Lula, Messi y las exigencias
Desde Salvador, Bahia
Cuando leí el tweet de la cuenta de Lula, diciendo que Balón de Oro no combina con joda, noche, me acordé de Maradona, de Romario, de Ronaldo, de Ronaldinho. Pero después pensé: Lula es un brasilero más demandándole responsabilidad al mejor jugador brasilero, y quien sabe, también se la estuviese devolviendo…
Como psicoanalista pensé: no, Lula, no necesitás meterle más presión a los pibes. Tenemos una generación criada con el ideal de ser “el winner”, el número uno, que cuando no alcanzan las expectativas la pasan mal, y a veces se quitan la vida. Existe aquella película yankee, “Una historia casi divertida”, que muestra a un adolescente rico, que se quiere matar porque él no quiere ser el hombre que su padre desea que sea y el pibe no aguanta más la presión. Situaciones como esas pasan en todas las clases sociales. ¿Eso sucede con Neymar? No sé. Pero es público que en el fútbol hay muchos jóvenes presionados por los padres para que hagan rica a la familia.
Si hay algo que me gusta de Lula, es que es pueblo. Es un brasilero más re caliente con Neymar. Pero en el caso de Lula, su demanda es amorosa. Es alguien que reconoce el potencial que el otro tiene y le sugiere lo que tiene que hacer para alcanzar aquello que desea. Lula, como la mayoría en Brasil, lo que deseaba era que Neymar hiciese a Brasil campeón del mundo. No es una exigencia pequeña.
Pero vamos a pensar en la posibilidad de que el Balón de oro sea el deseo de Neymar. ¿Tenía alguna posibilidad jugando en la misma época que Messi? Guardiola dijo que había que crear dos balones de oro: uno para Messi, porque mientras él jugase no habría nadie mejor y otro para los otros. Hasta el momento los hechos le dan la razón a Guardiola. ¿Neymar tenía alguna posibilidad de ser el diez del Barcelona? ¿Ese era su deseo? ¿Es un joven más criado en la lógica del supremacismo, de que lo más importante es estar en el tope, allá, sólo? Sabemos que competencia a ese nivel es mucha tensión. El día que Ronaldo anunció su retiro dijo: el deporte de alto rendimiento no es saludable, a nadie le importa cómo estás, tenés que volver a jugar rápido y al máximo nivel.
El sábado pasado encontraron muerto a Rodrigo Amendoimm, un influenciador bahiano, tenía 24 años el pibe. Un negro pobre más, con condiciones, viralizó, apareció el agente, la plata, y después nadie se interesaba por cómo él estaba. Lo conocí por un video en que dice: “yo quiero una mujer que me llame ahora y me diga: ‘vení para acá ahora’. Jódanse ustedes. Mi mujer mandó ir a casa, yo los dejo”. El psicoanálisis enseña a leer a la letra. Lo que Rodrigo dijo es que quería alguien que lo desease en casa. Amendoimm, amendoim en portugués quiere decir maní, es el apodo que le dieron, porque es lo que vendía desde chico. Contó que sufrió mucha violencia del padre. Pensemos en los cambios en la vida de Rodrigo o de los jóvenes favelados que se hacen ricos jugando al fútbol. Pensemos también en Adriano, porque la estructura no es sólo familiar, también está la comunidad. El Emperador volvió a la comunidad, donde se siente mejor. Vivir en comunidad es mejor que vivir en departamento, donde uno sólo se relaciona con la familia, no interactúa con los vecinos.
Crecí con Maradona vivo, así que no tenía como tener a Messi de ídolo. Además, de Diego uno quería ser amigo. ¿Ser amigo de Messi para qué? Si hubo fiesta que desee ir fue en una fiesta de Maradona. De Messi hicieron un meme borracho con un Doctor Lemon. ¿Una fiesta en la casa de Messi es una fiesta? La historia de Messi es historia de película: el tipo que se casa con la primera novia, su única novia, que se tiene que alejar, irse a vivir a otro país, que no se olvida de ella, y vuelve por ella, y la lleva a vivir con él, una vida de princesa, y se casan, tienen hijos, y él todo correcto, no sale de joda, como hacen sus amigos, él es un hombre de familia. Corremos el riesgo de que Messi sea referencia de los evangélicos. Gracias a Dios, Messi es argentino. Me parece difícil que una cosa así suceda, pero ya creí que Bolsonaro no ganaba y que Milei no iba al segunda vuelta.
Si tuviese que elegir entre ir a una fiesta en la casa de Messi o una fiesta en la casa de Ronaldinho, para hablar de dos que ganaron el Balón de Oro, y para reconocer a quien le enseñó mucho a Messi, yo iría a la fiesta del brasilero. Imagino que si Lula tuviese la posibilidad iría a las dos, quién no quiere conocer a Messi, y después iría a la del gaúcho, para disfrutar una fiesta. Aquello que dijo Lula, de que Balón de Oro no combina con salidas a la noche, la historia prueba que no es verdad. Lo que es verdad es que con Messi jugando no hay posibilidad de que alguien gane el Balón de oro.
Cuando llegué en casa me puse a oír la entrevista a Lula. Lo escuché molesto con Neymar, le sobran motivos, y con aquel estilo brasilero, que tanto me gusta, se las cobró. Estaba claro que el mensaje era para Neymar, pero hubo una cosa que no me gustó, y fue cuando dijo “si querés ser crack”. No hay cómo negar que Neymar es un crack. Quien lo niegue es por las diferencias políticas con él. Si Messi no hubiese existido, Neymar sería el mejor jugador del mundo, aunque Cristiano sea más profesional.
Como psicoanalista, me quedo pensando: imaginate haber crecido escuchando que tenés que ser el mejor, que la meta es el Balón de oro y competir contra Messi. Imaginate que te exigieran eso en la época de Pelé. Pensemos, en ese momento, alguien exigiéndole a un jugador: tenés que superar a Pelé. Ahora imaginemos que son millones de jóvenes que crecen con la idea de que la vida se trata de ser superior al otro. Cuando empecé la carrera de psicología, le dije a un amigo que estudió conmigo: imaginate que un día todos esos idiotas van a tener hijos y nosotros vamos a atender a los hijos de esos idiotas que sufren porque no tienen el reconocimiento de esos idiotas. Pasé por eso. Gracias Freud.