La foto de Olivos de Javier Milei
Durante las últimas semanas hay una idea que recorre los medios de comunicación y las redes sociales de nuestro país: cayó la imagen positiva de Javier Milei. Se reconozca o no, sin importar a qué altura se ponga el punto de partida, sus números de aprobación —y los de su gestión— son generalizadamente más bajos que en diciembre. ¿Hay un quiebre en la relación del primer mandatario con la sociedad? ¿Y con sus adherentes? ¿Qué lo generó?
No es el final de ninguna luna de miel, que podría decirse que cada vez duran menos, ya que Milei siempre tuvo una alta imagen negativa y su legitimidad de origen parte de otros preceptos. Uno de ellos es la situación económica, por la que se responsabiliza, en distintos grados, a las dos gestiones previas. El otro, su narrativa contra los privilegios de la política. En esos aspectos están las causas de la citada caída y de las primeras grietas de su relato oficial.
La semana pasada las encuestadoras Trespuntozero, de Shila Vilker, y Alaska, de Juan Courel, compartieron los primeros resultados de un relevamiento conjunto que cerró el 18 de septiembre. El dato más relevante que arroja, como se mencionó, es que por primera vez desde que gobierna Milei su imagen negativa es más alta que la positiva en términos de evaluación de la gestión nacional. “Fin de la inercia más larga de la que tenga memoria”, comentó Courel en Twitter.
La noche del martes 17 el presidente convocó a un asado en la Quinta de Olivos a los diputados que respaldaron su veto a la modificación de la movilidad jubilatoria —que hubiera aumentado mínimamente los haberes—. El gobierno negoció con legisladores de la Unión Cívica Radical (UCR), creadores e impulsores del proyecto, y de varias provincias agrupados en el bloque Innovación Federal para sostener su defensa a rajatabla del déficit cero. En simultáneo, jubilados organizados y autoconvocados protestaron en el lugar.
Si bien no hubo asistencia perfecta, una gran parte asistió, incluso con sus propias ensaladas para acompañar. Las invitaciones estuvieron a cargo de Karina Milei, secretaria General de la Presidencia, quien además se encargó de controlar que cada diputado abone su plato. La foto —portada de esta nota—, en un contexto donde baja el consumo de carne, es un golpe al corazón de la narrativa “anticasta” de La Libertad Avanza. Para colmo, mucho más es defenderla e inmolarse por la misma, como le tocó al vocero Manuel Adorni.
De esa manera, a medida que Milei, y el gobierno en general, profundicen su cintura política para mantenerse a flote y para conseguir sus objetivos —cuestión que al principio también se dudaba si iba a ser capaz de implementar— la contracara lo coloca dentro de aquellos privilegiados que llevan negociaciones impuras mientras cobran sus sueldos pagados por los contribuyentes. Garantizar gobernabilidad a costa de derrotas simbólicas.
Por otro lado, en términos de materialidad, el gobierno tampoco consigue dejar de restar. El ajuste y la motosierra se hacen sentir en una recesión que, con seguridad, todavía no se sabe si ha encontrado piso. La tolerancia social, al menos hasta el momento, parece sostenerse, dado que el correlato de protestas y manifestaciones está muy lejos de los niveles alcanzados en otros momentos. Acaso también eso, todavía, le represente alguna cuota de validación a Patricia Bullrich, en particular, y a La Libertad Avanza en general.
En ese camino, dicha tolerancia no se respalda o asienta en los recursos destinados a los sectores más vulnerables, como algunas veces se señala y tal como apunta el economista Federico Pastrana. El ajuste fiscal tiene uno de sus ejes en la caída de las prestaciones sociales y, en ese gasto, las jubilaciones son más de la mitad. Por ello, si bien duplicaron la Asignación Universal por Hijo (AUH), la misma es una parte minoritaria del total, lo que se traduce en que el resto de los programas sociales y asignaciones familiares hayan perdido poder adquisitivo. En otras palabras, la elección es ajustar a los y las jubiladas.
Otra de las cuestiones que señala el estudio de opinión pública mencionado es que la preocupación por la inflación volvió a subir por primera vez en meses. ¿Una lectura posible? La disminución de dicho indicador de precios, que además parece haber encontrado un piso alto en cuatro puntos mensuales, ya no es la cuota diferencial de un gobierno que continúa decidido a seguir tensando la cuerda. Al veto a la movilidad jubilatoria se le suma el anunciado para la financiación de la educación universitaria, es decir, dos elementos referenciados, si se quiere, con los sectores medios.
A este contexto se le agrega la presentación del presupuesto del año que viene, que busca validar las decisiones político-económicas de la gestión y para el cual deberá volver a negociar con diputados y senadores, más o menos amigables, de la oposición. La cadena nacional, que no comentó elementos concretos del mismo y que, una vez más, se defendió a muerte su supuesto nivel de rating, demuestran que para una parte de la sociedad, que está claro incluye al menos a algunos de sus votantes, Javier Milei ya no es disruptivo ni interesante. De igual forma, el primer mandatario sigue expandiendo su comunicación de campaña y su relato refundacional, tanto fuera como dentro del país.
Sin ánimos de trazar paralelos con el gobierno anterior, la foto del asado en la Quinta de Olivos puede representar un punto, sino un quiebre, determinante del experimento de la Escuela Austríaca que emprendió La Libertad Avanza. Conformado por ex figuras o integrantes de todo el arco político, y sostenido a base de negociaciones con la señalada “casta”, la primera crisis en términos de imagen mileista evidencia, además, la inexistencia de una alternativa como proyecto político. Mientras el gobierno rompe a voluntad lazos sociales y horizontes de posibilidad, otros deben ocuparse de restituirlos y crear nuevos.