Estados Unidos (y aliados) juega al golpe de Estado en Venezuela
Por Nicolás Adet Larcher
Juan Guaidó tiene 35 años y desde hace tres semanas es el (nuevo) referente de la oposición venezolana. Llegó a la presidencia de la Asamblea Nacional (AN) -porque la oposición antichavista no tenía otras opciones potables- y en pocos días tuvo un ascenso meteórico hacia la presidencia, autoproclamándose como tal y considerando ilegítimo el nuevo mandato de Nicolás Maduro. El Tribunal Supremo del país había declarado nulo cualquier proceso llevado adelante por la AN, pero la oposición avanzó igual.
El presidente norteamericano, Donald Trump, fue el primero en reconocer la legitimidad de Guaidó como nuevo mandatario y más tarde siguieron su camino países como Brasil, Perú, Colombia, Chile, Canadá, Paraguay, Costa Rica, quienes integran el Grupo Lima junto a Panamá, Honduras, Guatemala y Argentina. Andrés Manuel López Obrador, el presidente mexicano, fue el único del grupo que se pronunció en contra de cualquier intervención en cuestiones que tienen que ver con disputas internas en Venezuela. Bolivia, por su parte, apoyó a Maduro y el presidente Evo Morales brindó su solidaridad “en estas horas decisivas en que las garras del imperialismo buscan nuevamente herir de muerte la democracia y autodeterminación de los pueblos de Sudamérica”. Lo mismo hizo Rusia, que dijo que no desconocería la autoridad de Maduro.
Mientras tanto, el presidente Mauricio Macri también dejó en claro a través de su cuenta de Twitter el reconocimiento de Argentina hacia Guaidó, luego de que hace un año y medio se reunieran con el Grupo Lima para crear una comisión de seguimiento de la situación de Venezuela. En su última visita a Brasil, tanto Bolsonaro como Macri habían condenado a Maduro al considerarlo un dictador que buscaba perpetuarse en el poder. La distinta vara de la política exterior argentina tiene esas contradicciones, repudian las violaciones a los derechos humanos en territorio venezolano, pero no emitieron ningún comunicado cuando fue asesinada brutalmente la concejala Marielle Franco, menos aún luego de que se vinculara su asesinato a la familia Bolsonaro.
Según la constitución venezolana, solo en casos de muerte, renuncia, incapacidad física o mental, abandono o destitución decretada por sentencia del Tribunal Supremo se podría revocar de manera popular el mandato de Maduro. Y solo en casos de falta absoluta antes de la toma del cargo el presidente de la Asamblea General se haría cargo de la presidencia de manera temporal hasta convocar nuevamente a elecciones.
La situación en Venezuela es tensa, militantes de la oposición y el oficialismo marchan de a miles por las calles. Maduro habla desde el Palacio Presidencial. Guaidó no tiene peso político, pero tiene un apoyo internacional sincronizado que lo respalda y que pide a gritos la caída de Maduro. Además, también hay conversaciones por debajo de la mesa con algunas personas dentro del ejército que se paran en la vereda del antichavismo, para poder demoler las bases de la presidencia de Maduro.