América Latina, contra las cuerdas de la pandemia
Por Sergio Ferrari, desde la ONU, Ginebra, Suiza | Foto de Alexis Aubin (ONU)
América Latina y el Caribe constituyen ya la región del mundo más golpeada a nivel económico y laboral. Producto de la crisis sanitaria se perderán 44 millones de puestos de trabajo. A fin de 2020, el nivel de pobreza será igual que en el 2005.
Organismos internacionales calculan para fines de este año una caída del Producto Interno Bruto (PIB) regional de -9,4%. Algunos datos recientes anticipan, sin embargo, señales tibias de un lento y largo proceso de recuperación en puerta.
El mazazo pandémico es contundente, si se analizan los datos provenientes de nueve países del continente que concentran el 80% de la población activa total y sobre los que se tiene información actualizada: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Perú, Paraguay y Uruguay. Cifras que son sistematizadas en la segunda edición del informe Impactos en el mercado de trabajo y los ingresos en América Latina y el Caribe que acaba de publicar, a inicios de octubre, la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
¿Se está ya tocando el fondo de la crisis económico-sanitaria? El informe destaca “que, a partir del tercer trimestre de 2020, los niveles de actividad económica han mejorado un poco”. Algunos datos reflejan una incipiente recuperación del empleo y el retorno de un número de trabajadores a la fuerza laboral.
En su presentación del estudio, Vinicius Pinheiro, director Regional Latinoamérica y el Caribe de la OIT, subrayaba que “los indicios preliminares de recuperación son una noticia positiva, pero el impacto de la COVID-19 en el trabajo y en las empresas fue enorme, y el camino por recorrer es largo”. Por lo cual “es fundamental relanzar las bases para la recuperación de la economía con seguridad sanitaria, asegurando condiciones favorables para el funcionamiento de las empresas y para la creación de más y mejores empleos”.
Además, Pinheiro señaló que “es fundamental fortalecer los mecanismos de diálogo social para la concertación de pactos o acuerdos nacionales que apunten hacia una recuperación con transformación productiva, formalización, universalización de la protección social, transición justa hacia modelos de desarrollo más sostenibles e inclusivos”.
“Enfrentamos un desafío sin precedentes”, subraya. “El de reconstruir los mercados laborales de la región, lo cual implica abordar las fallas estructurales que se han agudizado con la pandemia, tales como la baja productividad, el nivel elevado de informalidad, y la desigualdad de los ingresos y de oportunidades de trabajo decente”.
A fin de abordar los efectos de la pandemia, los países en la región han adoptado una combinación de medidas dirigidas a proteger los empleos, los ingresos y las empresas. “La pronta adopción de estrategias que continúen atenuando estos impactos y que apuntalen la recuperación será esencial. También es fundamental fortalecer las instituciones laborales, en particular en lo que se refiere a las políticas activas del mercado de trabajo”, destaca en su documento la OIT.
El empleo en caída libre
Impactos en el mercado de trabajo y los ingresos señalan que, en el primer trimestre de 2020, la tasa de empleo se situó en 51,1 %, una disminución de 5,4 puntos porcentuales en relación al mismo período del año anterior y que representa “un valor mínimo histórico”.
América Latina y el Caribe constituyen la región con mayor contracción en las horas de trabajo en todo el mundo, con una reducción estimada de alrededor de 20,9% para los primeros tres trimestres de 2020. Esta cifra casi duplica la estimación media mundial, del 11,7%. Por su parte, los ingresos por trabajo se contrajeron en 19,3%, también muy por encima de la tasa mundial del 10,7%.
Dado que los ingresos laborales representan, en promedio, de un 70 a un 90% de los ingresos familiares totales, estas reducciones han significado grandes pérdidas para numerosos hogares, con impactos significativos sobre los niveles de pobreza, afirma la OIT.
Esta organización advierte, además, que la crisis podría agravar las desigualdades existentes antes del brote de la pandemia. Los trabajadores más afectados por la crisis están entre los sectores más pobres de la población, con empleos informales o en una situación de desventaja. Las mujeres y los jóvenes -menores de 24 años- son especialmente vulnerables. Ambos sectores son los que salen más golpeados en estos primeros 9 meses del año en curso.
“La peor crisis en un siglo”
El continente es el más afectado a nivel mundial en cuanto a horas trabajadas y a ingresos laborales. El segundo trimestre constituye, hasta ahora, el peor momento, con 33,5% de horas perdidas. En el tercer trimestre la caída es de menor intensidad y representa un 25,6%.
La pandemia provocó en América Latina y el Caribe una recesión económica de una magnitud y extensión sin precedentes. El Fondo Monetario Internacional proyecta una contracción del PIB regional en -9,4% para 2020. Lo que correspondería a caídas del -11% en México; -9,1 en Brasil; -9,9 en Argentina; -7,5 en Chile; -7,8 en Colombia y -13,9 en Perú. La actualización a septiembre que elaboró la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) para los países del G20, agudiza el panorama de Argentina, con una caída proyectada de -11,2%, y sugiere una perspectiva menos pesimista para Brasil (-6,5%) y México (-10,2%).
Si se trata de proyecciones hacia el futuro, el FMI estima que el crecimiento para el año próximo será más débil que el observado luego de crisis anteriores y, además, que se producirá a velocidades diferentes, dependiente de cómo seguirá afectando la pandemia a los distintos sectores de la actividad económica. Calcula para el continente un crecimiento del orden del 3,7% en 2020, significativamente más bajo que el observado en el 2010 (6,3%), luego de la crisis del 2008/9, cuando la economía logró recuperarse de forma más robusta.
El último Estudio económico anual 2020 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), presentado el 6 de octubre en Santiago de Chile, es contundente en algunas de sus constataciones.
Dicho informe subraya que la región está viviendo “su peor crisis económica en un siglo” y prevé que para fin del año el nivel de PIB per cápita sería igual al de 2010, es decir, “habría un retroceso de 10 años con un fuerte aumento en la desigualdad y la pobreza”.
La CEPAL analiza como posible el cierre de 2,7 millones de empresas formales en 2020, y un nivel de desempleo de aproximadamente 44 millones de personas (con un incremento de 18 millones de personas respecto al nivel de 2019, el mayor aumento desde la crisis financiera global).
Sobre estos parámetros económicos el organismo regional anticipa que la pobreza podría alcanzar los mismos niveles observados en 2005, lo que indicaría un retroceso de 15 años. Y golpearía a 231 millones de personas, mientras que la pobreza extrema llegaría a los niveles de 1990, lo que implicaría un retroceso de 30 años, y la condena de unos 96 millones de personas a dicha situación.
¿Recuperación?
Aunque la tendencia económico-laboral es frágil y el impacto de la pandemia en los próximos meses es imprevisible, hacia mitad del año se percibe el comienzo de un proceso de recuperación, con variaciones nacionales.
“Parece observarse un punto de inflexión en esta dinámica contractiva y el comienzo de un proceso de recuperación durante el mes de mayo o junio, dependiendo del país”, indica el informe de la OIT. Sin embargo, advierte, los registros de junio y julio son más bajos que los niveles a comienzo de 2020, lo que relativiza el proceso ascendente.
Aun cuando el continente parece haber comenzado una etapa de retorno y lenta normalización de la actividad productiva, y con ello del empleo, las brechas respecto de la situación previa a la pandemia son aun muy significativas, subraya el informe de 39 páginas. Por eso, la OIT no grita victoria. “De cara a los próximos meses es esperable que algunas trayectorias se potencien a la vez que otras se debiliten”. En particular, el retorno a la fuerza de trabajo continuará de la mano del desconfinamiento y el ingreso a etapas más flexibles.
Aliviar la deuda, combatir la evasión fiscal
Para la CEPAL, las perspectivas rosas en el continente no existen. La recuperación de la crisis económica será “muy larga y lenta”. Debido a esta proyección, dicho organismo propone varias pistas “macro” a nivel fiscal y monetario.
“Debemos prepararnos para una recuperación que no se va a dar en 2021, ni probablemente en 2022 o 2023”, comentó Alicia Bárcena, directora de la CEPAL al presentar el estudio en Santiago de Chile. Son necesarias “políticas macroeconómicas activas para retomar el crecimiento y promover una agenda de transformación estructural”.
El estudio señala que para mantener una política fiscal activa en un contexto de mayor endeudamiento hace falta que los países latinoamericanos y caribeños aumenten su recaudación tributaria, que actualmente es de 23,1% del Producto Interno Bruto de la región, comparado con el 34,3% de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En paralelo, es fundamental “combatir la evasión tributaria, que llega al 6,1% del PIB regional, consolidar el impuesto a la renta a personas físicas y corporaciones, extender el alcance de los impuestos sobre el patrimonio y la propiedad, establecer impuestos a la economía digital…”.
En cuanto al siempre actual tema de la deuda, el informe resalta que es necesario “el alivio y restructuración de la deuda para países con vulnerabilidades y alta carga de pagos de intereses”.
Actualmente, los países de renta media concentran el 96% del total de la deuda de los países en desarrollo (excluyendo a China e India), por lo que es urgente que la comunidad financiera internacional amplíe las condiciones de liquidez para hacer frente a las necesidades de financiamiento a nivel general. “En el mundo hay liquidez, pero está mal distribuida”, enfatizó la directora de la CEPAL, quien considera que “en este campo se debe capitalizar las instituciones de crédito multilaterales para ampliar su capacidad de financiamiento y liquidez tanto en la coyuntura como con una mirada más larga”.
La CEPAL propone institucionalizar la cooperación entre los bancos centrales para sostener tanto las políticas monetarias expansivas como aquellas dedicadas a la preservación de la estabilidad microfinanciera, junto con ampliar la red de seguridad financiera mundial y regional para contrarrestar los efectos negativos de la volatilidad de los flujos financieros en momentos de crisis sistémicas.
El continente latinoamericano -al igual que otras regiones del mundo- confronta su peor etapa en lo que va del siglo. La pobreza, el desempleo y la desigualdad en aumento, marcarán el rostro continental, por lo menos, durante los próximos cinco años. Los expertos lanzan pistas globales para la recuperación económica, que se muestran interesantes pero que son insuficientes.
Poco se enfatiza, por el momento, la necesidad imperiosa de explorar una verdadera integración continental a fin de encontrar salidas comunes a la crisis. Esto supondría una posición única, por ejemplo, en temas esenciales como la deuda continental, la evasión de capitales, las políticas tributarias para las grandes fortunas y para los sectores exportadores, entre otros. Y poco se escucha, hasta ahora, la voz de los movimientos sociales y de la sociedad civil continental, actores claves de cualquiera salida viable para la pospandemia.
Foto: Vendedor ambulante en México, durante la pandemia. De Alexis Aubin (ONU).