"Han matado a nuestro padre, Gualberto Villarroel"
Por Guillermo Martín Caviasca*
Una multitud se aproxima a la Plaza Murillo donde se encuentra el palacio de gobierno boliviano. En el interior el presidente y algunos de sus colaboradores esperan decidido a morir en su lugar. La multitud forma parte de un “Frente democrático” que exige “libertades” contra el “dictador” que se quiere perpetuar en el poder. Es una multitud urbana, hay muchos estudiantes, comerciantes, empleados. El gobierno norteamericano los acicata impunemente. Las fuerzas militares abandonan al presidente, algunos de los mismos oficiales que decían ser leales a él se pasan del lado de los insurrectos. Horas después la muchedumbre entra al Palacio del Quemado, allí los espera el presidente, impasible como asumiendo un destino ya escrito. Es vejado, arrastrado por las calles y colgado junto con dos de sus más cercanos colaboradores en un farol de la Plaza. Sus cuerpos expuestos son testimonió de odios que expresan mas que un crimen. Muestra odios de una nación que no consigue constituirse como tal, en donde una parte no acepta al resto
No, no es un destino alternativo de Evo Morales que estamos ficcionando. Es el trágico fin del Coronel Gualberto Villarroel presidente de Bolivia entre 1943 y 1946. El coronel era el líder de la logia Razón de Patria, una organización militar nacionalista paralela al GOU de nuestro país. Esta logia profundamente antioligárquica y nacionalista era heredera del nacionalismo social militar surgido en la oficialidad del ejército boliviano luego de la derrota en la guerra del Chaco entre 1932 y 1935. Los oficiales nacionalistas consideraban culpables de la derrota a los intereses mineros asociados a la oligarquía terrateniente semifeudal que eran dueños incontestables del Estado (la Rosca) y a los petroleros de la Stándar Oil. Los coroneles David Toro y Germán Busch e iniciaron un proceso de reformas que fue rápidamente abortado y terminó con la dudosa muerte de Busch, un duro héroe de guerra.
La historia moderna boliviana comienza en este periodo cuando se dan los primeros pasos de lo que será después la Revolución Nacional de 1952. Con la guerra del Chaco el estado oligárquico entre en crisis y su resistencia a ser superado se manifiesta en sus violentas reacciones contra los militares nacionalistas, condenados por “tiranos”, “fascistas” etc. y asesinados.
Es este periodo surgen los partidos modernos (previos al segunda gran cambio de Bolivia bajo Evo Morales): el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), el Partido de Izquierda Revolucionaria (PIR), la Falange Socialista Boliviana, y el Partido Obrero Revolucionario (POR). También surgen los sindicatos mineros modernos (corazón de la clase obrera boliviana) y los sindicatos campesinos, ya bajo el gobierno de Villarroel.
Razón de Patria como grupo estrictamente militar, fue identificada rápidamente por la izquierda del PIR, el embajador norteamericano Braden (el mismo que quiso repetir su accionar en nuestro país) y las clases medias como grupo “fascista” (al igual que su hermano el GOU). Era “lógico” su posición neutralista, su poco interés en el resultado de la guerra mundial manifestado en la negativa a proveer a los aliados de estaño barato, su apoyo a la sindicalización y defensa del código de trabajo, su cercanía con el GOU y específicamente con Perón, etc. Así aparecía como proeje en ese momento histórico. Aunque lo mas claro es que en un país en el que los intereses ingleses y norteamericanos son abrumadores y la clase dirigente asta vinculado a ellos, cualquier disidencia no comunista fuera identificada como “nazi”. Aunque quizás lo único de Nazi que tuvieran fuera una xenofobia al revés, con el pensamiento que se les atribuye a RADEPA y el MNR “cuantos más europeos mueran mejor”.
Es de destacar que el gobierno de RADEPA y Villarroel no se entienden sin el MNR. En el se destacaron Víctor Paz Estensoro, Carlos Montenegro, Hernán Siles Suazo y Juan Lechin Oquendo (máximo líder sindical boliviano durante 50 años). El MNR Organización política de masas nacionalista radical y reformista, de clase media con mucha incidencia en el proletariado, específicamente el minero. Muy cercano al peronismo en la décadas del 50. También fueron acusados de Fascistas y pro eje. Es interesante tomar nota que meses antes de que Villarroel tomara el gobierno el mismo ejercito (bajo ordenes directas del presidente) había atacado a los obreros en huelga de la mina de estaño Catavi causando 20 muertos, con el objetivo de garantizar el funcionamiento de la mina porque no se debía afectar el esfuerzo de guerra aliado. Esta masacre acelero la decisión de RADEPA y el MNR de dar el golpe. También muestra la complejidad de las estructuras militares al analizar sus orientaciones que a pesar de las apariencias no suelen ser monolíticas.
Aquí vemos una diferencia fundaméntela entre el golpe de RADEPA, con el golpe de 1943 y el GOU. Tanto el GOU como el mismo Perón no encontraron un partido político que se colocara en paralelo o con el que pudieran acordar llevar adelante un programa de reformas. Perón creó su propio movimiento en base a los sindicatos y otros apoyos sociales y políticos pero esencialmente dispersos. Sin dudas en Perón está la influencia del proceso boliviano, de hecho los “gorilas” mas extremos suponían que Perón debía terminar como Villarroel y lo hacían explicito.
Villarroel como sus predecesores no tenía una ideología definida, más bien una serie de principio firmes, a diferencia del MNR que expresaba un programa más acabado de transformaciones económicas y políticas (del que luego en los 60 se distanciaría y mas tarde traicionaría).
Los militares de RADEPA apoyaban la sindicalización, bajo una parcial influencia del fascismo o del nacional sindicalismo falangista, pero con mucha mas libertad que sus homólogos italianos que se ve con claridad en los mineros donde el MNR y el POR dirigían elaborando propuestas muy radicalizadas. Apoyaban reformas progresivas frente a la explotación laboral y campesina de características semifeudales, e intentaba controlar los excedentes de la explotación minera y nacionalizar el petróleo. Entre otras cosas.
Ninguna de estas medidas iba al corazón de las preocupaciones de la clase media urbana boliviana que más bien aceptó la idea de que Villarroel era un dictador y en términos de consenso democrático se unió a los grupos conservadores y de izquierda urbana (PIR) para derribarlo y asesinarlo, con la connivencia de una parte de las FFAA. Y con una coordinación y presencia muy marcada de los EEUU bajo la tutela del democrático Braden. La oligarquía si veía afectados sus privilegios, por que perdía discrecionalidad en el manejo de la renta minera, en el manejo de los hombres y mujeres indígenas y sobre todo el Estado dejaba de ser de su propiedad y tendía a pasa a ser un aparato por el cual debía competir.
Villarroel tampoco era “blando”, aunque quizás carecía de una noción precisa del poder estructural de la clase dominante boliviana. De hecho cuando la conspiración para derribarlo comenzó, el grupo dirigente de RADEPA seleccionó una serie de connotados oligarcas de cada una de las provincias, y los condenó a muerte. Cada vez que uno era capturado y fusilado en el lugar, el gobierno anunciaba “XXX ha sido ejecutado por Razón de Patria”.
Villarroel cayó y su mito nació, instalándose junto con Busch y su heredero en los setenta, el general Juan José Torres (también asesinado, aunque en Buenos Aires). Se encuentran enterrados en un mausoleo al lado de Lechín Oquendo y otros líderes que el pueblo boliviano pobre recuerda como mitos.
La muerte de Villarroel fue solo el inicio de un proceso de cambio que no podía ser detenido. Las nuevas clases y organizaciones obreras, campesinas y populares se alzaron y tomaron el poder en la revolución de 1952 bajo el liderazgo del MNR con el aporte definitorio de las milicias mineras. Bush, Villarroel, Torres, son los antecedentes, y el proceso abierto por Evo Morales la continuación en estos últimos 13 años. El proceso de cambio que debería llevar al pueblo boliviano a ser una nación más justa, sin discriminación, y con independencia. La historia no pude se detenida, cuando estos sucede se abre un periodo de acumulación de fuerzas que de una u otra forma irrumpirá en el futuro.
Dicen los mineros, recientemente organizados bajo el liderazgo de Lechín y con fuerte implantación del POR, que cuando el asesinato de Villarroel comenzaban su movilización a La Paz. Era tarde, la inteligencia de la reacción oligárquica encubierta de democrático-antifascista había triunfado.
Cuenta una historia, quizás mítica, que el día del asesinato de Villarroel se reunía el congreso campesino propiciado por el gobierno. En él los representantes de las comunidades de todo el país. Allí debatirían la reciente abolición de las cargas semifeudales que aun pesaban sobre ellos y los pasos a seguir por sus nuevos sindicatos. Un líder campesino tomo la palabra y dijo “han matado a nuestro padre”. Luego con los suyos volvió hacia la hacienda donde Vivian. Allí estaba refugiado su dueño, un coronel de RADEPA que había traicionado a Villarroel. Los campesinos entraron y a palazos mataron al militar e incendiaron su gran vivienda. Bolivia seguiría en rebelión permanente.
*Historiador y militante.