Nuevo presidente en Cuba: crónica sobre un día normal, parecido a cualquier otro
Por Sergio Gónzalez
Cuba, país que despierta amores y odios en las cuatro direcciones. Con su sociedad tan propia, singular y particular. En una mínima e inmediata comparación al menos con el resto de los países latinoamericanos, en los que el modelo de sus sociedades actuales lleva la impronta del sistema democrático para la elección de presidentes, ya ahí, encontramos una sustancial diferencia. En el caso cubano, el génesis de la sociedad cubana contemporánea es una revolución, adoptando el modelo socialista para su formación y manteniéndose la misma hasta el día de hoy.
En estos días los ojos del mundo están puestos en Cuba. Especialmente por el acontecimiento de la asunción del nuevo presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien asume luego de un período de 60 años en los que el apellido Castro fuera el que estuviera al frente de la conducción del país.
Ante la pregunta de ¿qué pasará con la revolución cubana después de Fidel y Raúl? pregunta que atraviesa expectativas y curiosidades de amantes y detractores de la misma a lo largo y a lo ancho del mundo, la respuesta es, continúa, sigue firme.
La suerte quiso que naciera en Cuba, que vivera 14 años. Toda mi familia es cubana y viven allá y desde hace 23 años es que vivo en Argentina. La misma suerte quiso que por motivos de un viaje familiar, visitara y me encontrara en Cuba los días previos y posteriores al anuncio oficial.
Captar el ambiente de un país, de su gente, su idiosincrasia propia y particular, siempre es difícil a ojos foráneos. En mi caso cuento con viento a favor ante tal tarea por ser cubano.
Desde mi llegada a la isla, el día 13 de abril de 2018, tan próxima al acontecimiento, ese era un tema que ocupaba mi interés.
Cosas que llamaron mi atención: No había machaque desde los medios de comunicación sobre el tema en cuestión, quizá esperado por mí, acostumbrado tras las experiencias que conocí en Argentina, en las que he podido observar que las elecciones son tema central durante días y días, con informes, candidatos que desfilan por programas de televisión y radio, debates, entrevistas, anuncios y expectativa en la población esperando un cambio. No, en Cuba, nada de eso, ni por asomo parecido. A los ojos de cualquier visitante extranjero parecía que nada trascendental estaba por ocurrir. Se vivía con mucha tranquilidad. La vida diaria transcurría con normalidad y conociendo a la sociedad cubana, esto no acontecía así debido a desidia y mucho menos por ignorancia, todo cubano, toda cubana, estaban al tanto y pendientes.
Sacaba el tema en cada oportunidad que tenía, en conversaciones con amigos y familiares. Me sorprendía la naturalidad, en algunos, resignación quizá sería la palabra adecuada, eso sí, el nombre de Díaz-Canel era el que siempre relucía, hecho que no dejaba de llamar mi atención habiendo además de él otros 604 candidatos posibles elegidos por el pueblo. Parecía que todo cubano con el que hablaba ya sabía que sería el elegido por la Asamblea del Poder Popular como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Se veía en tal acontecimiento una continuidad del modelo, así que ya fuera por resignación o por costumbre, no había la efervescencia y expectativa que quizá pensé que habría entre la gente.
Díaz-Canel es una continuidad del modelo económico y social instalado en Cuba desde el triunfo de la revolución, le guste a quien le guste.
Sobre Miguel Díaz-Canel ya las crónicas se han encargado. Sabemos que nació en Santa Clara, que porta el título de Ingeniero Electrónico, que fue un cuadro importante en la UJC, también que fue primer secretario del Comité Central en Villa Clara durante 9 años y luego otros 6 en la provincia de Holguín. También que es el primer mandatario cubano en reconocer públicamente al movimiento LGBTI en Cuba.
El mismísimo día del anuncio oficial, en la casa familiar el televisor estuvo encendido en el canal que transmitía en vivo desde el Palacio de Convenciones y de ahí no se movió. Me atrevería a decir que esta escena se repitió en muchos hogares, centros de trabajo y estudios cubanos a lo largo del país. La oreja y la atención de la gente estaba ahí, aunque sólo fuera para confirmar lo que ya se sabía de manera no oficial. En las calles todo transcurría normalmente.
Ante las preguntas:
¿Qué pasa en Cuba ahora?
¿Cómo sigue la revolución?
¿Se termina?
¿Cómo se sigue sin Fidel, sin Raúl al mando? y demás curiosidades los cubanos y cubanas, ya sea por costumbre, conformismo, resignación o aceptación, el anuncio no los sorprendía. Fuera así porque Díaz-Canel desde hace 5 años era el Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, fuera por los méritos propios de su trayectoria política conocidos por todos, el caso es que en cada conversación que mantuve sobre este tema era su nombre el que se mencionaba.
Miguel Díaz-Canel Bermúdez es una continuación del modelo revolucionario, sólo le resta al paso del tiempo establecer la magnitud de su desempeño como máximo dirigente cubano. Lo que sí es imposible de negar es que este es un hecho histórico, principalmente al no haber un Castro al frente de la conducción del país.
Vendrán cambios, incluso hay un proyecto de reforma constitucional que será tratado en la sesión del mes de Julio de este año, existe también una propuesta ya aceptada, pero aún no tratada de reducir a un máximo de dos períodos consecutivos de cinco años el desempeño de los cargos políticos y estatales fundamentales. El propio perfil de Díaz-Canel habla de ello. Habrá que esperar.
Nuevos aires surcan la atmósfera del caimán del caribe.
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