En defensa de la cuota sindical
Por Nahuel Placanica
A pesar de las sucesivas desmentidas de funcionarios del gobierno nacional sobre eventuales cambios referidos al impuesto a las ganancias, el Ministro de Economía, Axel Kiciloff, anunció una reducción del tributo para los salarios menores a 25 mil pesos.
La presentación de la medida, que no representa una solución de fondo pero si un importante alivio para muchos dirigentes gremiales y sus bases de representación, se vio acompañada por un discurso anti-sindical que sólo contribuye a la estigmatización de las organizaciones gremiales, su militancia y cuadros dirigentes.
La relativización del reclamo de ganancias, ubicándolo como demanda específica de “la crema de la clase trabajadora”, no solo ha sido un latiguillo para ningunear un reclamo justo sino una forma de correr el eje de discusión sobre rentabilidades extraordinarias exentas de gravámenes similares.
La alocución del compañero Ministro de Economía retomó esta senda discursiva, agregándole una porción de relato anti-sindical latente en sendos cuadros de gestión y políticos que comparten el amplio espectro kirchnerista.
Sus declaraciones críticas sobre la cuota sindical golpean sobre unos de los puntales del movimiento sindical argentino: su autonomía financiera. Esta herramienta hace a la constitución de estructuras gremiales fuertes: en el marco de un modelo de relaciones laborales que favorece una positiva concentración de la representación, equilibra la correlación de fuerzas a favor de los trabajadores en la disputa capital – trabajo.
Esos recursos no hacen solo al sostenimiento de la estructura administrativa de los sindicatos. También, son destinados para múltiples prestaciones en materia de salud, esparcimiento, vivienda, formación sindical y profesional e incluso comunicación e investigación en experiencias más avanzadas.
Asimismo, los recursos administrados por las organizaciones resultan claves a la hora de sostener medidas de fuerza, fondos de huelga, garantizar presencia en acciones gremiales y costear los costos de acompañamiento logístico, económico y legal de los compañeros en conflicto, estén o no afiliados.
El exabrupto del compañero ministro no reparó en estas cuestiones y dejó un magro sabor sobre el anuncio de una medida positiva en el contexto actual. Estos “destratos” sólo tensan la relación con el campo sindical y nublan el panorama sobre quiénes son los verdaderos actores con quienes disputar, incluso a través del discurso, la distribución de la riqueza.
¿Cómo se recauda la cuota sindical?
En términos generales, podemos diferenciar dos formas de recaudación. Por un lado, los gremios recaudan por medio del convenio colectivo: el aporte solidario de todos los trabajadores del sector suele rondar el 1%.
La premisa que rige este mecanismo se basa en que todos los trabajadores se benefician de las conquistas del sindicato, por ejemplo, aumentos salariales.
Por otro lado, existen organizaciones sindicales que carecen de convenio colectivo o cuyo convenio no especifica el aporte solidario. En esos casos, se requiere la afiliación efectiva mediante la confección de los formularios correspondientes, donde la cuota en general ronda el 2%, salvo algunas excepciones.
La transferencia de la cuota sindical, es realizada por el empresario al sindicato mediante transacciones bancarias online o a través de la recaudación por boleta. Esta relación no está exenta de conflictos, dado que suele ocurrir que la patronal reniegue de cumplir con el pago. En esos casos, el sindicato cuenta con la potestad de recaudar la cuota en forma directa y reclamar la regularización de la situación.
Cuando los volúmenes de deuda acumulada son grandes, muchas organizaciones optan por acordar convenios de pago para normalizar la deuda. Este fenómeno suele darse en empresas PYME antes que en las grandes empresas.