Apuntes sobre las elecciones brasileñas
La elección en Brasil se polarizó entre las dos alianzas encabezadas por Luis Ignacio Da Silva y Jair Bolsonaro. Entre las dos coaliciones sacaron mas del 90% de los votos. La victoria de Lula, la cual se descontaba, no fue por la diferencia que dijeron la mayoría de las consultoras, aunque si acertaron el número por el que rondaría el ex presidente brasilero, un 48% (57.259.504 millones de votos). La gran sorpresa fueron los casi 44 puntos (51.072.345 millones) del actual presidente.
Con este resultado la segunda vuelta se realizará el 30 de octubre. Lula ganó por mas de 5 puntos, pero lo que es más importante de visualizar es que estos representan mas de 6 millones de votos de diferencia, con lo cual, si bien la elección no está cerrada, a Bolsonaro se le va a ser muy difícil el juntar los votos necesarios para dar vuelta la elección. Pero vamos a ver algunas cuestiones referidas a esta elección tan importante para América Latina.
¿Cómo se puede explicar que Bolsonaro haya retenido tantos votos y hoy este dando pelea para una segunda vuelta? Hay varios factores, el ideológico es uno muy importante. Y por ideológico me refiero a la idea o forma de ver y sentir el espacio que habitamos, lo que creen muchos brasileros y brasileras de su país y de su forma de vida. El nacionalismo es un factor al que apela Bolsonaro dentro de su retórica política. En estos últimos días, el mandatario instigó a sus seguidores a concurrir el dia de la elección con la camiseta de la selección brasilera. El futbol, como sabemos, es una fuente de orgullo nacional de las más fuertes en el pueblo brasilero, la selección pentacampeona del mundo es un símbolo de los más identitarios en la construcción de la identidad nacional.
Pero no solo eso, en los actos de campaña también se suele ver a los simpatizantes bolsonaristas con camisetas de la verde amarelha y banderas brasileras. El uso de estos símbolos por los opositores al petismo no es de ahora, comenzó en el 2013, al momento de las protestas masivas contra la ex presidenta Dilma Roussef por los escándalos de corrupción de Petrobras. En aquel momento no se identificaban con ningún partido, pero Bolsonaro supo capitalizar muy inteligentemente el uso de estos símbolos, a los cuales añadió dos frases, “mi partido es Brasil”, y “Brasil por encima de todo”. El uso de estos símbolos cobró aun mas importancia dado que en general, los actos del PT tienen un sesgo mas de tinte simbólico partidario, en donde se opta por llevar las remeras y banderas del partido.
A la cuestión nacional también le ha sumado la cuestión religiosa. El pueblo brasilero es muy creyente, católico en su mayoría pero con un número importante de fieles pertenecientes al evangelismo, y que en los últimos años llegaron al 30%. Los sectores evangélicos tienen un poder económico muy grande en la figura de Edir Macedo y la Iglesia Universal del Reino de Dios, que tiene una importante red de medios audiovisuales con los que llegan a una importante parte de la población. Bolsonaro contó con el apoyo de este sector al tener el mismo discurso conservador en temas como la familia y la sexualidad, ya que los últimos gobiernos del PT realizaron una apertura hacia los sectores más progresistas de la izquierda brasilera e incorporaron temas como el aborto y la agenda de derechos LGTBI. Durante el gobierno de Bolsonaro el evangelismo contó con algunos ministerios y una importante bancada en el Congreso. Al “Brasil por encima de todo” le sumó el “Dios por encima de todo”.
Esta retórica nacionalista primero, y religiosa después, es una retorica absolutamente vacía, que apela a la identidad nacional pero sin realizar ninguna acción política de real importancia para el país. Ni siquiera ha tenido políticas tendientes a incrementar las capacidades nacionales, como antiguamente lo hicieron los sectores militares de la dictadura de 1964. Esas políticas ya no son vistas con simpatía por los militares retirados que encarnan el actual proceso, porque, en palabras de ellos mismos, son políticas identificadas con el PT de Lula. La economía en este gobierno fue entregada a un Chicago boy, representante de las finanzas, como Paulo Guedes, y hasta se ha encarado un proyecto de privatizaciones de empresas públicas como Eletrobras. Y en cuanto a la religión, se han utilizado como chivos expiatorios a los sectores progresistas y sus reivindicaciones, la corrupción o los problemas económicos vienen como consecuencia de un partido, el PT en este caso, que quiere imponer en el Brasil, políticas ajenas a la identidad nacional y a robar en el gobierno.
La economía
Si bien el actual gobierno no puede demostrar una gran actuación económica, su performance tampoco fue de las peores, y sobre todo comparándola con el último gobierno de Dilma y los dos años de Temer. Cuando Bolsonaro tomó el poder, el desempleo se encontraba en 11,8% ,hoy se encuentra en su nivel más bajo de los últimos 7 años, 9,7%. A pesar un bajo crecimiento en estos 4 años, (2,8% promedio) el país se mantuvo estable, y salvo durante la pandemia, (-3,9%) el PBI siempre creció. El ultimo año, el gobierno de Bolsonaro aumentó las asignaciones a lo que fuera el “bolsa de familia”, al que renombró como “auxilio Brasil”, de 400 a 600 reales, que si bien no lo hizo crecer en votos, tuvo el efecto de retener muchos de estos entre los sectores mas necesitados. Otra de las medidas implementadas durante este ultimo año fue la del sostenimiento del tipo de cambio, la moneda brasilera solo se devaluó un 3%, siendo la que menos lo hizo en el mundo. Esto hizo que la inflación se mantuviera estable y hasta disminuyera en los últimos 2 meses, y que haya una cierta estabilidad de precios que no limó el poder adquisitivo de los aumentos en las ayudas sociales dadas.
El bolsonarismo siempre apela al miedo, expone a sus adversarios como enemigos, son comunistas, por lo tanto antinacionales, son corruptos y ladrones, están en contra de la familia, a la que quieren destruir, promueven el aborto, por lo tanto están a favor de la muerte. Su forma de construir política funciona mas como una religión que dispara dogmas de fe, no necesita de argumentos ni pruebas, apela a las emociones mas que a la razón y con eso logra manipular y lograr fidelidades por encima de toda discusión. A todo esto le agrega un militarismo securitista popular, en el cual cada ciudadano es el encargado de velar por estos valores a punta de pistola o rifles de asalto, y por lo tanto ha promovido a partir de decretos flexibilizadores la portación y uso de armas entre la ciudadanía.
Otro de los flancos cubierto por el bolsonarismo es la atención puesta en las redes sociales, por mas conservador que sea la coalición del actual presidente, ha sabido explotar con creces a las nuevas tecnologías de la información y comunicación. Esta utilización de las redes fue vital en las elecciones del 2018 para diseminar noticias falsas sobre el PT y su candidato, Fernando Haddad, sobre todo el servicio de mensajera Whatsapp, por donde se difundieron la mayorías de las mentiras de aquella campaña. Actualmente, Bolsonaro le lleva una gran ventaja en seguidores a Lula en redes como Facebook, Twitter, Tik Tok e Instagram, en las cuales tiene mas de 47 millones, mientras que a Lula lo siguen algo mas de 18 millones.
Pero vayamos a algunos números de la elección que demuestran la resistencia del bolsonarismo. No solo se votó a presidente sino que también se eligieron representantes para las cámaras de diputados y senadores y gobernadores estaduales. En estos rubros el partido del presidente salió realmente bien y fortalecido. En la cámara alta, el Partido Liberal de Bolsonaro obtuvo 6 senadores más de los que puso en juego y tendrá 13 asientos, mientras que el PT obtuvo 2 más y tendrá 9. En diputados, el PL obtuvo 21 bancas más y contará con 99 mientras que el el partido de Lula se alzó con 12 mas y sumará 66 en total. En cuanto a las gobernaciones 15 ya se decidieron y las restantes 12 van a segunda vuelta ya que no consiguieron alcanzar mas del 50%. De las 15 gobernaciones ya resueltas los candidatos de Jair Mesías se alzaron con 9 Estados, los de Lula con 5 y el restante fue para el Partido Novo del empresario Romeu Zema, quien fue reelegido al frente de la gobernación de Minas Gerais.
En conclusión, se puede decir que Lula renació de sus cenizas, de condenado a 12 años de prisión y de sufrir la perdida de su esposa, de su hermano y de su nieto durante aquel lapso, a esta victoria que lo pone a tiro de su tercera presidencia. Un hombre de 76 años que tranquilamente podría haberse rendido, pero que sacó fuerzas de su amor por su país y por su pueblo y volvió a ponerse de pie para este momento histórico de América Latina. Por el otro lado, un Bolsonaro que parece llegar al fin de su ciclo político, pero que puede dejar un legado en la forma de hacer política en la derecha brasilera, y una continuidad en sus hijos en el liderazgo de estas fuerzas reaccionarias.