No la vemos: crónica de una militante peronista
Soy peronista desde siempre (y siempre es bastante a los 67 pirulos). Fiscalizo en un distrito de la provincia de Buenos Aires en el que se ha desarrollado mi vida y mi militancia por más de cuarenta años. Eso implica tener muchas personas conocidas y muchas, queridas.
Ayer, uno de los votantes, con quien nos conocemos, salió con boleta en mano de la pomposamente llamada cabina de votación, a tres segundos de haber ingresado, y al firmar dijo “no había mucho que pensar…”, en una expresión que fue un claro guiño para mí. “Obvio”, pensé.
Cuando fueron llegando los resultados (más allá de que en mi ciudad se ganó) recordé esa frase. Capaz que sí había mucho que pensar. Mucho. hasta con estupor. Capaz que había que pensar que seguimos reaccionando siempre con sorpresa, y como si no hubiera ninguna forma racional de análisis de anticipación a triunfos y fracasos electorales efímeros, sin poder dimensionar la profundidad de la derrota política, cultural, social e incluso ética del llamado campo nacional y popular, que lleva ya más de una década.
Tal vez había que pensar que tácticas momentáneas, y que no abonan a una estrategia a largo plazo, decididas por cúpulas no construyen adhesiones genuinas. A lo mejor había que pensar que no entendemos claramente la dinámica de la política local de las intendencias municipales. Y que quizá no se trate de que “los intendentes le sacaron el cuerpo”, sino de que las localidades no se encuentran formando parte de un proyecto nacional de distribución de la riqueza, sino que apenas son gestiones que administran lo mejor que pueden sus respectivas pobrezas.
A lo mejor tenemos que pensar que no sólo hay que poner “el cuerpo” porque miles y miles ya lo hacen, diariamente. Pero el contenido político del accionar no puede faltar. Cualquiera “pone el cuerpo” para entregar la bolsa de mercadería o el plato de guiso, para arreglar un caño roto o un alambrado y cualquiera es cualquiera: el cura de la parroquia, el pastor evangélico, pero también el que maneja la droga ó el juego en el barrio. ¿Cómo se hace diferencia desde la militancia peronista? ¿La hace el vecino?
Probablemente había que pensar que afirmaciones tales como “entregan nuestra patria”, “rifan nuestra soberanía” o “regalan nuestros recursos naturales” no interpelan en absoluto a grandes sectores empobrecidos y vulnerados que consumen sus energías en sobrevivir diariamente, sin poder vincular sus condiciones materiales con “la soberanía” o “la patria”.
Posiblemente debíamos pensar que cuando hablamos de “el pueblo trabajador” o “el movimiento obrero” nos estamos refiriendo a un sujeto político que hoy no podemos constatar en la realidad, que forma parte actualmente de un imaginario que rellena interminables discursos, tanto escritos como orales, de militantes y dirigentes en actos a los que sólo asisten y asistimos las y los convencidos.
Quizá tendríamos que pensar que cuando escuchamos “esto es responsabilidad de…” y los puntos suspensivos se llenan con un solo nombre o una sola causa, estamos errando. Porque eso es la simplificación absoluta del pensamiento y los procesos sociales son sumamente complejos. No aptos para la pereza intelectual.
Lamento contradecir a mi vecino. Había que pensar. Hay que pensar y mucho.
Posiblemente debíamos pensar que cuando hablamos de “el pueblo trabajador” o “el movimiento obrero” nos estamos refiriendo a un sujeto político que hoy no podemos constatar en la realidad, que forma parte actualmente de un imaginario que rellena interminables discursos, tanto escritos como orales, de militantes y dirigentes en actos a los que sólo asisten y asistimos las y los convencidos.