¿Y si lo de Mirtha fue una profecía?
Por Karina Bonifatti
Hemos presenciado un gran acontecimiento televisivo: Mirtha Legrand le pasó el trapo al Presidente. Lo corrió por izquierda. Hay que estar muy a la derecha para que ocurra algo así. En realidad le hizo un dos por uno. La frase que corre en mi barrio, y que resume sus dichos, es que Mirtha nos dijo a todos: “Ojo, este es medio pelotudo. Y haber dicho eso es peor que haberle descubierto el Panamá Papers, le dijo que “no ve la realidad”.
Mirtha representa —nos guste o no— la aspiración máxima de buena parte de las señoras en la Argentina media contemporánea. ‘Media’ quiere decir muchas cosas aquí, acerca de lo que es el buen gusto, la felicidad, la inteligencia, ¡la belleza!, la vitalidad… (los artículos publicados en su reciente cumpleaños 90 lo corroboran). Ha hecho cosas increíbles en este sentido, como preguntarle a Scilingo si no se sentía mal arrojando personas desde los aviones y escuchar sin indignarse respuestas como: “Se les daba una dosis chica de anestesia, para poder moverlos con cierta libertad”; como decir de Cristina cuando estaba gobernando: “Yo pienso que no es una mujer feliz”; o decirle a Néstor: “Se viene el zurdaje”. Es muy astuta, evidentemente, una súper actriz.
Las comilonas de la diva se han convertido en hecho político, toda una radiografía de nuestra realidad. Pero resulta que en la cena con Macri la liebre ―el hecho político― saltó por el lugar inesperado. Colocó al Presidente en el lugar del pelele, del payaso, de un estafador. La novedad es que ahora son ellos quienes lo están diciendo. Lo de Mirtha, en verdad, fue un certero ataque al corazón. Porque si Macri en su discurso lo que hace es propagandizar la transparencia, acusar al gobierno anterior de corrupto y a él lo encuentran en 60, 70 u 80 casos de corrupción brutal, es evidente que, más allá de los números, la cena con la diva puso en crisis su discurso, ¡la credibilidad de su discurso!
Mirtha puso en evidencia que el lenguaje político del Presidente de la Nación está por debajo del suyo, de la línea de sentido común absoluto. Y justamente como la gente entiende es absolutamente crítico el escenario. Porque si el peronismo no consigue cierto grado de unidad que represente en el imaginario la idea ‘estos tipos pueden gobernar’ (“para eso —dicen también en mi barrio—, a la única que tienen es a Cristina, pero no se la bancan, entonces tampoco deciden estar con ella y ponerla en ese lugar de la gobernabilidad en el país, que tendrían que hacerlo y no lo hacen”)… si la crisis se agudiza, y se caen estos, con los radicales caídos como están, y con el peronismo partido, entramos en un escenario, otra vez, de una debilidad institucional fenomenal, donde no parece haber alternativas políticas de gobernabilidad.
Como persona pública y como mujer ―esto también es innegable― Cristina construyó un personaje completamente distinto al de Mirtha. No es Cristina lo que tantas mujeres quieren ser, no es emblema del buen gusto (a Dios gracias). No tiene por qué serlo, por otra parte. Cristina es completamente antagónica a la figura de Mirtha. Ahora, el peronismo (lo mostrado hasta ahora) puede jugar a que a Macri le vaya bien. Lo mostró la CGT, que esperó, esperó, esperó… —¡dale, flaco, estamos esperando que te vaya bien; no sigas reventando todo!—; lo esperaron, lo esperaron, lo esperaron… ¡y ahora no les queda otra!
¿Qué es ese ‘no les queda otra’? Habla de un momento muy particular.
Pero este momento tiene a la vez sus peligros. Y muchos, porque estamos ya ante una gran degradación. Un ejemplo ilustrativo de degradación (este no televisado) es el edicto que pretende quemar documentación histórica desde 1941 hasta 1982. No, no se los puede juzgar como una derecha conservadora clásica, porque una derecha conservadora clásica conserva; tiene una idea del patrimonio ¡por lo menos! Con esa gente vos podías al menos dialogar, había un principio más o menos común, político: hay cosas que no se pueden hacer, vengas de la izquierda, seas conservador. Pero los ceos hace rato que queman lo que no les conviene que se sepa, Iron Mountain mediante. Y a estos tipos, que son los que hoy nos gobiernan, los mandaron a eso, ¡los mandaron a quemar todo! Estos lo pueden decir, digamos.
El diario que David Viñas habría subrayado el miércoles pasado en el bar Losada publicó la opinión de Alfredo Casero sobre Macri en Animales Sueltos… (vaya pedagogía): “Lo voy a defender a muerte y si tengo que pegar un tiro lo voy a hacer”.
En el imaginario histórico argentino, a los militares se los llama para poner orden. Después de la muerte de Perón, la etapa es comparable a lo que pasó con Cristina, en cierto modo. Junto con su salida, a pesar de la popularidad que tiene, digamos, es sin embargo vista como muy resistida; de última, de mínima, tiene un 25, un 30. ¡Pero lo peor no es eso! Lo peor es que es resistida en las instituciones políticas, resistida en el Partido, resistida por todos los que nunca resistieron nada, los que fueron a lo seguro (el olvido; y tampoco tuvieron que irse).
Hay dos opciones a futuro. O los peronistas se dan cuenta de que para no traicionar al conjunto nacional tienen que ir con Cristina, y se bajan de la posición en la que están, y efectivamente muestran que entienden quién es Macri, qué representa, qué vino a hacer, y te salvan de Macri juntándose con Cristina… O vamos al desorden absoluto. ¿El tema es qué cede el PJ y qué cede Cristina? Uno de los temas importantísimos es ese, sí. El escenario político argentino está a punto de decidirse; porque vienen las elecciones y ahí, la constitución de las listas y el modo en que se va a presentar el peronismo en estas elecciones, y si finalmente Cristina va a jugar o no y cómo, todo se va a resolver, por lo menos en lo inmediato, ahí. Pero el río está revuelto. Y la clase media suele pedir orden en ese tipo de escenarios. Y como el escenario político tiene la justificación perfecta para decir: la política falló, no se ponen de acuerdo, la grieta… (¡toda esa boludez que han construido como gran imaginario!), tienen el camino allanado para el uso de la fuerza, o alguna otra medida novedosa, pero extrema. Quién sabe.
Es claro que ellos solos no pueden usar la fuerza; no pueden salir a matar porque se les viene el país en contra en dos minutos. Eso no se lo van a tolerar a un gobierno elegido en forma democrática, pero sí a un gobierno uniformado, claramente.Mi lectura no visualiza la posibilidad de una intervención militar, pero el río suena: son ellos mismos quienes anticipan un escenario en el que será necesario "intervenir". La diva ha dicho en ‘modo espectáculo’ eso que el filósofo Thomas Abraham dijo en el diario La Nación en forma brutal: la investidura presidencial a Macri le queda grande. Danger. Conocemos la capacidad innovadora de esta gente: inflando globos llegaron al poder.
Mirtha Legrand es la voz del sentido común absoluto pero tiene chispa política ―es innegable esto también―: sobre Cristina cuando gobernaba, lanzó una vez esta frase: “Creo que nos ha provocado mucho daño a los argentinos, ha creado la famosa grieta: que existe, que es verdad ―machacó―. Ella tiene buena dialéctica, buen vocabulario, es memoriosa”… ¿Y cómo derribó de un plumazo estas tres cualidades que acababa de enunciar? Diciendo que “Cristina era una actriz frustrada”. Ahora a Macri le fue tirando todas: el Correo, Avianca, y esto y esto… ¡y el tipo iba quedando como…! (no completo la frase porque de esto ya se escribió); hay más de un detalle curioso, pero de todo lo que se escribió, se puede hacer una gran comedia y una gran tragedia, a la vez, porque es absolutamente trágico lo que pasa, y lo que ha quedado en evidencia.
A los millones que aplaudieron sus palabras, guarda el día de mañana, no los agarre desprevenidos Mirtha Legrand cuando, tras haberse mostrado sabia desde el sentido común, en otro gran acontecimiento televisivo, habiendo ya captado audiencias gracias a su posición contra Macri en este marzo fulgurante de movilizaciones, siente a su mesa a Quién Sabe Quién que en alguna época vistió uniforme y le diga de sopetón: ¡Sí, señor, estamos cansados de estos políticos que roban!… Ojo, digo, no vayan a ser millones los que vuelven, pero a aplaudirla.