Viñetas peronistas: la conducción en la sociedad del algoritmo

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    Axel y Cristina

Viñetas peronistas: la conducción en la sociedad del algoritmo

22 Agosto 2025

“En las profundidades del invierno aprendí que dentro de mí hay un verano invencible.” Albert Camus. La Peste

En estos días me hacía una pregunta en mi cuenta de X que no cosechó respuestas ni interacciones; “Los cambios profundos en los modelos de acumulación del capital ¿se llevan puesta la skin del esquema de representaciones que los hacen funcionar políticamente? Es para un amigo de la calle Matheu”.

Más allá de mi limitada capacidad para interactuar en la ex red del pajarito, la pregunta, como el dinosaurio del cuento brevísimo de Augusto Monterroso; siguió allí, en mi cabeza. Y lo hizo porque es una pregunta inquietante de cara a un presente donde una buena parte de la representación del movimiento nacional parece hacer política mirando más por el espejo retrovisor que por un parabrisas delantero abierto a las reconfiguraciones de un cambio de época.  

SER (PERONISTA) Y TIEMPO

Para ilustrar el punto medular de esta inquietud voy a tomar 4 momentos de la tensa relación protagónica del peronismo con su presente a lo largo del tiempo. 

En primer lugar, el peronismo fundacional que nace en medio del movimiento de placas tectónicas de la geopolítica y el agotamiento definitivo del modelo agro-exportador y su reemplazo por la sustitución de importaciones. Juan Domingo Perón tuvo la enorme capacidad de comprender el impacto de esas transformaciones para la sociedad argentina y ver un nuevo sujeto donde otros veían un paisaje. De ahí su trascendencia.

Luego, después de 18 años de resistencia, Perón vuelve a la Patria y al gobierno cuando el capital está entonando un réquiem para el mundo productivo de postguerra y ajustando cuentas con el movimiento obrero a raíz de las posibilidades abiertas que le brindaba la entronización de la renta financiera en el corazón de la dinámica económica global. Los altísimos niveles de acumulación política que permitieron la vuelta del general, paradójicamente, impidieron calibrar hasta donde iba a impactar el reflujo que traería el nuevo modelo de acumulación. 

La muerte de Perón es mimética con la de un tiempo histórico que dejó al justicialismo huérfano y con heridas tan profundas que no pudo representar el momento democrático que se abriría luego del horror de una dictadura que lo había tenido de blanco prioritario.

Ya con el triunfo del neoliberalismo, el menemismo significó la adaptación pasiva a ese nuevo mundo de la globalización unipolar en nombre del realismo periférico. Menem, un pionero en el tipo de pensamiento que hoy es regla en una buena parte de la dirigencia política (aún en el movimiento nacional) y que dice: “no te podés pelear con el más fuerte”, llevó esa consigna hasta la sumisión más vergonzante. Relaciones carnales fue la descripción gráfica para una política opuesta por el vértice a los principios fundantes del justicialismo. El menemismo dejó huellas profundas que aún hoy no han sido superadas.

En cuarto lugar y luego de que el neoliberalismo llevara al país al borde de la disolución nacional, el peronismo con Eduardo Duhalde a la cabeza de la transición, y luego a partir del 2003 con Néstor Kirchner y luego con Cristina Fernández, fue parte de las experiencias latinoamericanas que se propusieron ganar márgenes de autonomía buscando reparar el daño de casi 30 años de neoliberalismo. 

Esa Década Ganada tuvo como desafío restañar las consecuencias que la violencia dictatorial, el desencanto democrático del alfonsinismo y la exclusión liberal causaron en varias generaciones del tejido social argentino. A pesar de sus trascendentes logros, tuvo que dejar el gobierno en 2015, pues a partir de la profunda crisis global del 2008 y la desaparición física de Néstor Kirchner no pudo encontrar la síntesis entre seguir garantizando derechos, hacer crecer la economía para producir riqueza social y ampliar el mercado de trabajo, forjar una comunidad organizada y mantener las variables macroeconómicas estables y ordenadas. 

LA CONDUCCIÓN: MAPAS PARA UN MUNDO QUE SE MUEVE

Como podemos ver en el ejemplo de estos 4 momentos, aun en el vergonzoso período menemista, una precondición para que el peronismo pueda jugar un rol relevante en un momento histórico determinado es que su conducción pueda interpretar la realidad presente y ofrecer una orientación estratégica que sirva de marco y guía para la acción. No por nada el general Perón supo decir que la única política que existe, es la política internacional. Creemos que esa cartografía necesaria no está presente en la actualidad. 

Luego de la pandemia, no fue difícil percibir que estábamos en el inicio de un nuevo período histórico. Algunos empiezan a teorizarlo, como modelo de acumulación, bajo el nombre de tecno-feudalismo por la conjunción de la digitalización de las relaciones sociales, el fin de la globalización, la emergencia de una “continentalización” con China y el bloque asiático como potencia dominante en la producción y el comercio internacional junto al debilitamiento de los EE.UU. como gendarme mundial. Un mundo fragmentado, multipolar y en estado de ebullición. 

El peronismo conducido por Cristina Fernández se hizo del gobierno en 2019 y fracasó a la hora de señalar un rumbo para salir de la crisis y recuperar un sendero de recuperación y bienestar. Entonces, como no pudo ser parte de la solución se convirtió, a los ojos de una buena parte de la sociedad, en parte del problema. Ese es el contexto del surgimiento de Javier Milei; el de una profunda crisis de representación que arrastra al kirchnerismo y al macrismo, pero que a su vez tiene a la democracia argentina con la capacidad de integrar al outsider dentro del sistema. 

20 AÑOS ¿NO ES NADA?

Hoy poco más del 30% de la población es menor de 25 años. Hablamos de ciudadanos que nacían a la vida con la crisis del 2001 y desde los 15 años en adelante la única experiencia del peronismo gobernando que vivieron fue el experimento fallido del 2019. Lo cual es mucho decir. 

Recientemente se publicó un estudio que grafica la situación de esos jóvenes; 4 de cada 10 de entre 25 y 35 años no pueden acceder a una vivienda y viven con sus padres o abuelos. Son dos millones trescientos mil. Su relación con el mundo del trabajo es muy distinta a la del trabajador peronista clásico. Y sus expectativas, moldeadas por el poder apabullante del algoritmo, están marcadas por un abanico inimaginable de posibilidades virtuales y una realidad que contrasta por sus carencias. La conducción del Partido Justicialista en modo Alfredo Lepera modula para esos jóvenes un mensaje inaudible: volver a los años gloriosos de 2003/2015. 20 años no es nada. 

¿Qué diferencia hay entre aquellos 18 años que mediaron desde el golpe de 1955 al regreso de Perón en 1974 con estos 20 años en los que el kirchnerismo condujo al peronismo?: Las transformaciones ocurridas entre mediados de los 50´y los 60/70´ se caracterizaron por una radicalización de los discursos y las prácticas en una etapa que combinaba procesos de liberación nacional, revoluciones y donde el mismo capitalismo en su versión keynesiana procura márgenes de inclusión y derechos antes desconocidos, sobre la base de la continuidad de un modelo de acumulación basado en la producción y el trabajo. Recién en la crisis del petróleo y el auge de los autoritarismos y la renta financiera se marca el fin de esa etapa.

Por el contrario, desde el 2001 a hoy se ha profundizado ese modelo de acumulación neoliberal financiero y su gramática de egoísmo y aislamiento individualista. Los procesos transformadores en América Latina que lo cuestionaron han perdido potencia o sucumbieron electoralmente mientras que en Asia pacífico se ha logrado establecer una inédita mezcla de mercado, centralismo político, comunitarismo y consumo que desafía, con éxito, la preeminencia productiva occidental llevando al quiebre de la globalización neoliberal y poniendo a la defensiva al hegemón norteamericano. 

EL TRASVASAMIENTO VENCE AL TIEMPO

En este mundo en disputa y en transformación que ha digitalizado la existencia y extendido el reemplazo del ciudadano por el consumidor y la comunidad por el individuo conectado a la web, el peronismo tiene que ofrecer una alternativa luego de haber fracasado en 2019 y haber tenido resultados electorales negativos en las elecciones de 2013, 2015, 2017, 2021 y 2023.

Quien esto escribe tiene el convencimiento de que el peronismo está en una crisis de conducción, que implica un momento traumático (que podemos ilustrar con la imagen de la existencia de dirigentes e instituciones del SXX y un sujeto del SXXI) que se resolverá con el trasvasamiento no sólo generacional sino también programático, discursivo y organizacional. Quiero apoyar esta idea con un hermoso y profundo párrafo de ese gran pensador nacional que fue Arturo Jauretche;

“En un libro, creo qué; en Los profetas del odio, he dicho que no hay frase más errada que aquella acuñada por Mirabeau: ‘La revolución es como Saturno, que devoraba a sus hijos’. No es cierto. La revolución no devora a sus hijos: devora a sus padres. Porque los padres, por revolucionarios que sean, están conformados por un mundo de hábitos, gustos, ideas, de todo lo cual no es posible desprenderse como de un traje. Esas cosas están consustanciadas con nosotros y la presencia de generaciones que no han tenido nuestra formación hace que la revolución exceda los límites previstos por los hombres del ayer y tome características que debemos considerar baratas cuando no ocurre lo que ocurrió en la Revolución Francesa, que llegó a poner en la guillotina a los ‘hombres del ayer’ de la misma revolución.”

Se ha dicho muchas veces; el peronismo como movimiento policlasista solo puede convertir su deseable diversidad en potencia, cuando ese haz de fuerzas heterogéneas pasa por el prisma de la conducción. Hoy es evidente que la potencia del peronismo está dispersa y a la defensiva. Cuando no hay conducción o cuando la conducción no acierta, cada cual se repliega y prioriza defender su interés particular. 
Pero la experiencia demuestra que un proyecto nacional no es igual a la suma aritmética de la defensa de intereses particulares. Esa demasía que lo convierte en “otra cosa” es la conducción. Por eso es determinante. Y la conducción no se hereda ni se autoproclama; es el pueblo, la comunidad organizada y las organizaciones libres del pueblo los que la eligen.

La defensa de los intereses particulares existe siempre. Es inherente a la naturaleza humana. El peronismo no tiene ninguna objeción al respecto, salvo que atente contra los intereses superiores de la Patria, la comunidad y el movimiento. Muchos dirigentes tendrían que preguntarse sí buscar mantener la preeminencia electoral, ejecutiva y simbólica luego de 10 años de derrotas electorales, un mal gobierno y la pérdida de interlocución con una buena parte de la sociedad no es motivo para despertar algunos interrogantes al respecto. La otra cosa que la experiencia y la historia enseñan es que, salvo excepciones, ningún grupo dirigente abandona su posición sin resistirse. Y eso da una perspectiva de lo que tenemos por delante.

DESDE LA CONVENIENCIA A LA TRASCENDENCIA. DE LA RESISTENCIA A LA ALTERNATIVA

Ni apresurados ni retardatarios supo decir Juan Perón. Pero si decididas y decididos a dar los debates y las disputas que haya que dar donde haya que darlos. Tiene que entenderse que lo que viene no es una danza mezquina por nombres propios sino asumir el compromiso de aportar a la solución de un problema que arrastra al movimiento a la impotencia política y a la incapacidad de representar y señalar un rumbo. Estamos en una disyuntiva histórica con resonancias a 1988 o 2005. Cabe aquí refrescar aquella sentencia lanzada por Dardo Cabo; los leales pueden disentir, los obsecuentes siempre traicionan.

En las próximas elecciones de setiembre tenemos la oportunidad de marcar un hito en este camino. Como señalamos en una nota anterior; es importante reafirmar que lo que está en juego nunca fue (y todos los que juegan lo saben); un legislador más o un legislador menos. Estamos discutiendo otra cosa. Mayor. Determinante.

Aportar a la forja de una conducción, un programa y un sentido de trascendencia con firmeza y sin estridencias es una patriada que opera en el rumbo de empujar al gigante invertebrado que es el peronismo hacia la marea de la historia futura. Por el contrario; todo lo que afiance el estado de estolidez en el que nos encontramos, no importa se si lleva adelante con discursos inflamados o acusaciones maximalistas, retrasa la posibilidad del peronismo de reencontrarse con su ADN de mayoría popular transformadora. 

El desafío está lanzado. Y en este agosto sanmartiniano podemos decirnos con el general; “¡Ánimo, que para los hombres (y mujeres) de coraje se han hecho las empresas!".