Lula: el último líder regional
Por Santiago Gómez
Desde Curitiba
Cuando Lula llegó al gobierno siguió una tradición suya y del Partido dos Trabalhadores: relacionarse con las fuerzas políticas de argentina que luchaban contra el neoliberalismo. Circuló en los últimos días una foto de él con Ubaldini, de cuando aún la CGT no se había dividido. Es conocida la histórica relación de Lula con la CTA, así como la anécdota de que en un vuelo a Calafate después que Kirchner asumió, le pidió a De Gennaro que lo apoye. ¿Quién sabe dónde anda De Gennaro? Estuvo en Porto Alegre el día anterior a la condena de Lula. Sacaba fotos; como tantísimos que estábamos ahí, se mostraba conmovido ante el carisma del dirigente brasilero.
Junto con Kirchner firmaron el Consenso de Buenos Aires, contrariando el de Washington. No el de Brasilia, no el de San Pablo, tampoco el de Río, el de Buenos Aires. Siendo la mayor potencia de la región a Lula no lo caracterizó la prepotencia de la fuerza sino la generosidad de la persuasión. Los gobiernos de Brasil y Argentina decían al mundo que la base del crecimiento económico es la valorización del esfuerzo de los trabajadores. Cuanto más ganan más compran, más venden los comercios, las industrias aumentan su producción, probando que lo que hace crecer la economía es la demanda promovida por el Estado mediante la transferencias de recursos del sector público a los sectores populares.
Brasil anunció que cancelaba la deuda con el FMI, al otro día lo hizo Argentina y al siguiente Néstor Kirchner estaba en Brasilia dando discurso en el Congreso. La alianza Brasil-Argentina es fundamental para la región. La consolidación de vínculos y articulaciones entre las fuerzas políticas que tiene proyectos desarrollistas para sus economías.
Junto con Chávez y el apoyo incondicional de Fidel, el Mercosur le dijo no al ALCA en el 2005 en Mar del Plata. Mientras el empresariado en ese histórico acto sólo ve un bando de comunistas peléandose con los Estados Unidos, se pierde de analizar, por el miedo y el odio que le tiene a los pobres, la protección del Estado al mercado interno frente a la voracidad de las empresas transnacionales, que se comen almacenes, marroquinerías, fábricas de galletitas, como caramelos. Y no hay diferencia entre productos chinos o estadounidenses, si el Estado libera la importación pocos empresarios conseguirán resistir en pie, la mayoría volcará su capital al sector financiero fortaleciendo lo que lo destruye.
Murió Fidel, también el primer Secretario de UNASUR y Chávez. El único líder regional que nos queda es Lula. Evo, Correa, Cristina y Maduro son líderes en sus países, encantan a la militancia, pero el líder brasilero ultrapasa ese sector. La repercusión de su detención en Argentina, en Uruguay, en el mundo lo prueban. Después de escribir esas últimas palabras se acercó a la carpa para periodistas una mujer con una bandera de Noruega. Entré tarde a la conversación con una colega brasilera, ante quien lamentó sus errores en portugués, porque lleva treinta años viviendo allá. Me pidió que cuente que en Europa siguen la detención y apoyan al ex Presidente. “Sacame una foto con la bandera, pero que no salga mi cara porque tengo miedo”, solicitó.
Lula es quien llegó al continente africano a ofrecer apoyo para el desarrollo de varios países, algunos que también fueron colonias portuguesas. Creó en el nordesete una universidad ligada directamente a África, además de que miles de africanos y africanas tuvieron la posibilidad de hacer una carrera universitaria en todos los rincones de Brasil, una maestría o un doctorado, en todas las disciplinas. Lula contó en una entrevista que Brasil llegó a África sin la violencia de los colonialistas, como los franceses o los estadounidense, ni la voracidad de los chinos. “Nosotros venimos a colaborar con la experiencia que tenemos, de haber sacado cuarenta millones de personas de la pobreza”, explicó. Si el textual me falla es culpa de mi memoria.
El Programa Bolsa Familia puso en la agenda europea el debate por el ingreso universal. UNESCO, la OMS, la OPS, en todos sus informes de los últimos quince años muestran las mejorías sociales que produce la intervención del Estado para regular el mercado y equilibrar la balanza entre quienes venden y compran fuerza de trabajo. Infelizmente, la federación de industrias más importante de Brasil fue la sede principal de las manifestaciones por la destitución de Dilma Rousseff. La burguesía nacional brasilera no es más que un mito, así como en Brasil repiten que el problema de ellos es que no tienen una burguesía nacional como la argentina, que la nuestra sí es nacionalista.
Lula, Evo, Chávez, Néstor, Cristina, Correa, Mujica, levantaron en conjunto la bandera de la soberanía nacional y el reconocimiento de que América Latina es una, más allá de la lengua en que se expres. Cuando Evo estatizó los hidrocarburos y los empresarios paulistas le fueron a protestar a Lula por el aumento del precio del gas, el Presidente brasilero no operó como lobbysta de sus transnacionales, les dijo que Brasil no se podía meter con la soberanía de otro Estado, que si Bolivia pagaba lo que correspondía no había cómo chistar.
Lula al frente de Brasil, de la región, resulta un aliado estratégico para ponerle límites a las transnacionales financieras, porque si Brasil también las enfrenta, alivia el esfuerzo de los otros países de la región. Porque si crece la economía brasilera, arrastra la argentina, la uruguaya, la boliviana, ayuda a la venezolana, siempre y cuando en el Planalto haya una fuerza política nacional y popular que considere imprescindible transferir recursos a los trabajadores para que la polea salarial dinamice la economía.
Lula junto con Francisco, son los dos líderes más importante que el mundo tiene para enfrentar a las corporaciones transnacionales y el capital financiero. Si la Unión Industrial Argentina y la Cámara de la Construcción no miraran con asco a la peonada y los dirigentes que eligen; y en vez de mirar los salarios como costo y pusieran el ojo en cuánto aumentan las ganancias cuando aumentan los salarios, deberían emitir un comunicado pidiendo la libertad y el regreso de Lula a la presidencia. Nunca ganaron tanto como con Lula y el kirchnerismo al frente del Estado.
Mil personas le generaron un conflicto a la ciudad de Curitiba, quieren sacarse a Lula de encima. A donde vayan habrá vecinos que verán sus cotidianos afectados por los acampes. Si lo llevan a San Pablo serán muchas las cuadras cortadas por el acampe. ¿La presión social, el malestar generado, terminarán generando una domiciliaria para terminar con las congestiones de tránsito?