Cuba, por dentro: una economía para vivir bien; no mejor, porque nadie debe estar peor
Por Salvatore Izzo, desde La Habana (*)
Lilian tiene una sonrisa especial y cuando te mira con esos ojos, muy oscuros y brillantes, te parece que sabe leerte por dentro, como suele suceder con los cubanos, muchos tienen esta capacidad. Me trae la cuenta y percibo que el total a pagar es exactamente el mismo que la pequeña moneda local que tengo en mi bolsillo. Le pregunto si puedo darle una propina en dólares. Ella se ríe y me responde: “Pero solo uno”. Yo respondo: “Mejor dos”. Y Lilian: “Uno como talismán, no lo voy a cambiar”.
Un momento de relajación en un elegante café cerca del Capitolio de La Habana, la majestuosa y espléndida sede del Parlamento, con sus columnas de mármol blanco, me remite a uno de los temas que enfrentamos con la delegación encabezada por el economista Luciano Vasapollo, vicerrector de la Universidad La Sapienza. Nos dirigimos a Caracas, nuestro grupo hizo una parada en Cuba para traer solidaridad a este país, cuyo equilibrio se pone en riesgo por las consecuencias del endurecimiento del bloqueo económico debido a su lealtad a Venezuela. Durante dos días, en las muchas reuniones en las que participamos, siempre surge una pregunta: ¿qué se puede hacer para minimizar el daño que resultará para la economía cubana de la política de Donald Trump? Y nosotros, que entendemos poco sobre economía, parece que creemos instintivamente que es una anomalía que superar aquella de una moneda doble en un país que parece haber alcanzado una buena calidad de vida. Tanto es así que Lilian rechaza la propina en dólares.
“En Cuba –explica Vasapollo, que ha estado colaborando con universidades locales durante décadas, con las comisiones que desarrollaron programas económicos gubernamentales– ya no se busca el dólar porque se ha introducido un sistema basado en una doble moneda: el peso y la cuc, que es una moneda convertible utilizada por los turistas, pero que también sirve a los cubanos que ahora reciben una parte de su salario en cuc para que no haya bienes reservados solo para una elite”.
“Fue necesario introducir la doble circulación después de la caída del Muro de Berlín, cuando –recuerda Oscar Luis Puig, diputado y presidente nacional de ANEC, la institución que reúne a los economistas cubanos– entramos en una fase de recesión, la del llamado “período especial”, cuando la reducción del 85 por ciento del comercio exterior llevó a una caída del 35 por ciento en el PBI. Una situación de pobreza absoluta, con el elemento disruptivo de la falta de petróleo, que bloqueó el circuito de producción”.
“De tal situación –reanuda Vasapollo– solo podía salir con una fuerza productiva económica extraordinaria que elevara el PBI, pero Cuba es un país importador, es decir, carece de los recursos que le permitan arreglarse solo y, por lo tanto, para invertir en el crecimiento necesitaba una enorme reducción de costes. En un país capitalista, esto implica recortes en el empleo y el gasto social, o reducciones en los presupuestos de hospitales y escuelas. En Cuba, este camino de lágrimas y sangre no se ha seguido “.
“Fidel Castro –continúa el economista italiano, que fue uno de los asesores de los líderes–eligió en cambio una fórmula diferente: involucrar a todas las personas en el programa de recuperación económica, convencido de que la Revolución es un proceso y que, por lo tanto, el país no puede renunciar a los logros del socialismo”.
“Fidel –recuerda también Puig– tomó una posición clara: no se recorta la salud, la educación ni el empleo, mejor sacrificar el consumo, con una redistribución de los bienes disponibles. Como si dijera que, ante una condición de privación, todos deben perder peso y no solo los más humildes”.
El exministro de economía y compañero histórico de Che Guevara, el prestigioso economista Orlando Borrego, recuerda, en cambio, que del “período especial” Cuba ha emergido “con nuevas relaciones comerciales con China, con compañías europeas que evitaron el bloqueo, con los acuerdos con los países progresistas de América Latina, pero sobre todo –remarca– el elemento de ruptura ocurrió con la victoria de Hugo Chávez en Venezuela”.
“Siempre se ayudaron mutuamente como hermanos, Fidel y Chávez. Venían –observa Rita Martufi, observadora permanente en la FAO y representante del Centro Studi Trasformazioni Economico-Sociali (CESTES)de la Unione Sindacale di Base en la delegación italiana– de experiencias diferentes, pero comparten una pasión por el hombre que motivó la Revolución de Castro y, 40 años después, la chavista, junto al ideal de independencia nacional de José Martí y al de la Patria Grande de Simón Bolívar. Del compromiso común de Chávez y Fidel, dos redes intelectuales y artistas nacen en defensa de la humanidad, no de los derechos individuales, sino del derecho a los bienes elementales, como el conocimiento, el agua”.
“La alianza Alba –inicialmente llamada Alternativa Bolivariana para las Américas y hoy Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América- nace como una relación entre Venezuela y Cuba sobre la base de un principio económico: la evolución del trueque”, explica Vasapollo. Y es precisamente esta visión solidaria y no comercial la que salva a ambos países: a Cuba de la parálisis económica resultante del “bloqueo” impuesto por Washington y también de la repentina pérdida de la ayuda soviética y los países satélites de Moscú, y a Venezuela de las terribles consecuencias de la preeminencia en la sociedad de las oligarquías adineradas, las elites cercanas a la Iglesia local, que han tratado de impedir las reformas sociales en todos los modos. Gracias a los cubanos, Caracas participa en una lucha ganadora contra el analfabetismo y la mortalidad infantil. El acuerdo entre Fidel y Chávez permitió que Venezuela entregara petróleo a un precio político, y así La Habana salió de la crisis energética del período especial. Y 20 mil maestros y otros tantos médicos cubanos llegan a Venezuela. Después de dos años, la ONU declara a Venezuela libre de analfabetismo y hoy los niveles de mortalidad infantil son iguales o inferiores a los de Europa.
(*) El periodista italiano Salvatore Izzo forma parte de la comitiva italiana que viajó a Cuba con los objetivos que se describen en esta nota y su precedente, que puede leerse en este enlace. Izzo se desempeña en la Agenzia Giornalistica Italia (AGI) y dirige el diario digital Faro di Roma, en cuya edición del lunes 13 fue publicado originalmente este artículo. Su autor es vaticanista desde 1986 en la AGI, para la que a su vez edita el blog Il Papa pop, y es coautor de la transmisión A sua immagine, de la RAI.