta a manifestarse frente a la casa del presidente en Olivos, a un periodista de Clarín se le “chipotea” la posibilidad de un “reseteo autoritario” o golpe para “encauzar” a la Argentina...
Nada de todo esto es casual, todo es coordinado, aunque muchos de los nuestros (peronistas), azonzados por la humareda del bombardeo mediático derechoso, sólo le apuntan al intendente desacatado. Creo que apuntan bajito porque no es Larreta, no es Cambiemos, no es TN-La Nación, ni la “Justicia” empiojada, ellos son solo los operadores tácticos de terreno, responden todos a quienes manejan el plan estratégico y geopolítico que viene pandemia de por medio (o durante la misma) a intentar recuperar el control del gobierno, de este apetecible bocado en uno de los lugares más ricos y estratégicos del planeta.
Sin embargo, este bocado rico está mal horneado, quemado en su zona central y crudo en sus extremos.
Argentina tiene todo lo que el mundo por venir postpandemia necesitará. Tenemos unas de las reservas de agua dulce más grande de la tierra, agua que ahora cotiza en Wall Street y pasa a ser una valiosa y escasa “mercancía”, tenemos parte de la única reserva mundial del combustible que necesita el planeta donde ya falta el petróleo (el litio), tenemos uno de los mares más ricos del globo sin explotar por nosotros, ya que ni barcos tenemos, solo lo hacen miles de gigantescos barcos piratas que son verdaderas industrias flotantes; tenemos el paso de Oriente a Occidente por el estrecho de Magallanes, cuando el Canal de Panamá quedo estrecho para las modernas embarcaciones comerciales que usan nuestro paso sin tributar en nuestro país, tenemos una rica y fértil extensión territorial que es más grande que toda Europa con una población del tamaño de un barrio chino; somos un país bicontinental con su centro en Ushuaia, no como nos “mienten” los orgullosos cordobeses diciéndonos que el centro del país está en su hermoso Dique San Roque.
Ahora si como periodistas o militantes políticos no conocemos nuestro país y su potencialidad, difícilmente podamos pedir al pueblo que lo sepa defender, ya que nadie defiende lo que no se conoce y sin soberanía no hay patria y sin Patria no hay nada. Por ello es imperioso emprender una batalla cultural y para ello hay que formar cuadros nacionales, para recuperar el territorio más soberano que tenemos: ¡la mente! Pero nuestra soberanía mental está siendo colonizada las 24 horas por los medios porteños con alcance de fuego contaminante nacional y para esto tambien propongo convertir a la TV Pública en un canal de noticias las 24 horas, pero con un formato tipo Telesur federal, para que los argentinos vivan donde vivan sepan que pasa de verdad en toda su extensión más allá de la bicisenda porteña, ya que estos medios hegemónicos como Clarín nos atacan federalmente y nosotros solo nos defendemos erróneamente en forma unitaria.
La Argentina central y la desigualdad social
Entender que el problema es estructural, que no es solo la Capital Federal (CABA) gobernado por un desacatado de derecha, sino que es el “horneado” del país el que produjo una Argentina central superpoblada, con una clase dirigente como Larreta, Schiaretti, Cornejo, que parecen europeos en el exilio, mirando y admirando más al exterior que al interior argentino. Este es un problema sistémico a resolver, porque genera la desigualdad más espantosa.
Le pido al lector que antes de juzgar sin conocer al interior profundo con anteojeras ideologicas, vea y analice cómo toda la infraestructura pública y privada se concentró históricamente en esa Argentina central: AMBA, Rosario, Córdoba, Mendoza; por eso, hacia allí migran nuestros desocupados jóvenes norteños, buscando “nuevos horizontes”, obligados al doloroso desarraigo. Y no es consecuencia, como algunos desconocedores de nuestra historia e intelectuales digitales creen, de gobiernos provinciales “feudales”, ignorando algo patológico que sufre la Argentina casi desde su fundación como es el unitarismo. ¿Qué fábricas e industrias se pueden instalar donde como en el norte argentino no hay gas natural, agua, energía, conectividad y a mil kilómetros del puerto? Y cuando uno entiende esta realidad es claro comprender que esta Argentina central solo responde a las necesidades geopolíticas imperiales y corporativas que construyeron a esta Argentina central donde se industrializa todo lo producido por ellos en el país, con la mano de obra de los migrantes internos de las regiones olvidadas por los gobernantes ocasionales. Esos intereses geopolíticos exportan sus productos por los puertos de Rosario o CABA, quienes utilizan nuestros Ríos Paraguay-Paraná, a los cuales lo quieren privados y en manos de los dueños y patrones de la Argentina central, con sus lujosas oficinas globales. Ellos son los que manejan el plan estratégico detrás de los Larreta – Bullrich - Macri, los Leuco - Lanata – Longobardi y esa “Justicia” servicial, que funcionan como sus punteros territoriales. ¡Hay que apuntar más arriba!
Entender que esto de desobedecer el DNU presidencial no es un “caprichito” de Larreta, como no lo fue la invasión de odio y promoción de contagios masivos por parte de los terroristas sanitarios encabezados por Patricia Bullrich al único territorio saludable que quedaba en Argentina: Formosa.
Nada es casual, nada es un capricho o una “irresponsabilidad política” de algunos dirigentes de la oposición; todo es parte del plan estratégico que debemos derrotar, pensando y organizándonos de la misma forma que nuestros enemigos, estratégica y geopolíticamente.
Por mucho menos, se han descuartizado estados y naciones en el mundo moderno, no dejemos que nos suceda: Argentina tiene un destino y no es en el que vivimos, podemos ser una nueva potencia emergente del sur, tenemos todo lo que el mundo necesita. Entonces: ¿es el mundo el que nos va a seguir poniendo las condiciones o somos nosotros los que debemos ponerlas y dar vuelta la tortilla?