La geopolítica de la deuda con el FMI
Por Diego Gutiérrez
¿Por qué se dice que ir a tribunales internacionales para frenar la deuda contraída por el gobierno macrista es una buena tactica? Sinceramente no sé si son ingenuos o realmente muy optimistas. La Corte Internacional de Justicia es una institución que pertenece al mismo entramado de poder que el FMI, la ONU.
La ONU es la institución multilateral nacida al calor del fin de la Segunda Guerra Mundial, una organización multilateral si, pero que en lo fundamental no ha servido para que el mundo sea más justo. En las decisiones que atañen a limitar el poder de alguna superpotencia no ha servido jamás, y el motivo es que su estructura está pensada justamente para eso.
Las decisiones de la Asamblea General no son vinculantes, a pesar de que cada voto vale lo mismo, o en realidad por eso. Ninguna potencia iba a avalar que el voto de, digamos, un país africano o latinoamericano valga lo mismo que el de EEUU. El organismo que realmente toma decisiones vinculantes es el Consejo de Seguridad (China, EEUU, Rusia, Gran Bretaña y Francia), en dónde las potencias victoriosas de la guerra son las únicas con poder de decisión y de veto.
Como todo organismo político, está sujeto a una estructura de poder, y en este caso de poder mundial, quien domina el orden mundial, domina al organismo. Si bien el dominio de EEUU sobre el organismo no es total ni lineal, la estructura está organizada para que jamás sus decisiones obstaculicen los intereses de los EEUU ni condicionen sus acciones, sean económicas o militares.
Un ejemplo de esto, sobre el cual retomaremos más adelante, es la ocasión en la cual, justamente la CIJ, condenó a EEUU a reparar los daños que le causó a Nicaragua financiando a los Contras para oponerse al gobierno de Daniel Ortega en los años 80’s. La Corte condenó a EEUU a pagar 15 mil millones de dólares, jamás cumplió la sentencia.
La ONU tiene un sistema en el cual lo único obligatorio es el cumplimiento de los pactos o tratados internacionales celebrados por sus países miembros. Pero para que esto suceda los países que son parte del organismo deben suscribir estos acuerdos en el ámbito nacional, sin esto, los acuerdos no tienen ni validez ni vigencia. Y hay más, los Estados parte deben reconocer la competencia de la CIJ en los casos que sean demandados, sino, tampoco están sujetos a su jurisdicción. EEUU no hace lo uno ni lo otro, no ratifica estos acuerdos ni reconoce la competencia de la corte.
Pero vamos con algunos detalles más. La CIJ, solo acepta demandas de Estados contra otros Estados, el FMI no es un Estado, eso es claro, aunque está compuesto por Estados, y en caso de hacer alguna demanda, ¿a cual de estos deberíamos demandar? Claramente es algo impracticable. Lo que se puede hacer, y es algo de lo que se sugiere en el texto de quienes apoyan la iniciativa de recurrir a este organismo, es pedir una opinión consultiva. Está opinión solo puede ser demandada por la Asamblea General o por el Consejo de Seguridad. Es obvio, que por el segundo la propuesta sería vetada rápidamente por EEUU, aunque lo más probable es que si fuese aprobada por la Asamblea. En este caso la CIJ podría dar una opinión o podría desligarse del asunto, y si la diera y fuera favorable a la postura argentina, la misma no es vinculante, no obliga a la parte demandada a cumplir nada. Para agregar un detalle más, no existe una institución, como la policía, que obligue a cumplir fallos en el orden internacional, y como vimos, EEUU jamás cumplió con la sentencia que lo conminó a indemnizar a Nicaragua con 15 mil millones de dólares, ellos son la policía.
Cuando decimos que el FMI es parte del entramado de poder mundial es porque forma parte de la ONU, es lo que se llama una organización especializada del organismo. Si bien está formada por una gran cantidad de países, no todos tienen el mismo poder de decisión, el que se ve reflejado en la cuota parte que les corresponde dependiendo de los aportes financieros que hagan. Y aquí hay algo clave, las decisiones deben estar aprobadas con mayorías especiales, que depende el tema deben ser aprobadas con el 70% o el 85% de los votos afirmativos, y los EEUU tienen el 16,74% de las acciones del organismo. El gendarme del norte se convierte así en el árbitro de todas las decisiones, el FMI, más que una organización multilateral de crédito, es una oficina de la Secretaria del Tesoro (Ministerio de Economía) estadounidense. Con este poder, este organismo es más un instrumento geopolítico de las necesidades norteamericanas que una organización al servicio de los problemas económicos de los países más necesitados.
Volviendo al caso de Nicaragua vs EEUU en la década del 80, para ser precisos la demanda se interpuso en el año 1984, los EEUU reconocían la competencia de la Corte, pero luego del fallo en contra tres años más tarde, retiró ese reconocimiento y desconoció el caso por completo. Para los casos de desconocimiento hay una alternativa: el art. 94 de la carta de la ONU en su segundo párrafo permite recurrir al Consejo de Seguridad para obligar al Estado incumplidor a que acate la resolución. Lamentablemente en este caso el incumplidor es parte del Consejo, y vetaría cualquier intento de que se allane al fallo.
Veamos otro ejemplo. En el caso de los fondos buitres que en el final del mandato de Cristina Kirchner lograron una resolución favorable en un tribunal de circuito de Nueva York, Argentina interpuso una demanda contra el gobierno de los EEUU ante la CIJ. La demanda sostenía que el juez de la causa, Thomas Griesa, "cometió violaciones de la soberanía, de la inmunidad y otras relacionadas como el resultado de decisiones judiciales adoptadas por tribunales de Estados Unidos" al prohibir que el gobierno argentino pudiera realizar los pagos de su deuda soberana a los acreedores que habían entrado en los canjes del 2005 y 2010. ¿Qué decidió la Corte? Que no iba a aceptar el caso a menos que los EEUU aceptarán la jurisdicción del organismo. Cómo era de esperarse, el gobierno estadounidense desestimó de plano la demanda argentina, la cual hasta el día de hoy duerme en un cajón de la Corte de La Haya.
Teniendo en cuenta estos antecedentes, ¿vale la pena ir a dar una pelea que de antemano está perdida? ¿Hay acaso alguna épica en una derrota anticipada? ¿Ganar tiempo quizás? ¿Pero tiempo para que? Ganar tiempo no es una solución sino se generan alternativas viables de resolución del conflicto. Un conflicto absolutamente desigual y de características geopolíticas más que de política interna, en dónde nuestro país está, quizás, con una debilidad económica y política como nunca antes en su historia.
Aun así, el gobierno de Alberto Fernández logro un acuerdo en dónde el FMI deja de lado sus ya consabidas recetas de “ajustes estructurales” por primera vez en la historia y logra patear para adelante vencimientos y achicar los pagos anuales, los cuales se realizarían entre el 2027 y el 2034. ¿Es esto suficiente? Claramente que no, este acuerdo implica un gran esfuerzo de crecimiento de la economía argentina en un contexto global de una gran incertidumbre, pero el default, o mejor dicho la mora, casi con seguridad traería problemas mucho mayores de salida de más capitales, devaluación e inflación. El panorama es dificultoso, y requiere de un proyecto sólido de crecimiento, pero también de conocimiento del problema y de unidad de concepción y acción de la fuerza gobernante, el cual por ahora, no posee.