Venezuela: ¿Por qué Maduro quiere convocar a una constituyente?
Por Alejandro Forni
Las noticias del mundo hacen eco de lo que sucede en Venezuela. Dicen que allí se convocó a una Constituyente para perpetuar en el poder a Nicolás Maduro. La pregunta que debería hacerse es: ¿Cómo es que una dictadura, para perpetuarse en el poder, convoca a un proceso participativo para reformar la Constitución? Evidentemente hay razones que la campaña internacional contra la Revolución Bolivariana, impulsada por los medios de comunicación, los organismos internacionales como la OEA y gobiernos de derecha de la región, no pueden explicar.
En estos largos 2 años de agresión, a través del desabastecimiento inducido y la organización de grupos terroristas, el pueblo venezolano fue madurando pacientemente las condiciones para retomar la agenda y la iniciativa política del país.
A decir verdad, fueron pocxs lxs que se hicieron eco de lo que al interior de Venezuela se desarrollaba como políticas de resistencia popular a la agresión externa. Más bien, lo que ocupó la agenda política de nuestros países, fue lo que los medios internacionales instalaron como el fracaso de la Revolución Bolivariana, por consiguiente, el fracaso de lo que denominan “populismo” en toda la región.
Para la derecha provocar desabastecimiento, descontrol de precios y un clima de violencia, eran motivos suficientes para lanzarse a las calles y propiciar el derrocamiento del gobierno bolivariano. Por ese camino el imperialismo norteamericano y sus gobiernos subordinados de la región diseñaron el modelo “libio” de agresión externa. Financiaron a grupos desestabilizadores que empujaron el asesinato selectivo de dirigentes de la revolución, saqueos, sabotajes y amedrentamiento a las organizaciones del pueblo. Desde el exterior propiciaron el bloqueo económico, fuga de capitales y aislamiento internacional. Todas acciones que debilitarían a la revolución dejando el camino allanado para una intervención “humanitaria” que desembocaría en elecciones. Pero las elecciones sucederían después de provocar el linchamiento público de los dirigentes chavistas, como hicieron con Gadafi en Libia. Ese era el plan opositor en Venezuela.
Esta estrategia imperial para convertir a Venezuela en un país ingobernable, es decir Venezuela “Estado Fallido”, tuvo un apoyo fundamental en el hostigamiento institucional que se proyectó a través de la OEA, en cabeza de su Secretario General Almagro y en la campaña de desprestigio de la revolución que se construye desde las plataformas de opinión de los medios de comunicación internacional como la CNN. De tal contundencia ha sido la campaña de desprestigio de la revolución fuera de Venezuela, que incluso sectores y dirigentxs del progresismo y la izquierda se permitieron dudar en estos años de la pericia del gobierno revolucionario para enfrentar la crisis. Ese quizás haya sido el éxito más relevante de la política de medios para aislar a Venezuela.
Evidentemente el proceso de resistencia política que llevaron en unidad pueblo y gobierno durante estos dos años, fue consolidando el camino para retomar la iniciativa y fortalecer al proceso. Ya el 19 de abril de este año cuando la oposición venezolana llamaba al “trancazo” que buscaba paralizar al país, tuvo que enfrentar la contundente movilización de masas del chavismo. En esa oportunidad millones de venezolanxs repudiaron la violencia golpista y a los dirigentes de la oposición que la expresan.
En esa oportunidad Maduro alertó sobre la necesidad de que la Revolución Bolivariana construya un “desencadenante histórico”, llamado a construir un nuevo hito para derrotar los planes golpistas. Pocos se percataron de aquellas palabras y de lo que significaban realmente. Con una nueva demostración de fuerza en las calles, este 1º de mayo nuevamente millones de trabajadorxs venezolanxs oyeron en voz del propio presidente las mismas palabras. Ese desencadenante histórico se iniciaría con la convocatoria a una nueva constituyente en Venezuela. Con esto se inicia un proceso inédito en la historia de las revoluciones.
El llamado, en palabras de Maduro, convoca “al poder constituyente originario. Al proceso popular constituyente para ganar la paz, vencer el golpe de Estado y para perfeccionar el sistema económico, social y político del pueblo”. Según el artículo 327 de la Constitución Bolivariana, el pueblo venezolano es “depositario del poder constituyente y puede convocar a una Asamblea Nacional Constituyente para transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”. Otro artículo, el 348 plantea que “el presidente en Consejo de Ministros está facultado para tal convocatoria”.
Eso fue lo que sucedió este 1º de mayo después de la imponente movilización de masas del chavismo. Se abre con esta convocatoria un proceso político que no está exento de riesgos. La derecha intentará desviar la atención sobre los debates más urgentes. Por estas horas, atónita por la iniciativa constituyente, no está claro si la oposición aceptara participar, o no, del proceso.
Cabe recordar que esta decisión de convocar a una Constituyente tiene su antecedente más próximo en la convocatoria a referéndum constitucional que hiciera Hugo Chávez en el 2007 y en aquella oportunidad la oposición logro derrotar la iniciativa.
Fidel Castro dijo al respecto de aquel proceso que “la derecha logro activar reflejos condicionados en la sociedad que generaron incertidumbres y dudas en la población acerca del referéndum”.
A través de los medios de comunicación sembraron el miedo de millones de venezolanxs a perder el empleo, la vivienda, a no poder salir fuera del país o perder la patria potestad sobre lxs hijxs. Esos fueron los fundamentos que esgrimió la derecha con una matriz de opinión que se repitió hasta el cansancio en los medios de comunicación opositores a la revolución.
Para comprender el impacto de esta nueva iniciativa que pone en manos de todo el pueblo la decisión de cómo enfrentar los planes de guerra contra la revolución, será importante leer detenidamente las orientaciones que hasta el momento ha tomado el presidente venezolano:
“Entrego mi Poder al Constituyente originario, al soberano, al pueblo. Son tres artículos, 347, 348 y 349, donde están contenidos los mandatos al Poder Popular”.
“Yo he basado todas mis respuestas ante la Guerra económica, cuando he tomado las decisiones, para defender la Independencia de Venezuela, he tomado la respuesta de aquí, de la Constitución”.
“Yo sí creo en una constituyente sectorial y territorial. El que tenga dudas que se incorpore al debate nacional”.
"Yo he abierto una compuerta para ir a un dialogo más allá de las élites. Es una constituyente ciudadana".
“Yo quiero que todo el pueblo de Venezuela, tengan sus voces constituyentes, las Comunas, los campesinos, los estudiantes. Es muy importante que el pueblo asuma esta batalla. Los convoco, convencido en la idea que este es el camino para ganar la batalla que marca la Independencia y Patria Socialista, Viviremos y Venceremos”.
“Yo creo en la democracia directa, creo que se ha demostrado que es viable y eficiente. El Clap y los Consejos Comunales, son prueba de la democracia protagónica”.
“La defensa de la soberanía nacional, la integridad de la nación, el rechazo al intervencionismo y la visión hacia un mundo pluripolar y multicéntrico está claro y desarrollado”.
La activación del proceso constituyente representa un gran desafío para los sectores populares que apoyan la revolución bolivariana dentro y fuera de Venezuela. Es la primera vez que una revolución enfrenta una estrategia de derrocamiento del gobierno popular convocando a la participación democrática del pueblo. El proceso de debate y elección de una nueva asamblea deberá enfrentar múltiples acciones desestabilizadoras e intentos de paralización del gobierno. No estarán exentos los reacomodamientos al interior de las fuerzas chavistas e incluso posibles defecciones dentro de la fuerza revolucionaria.
Está claro que frente a los planes de derrocamiento violento de la revolución bolivariana la convocatoria expresa la voluntad de que sea el pueblo quien tome en sus manos su propio destino. Se ha activado en Venezuela una fuerza que ni los revolucionarios del mundo ni el propio imperio conocen en detalle. Será un compromiso con la historia acompañar este proceso del que la revolución puede salir victoriosa y servir de enseñanza a muchos otros procesos del continente, sobre todo en aquellos donde se ha instalado la desazón y el escepticismo sobre las formas democráticas de la revolución bolivariana. Ante todo, respeto a las formas de lucha de ese pueblo heroico y mucha atención al derrotero que transita a partir de ahora el chavismo. Quizás estemos frente a una de las mejores enseñanzas contemporáneas de cómo se transita un proceso de cambios estructurales y de cómo se enfrentan las encrucijadas históricas.