Nicolás Freibrun: “Milei confunde deliberadamente su autoridad presidencial con el personaje de Twitter”
APU Stream, el programa de la Agencia Paco Urondo que sale los sábados de 11:30 a 14 hs por el canal de Youtube de Gelatina dialogó con Nicolás Freibrun, politólogo de la Universidad de Buenos Aires, docente en la misma casa de estudios y en la Universidad Nacional de Mar del Plata e investigador en el Instituto Gino Germani. Freibrun reflexionó sobre los primeros meses del gobierno de Javier Milei.
Agencia Paco Urondo: ¿Qué análisis hace de la situación actual?
Nicolás Freibrun: El problema es que está todo bastante a la vista, sobre todo me interesa un punto que son las manifestaciones del presidente. Eso tiene que ser atendido y no rutinizado, sino puesto como algo excepcional. Me refiero a la palabra política del presidente. Siempre prestamos atención a esas cosas en cualquier personaje. Lo que se ve es una exacerbación, del orden de la locura, que nos pone en una situación de incomprensión y eso genera cierta angustia inclusive. ¿Cómo entiendo esto? ¿Con qué categorías? ¿Con qué discursos? ¿A qué apelo? ¿De dónde me agarro para poder discutir una situación bastante excepcional de un personaje muy singular?
Incluso es singular y bastante particular si uno compara con otros países y otros espacios políticos fuera de Argentina, donde evidentemente hay una cierta réplica. Uno siempre tiene la tentación de comparar con Jair Bolsonaro, si bien es otra cosa, con el propio Donald Trump, que me parece un personaje también no sólo polémico sino que emerge en Estados Unidos, donde uno piensa que las tradiciones políticas son más consolidadas. Prestaría atención a la violencia del presidente y, en ese sentido, es una violencia que tiene un antecedente que es el intento asesinato a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Ese es un punto de quiebre de la historia reciente.
APU: ¿En qué sentido?
NF: Inaugura un proceso muy alocado y descontrolado en el cual posibilita la emergencia de Milei, quien tiene una particularidad además. Él cree que es un emergente casi de la nada, que es un ser excepcional con cierto mesianismo. Guillermo Moreno dice que es revolucionario, yo digo que es mesiánico, aunque quizás el primero tiene algo del segundo. Esa especie de no-historicidad que él tiene hay que revisarla. Es el emergente de un momento de mucha confusión, no sólo de muchos problemas económicos y sociales, que está a la vista hace bastante, sino de mucha confusión de la política, de lo político y de los políticos.
Milei también surge contra los políticos por una crisis fenomenal de las representaciones, entre otras cosas que ya son dichas todo el tiempo. La clave es desde dónde se lo interpreta a Milei como un fenómeno realmente disruptivo en ese sentido. Después están los límites que pondrá el tiempo de la política, un tiempo para los que representan muy complejo porque no depende mucho de ellos.
APU: Parece que todavía no hemos visto ningún éxito político en las grandes transformaciones con las que Milei quería avanzar al menos en campaña.
NF: Sí, a mí me parece que obviamente ahí va. Uno siempre habla de largos procesos, estructuras, instituciones, representación, que son categorías muy abstractas, pero son necesarias para quienes nos dedicamos a las ciencias sociales. Lo que es interesante ver de Milei es que justamente su singularidad, que la explota todo el tiempo a los gritos y amenazando, violentando y discutiendo por Twitter, es un muy buen ejemplo de lo que lo que significa la época.
El tiempo de la política no son los tiempos necesariamente de las redes, Milei confunde, creo deliberadamente, su propia autoridad presidencial con el personaje de Twitter. Eso también define un poco como el clima de época. Ahora, el tema del tiempo de la política es algo que, de nuevo, los propios actores muchas veces no controlan. El tiempo de la campaña electoral es uno. Es cierto, tuvo un balotaje fenomenal. Mauricio Macri sólo le ganó por dos puntos a Daniel Scioli en 2015, pero los tiempos del ejercicio de la política son otros. Creo que no ha sido votado para producir una revolución, que no es una palabra del lenguaje político argentino en general, sino que es una política más moderada y más conservadora inclusive. Nadie lo votó para producir eso.
APU: ¿Y entonces?
NF: Ahí sí tengo una hipótesis. Milei es votado para dejar de escuchar y de pensar de eso que no queremos saber que es la política, que no resuelve nada para mucha gente. Milei ocupa un espacio muy interesante al estar todo el tiempo a los gritos, diciendo cualquier barbaridad, insultando incluso a la gente que ustedes odian, porque por eso me votaron. En ese sentido, aunque no me guste la palabra, es un reflejo de lo que pasa en sociedad. La gente piensa como Milei, ojo con eso. Después puedo decir si el gobierno anterior se equivocó, y los anteriores también, y así podríamos ir hasta el principio de la vuelta a la democracia. Podríamos tener un montón de discusiones en las formas de los de los gobiernos y sus capacidades de representar.
Milei sí dice algo de cómo es la sociedad actual, eso hay que decirlo y no que existe sólo como efecto de todo lo que hicieron mal los otros. Sí, pero si no se puede explicar la singularidad del fenómeno. La podés remitir hasta momentos muy hacia atrás, como el propio Milei hace, también busca una justificación propia en el pasado no democrático, lo cual es bastante sintomático porque no es una persona democrática. El presidente no es democrático. Para poner a alguien con el que él se mira: Carlos Menem era más decisionista, pero son totalmente diferentes incluso de lo que es el liderazgo político, si lidera o no es otra cuestión. Hay que pensar que la gente votó a Milei porque quería que diga algo de lo que dice y haga algo de lo que hace.
APU: Podemos pensar que ciertos errores del pasado generan predisposición para sentir o pensar de determinada manera y para buscar la salida en determinados personajes.
NF: El pasado siempre juega, existe. Está en el presente, tiene un efecto en todos nosotros, individualmente y social y colectivamente. Ahora, no podés explicar el presente sólo por el pasado. Es un problema metodológico. Milei representa algo en sí mismo de un presente de malestar generalizado que excede lo político. Podríamos hablar del capitalismo, de la irracionalidad, de la concentración de la riqueza que produce desigualdad, de un montón de cuestiones que no están tampoco colocadas en una discusión más amplia.
Ahí sí los políticos, o ciertos emergentes, tienen algo quizás para decir, más allá incluso de Milei. De nuevo, no me parece una personalidad muy capacitada, si uno compara con otros, como para sostener en el tiempo un cambio. La inflación y sus índices súper importantes de la vida cotidiana son mucho más que eso, son elementos concretos materiales. Pero un gobierno es mucho más que eso.
APU: No parece posible llevar a cabo esas transformaciones sosteniéndose de manera constante por “afuera”.
NF: Sí, ahí hay otro elemento que son las tensiones actuales de la democracia, para para decirlo muy rápidamente. Outsiders que tensionan a los partidos y los partidos que se ven tensionados por outsiders. Ahí habría como dos figuras. Trump es, en realidad, un outsider pero dentro de una estructura partidaria histórica que también ha tenido muchos cambios y se ha ido muy a la derecha en ese sentido, si bien es el más de centro derecha.
Ahí sí hay un elemento novedoso, que Milei encarna en nuestro caso, que es la famosa crisis interminable de los partidos y su relación con la capacidad democrática de representar. Hay un descreimiento más amplio, eso está estudiado y hay índices que estudian cuánto la gente aprueba o desaprueba la democracia. Es un problema y un tema a considerar porque, en general, las situaciones no democráticas no han resuelto. Son soluciones, quizás parciales, para coyunturas de crisis. La historia de la modernidad explica en algunos casos eso: el fascismo, las dictaduras, los autoritarismos.
APU: ¿Hoy cuál es la situación?
NF: Hoy hay una composición diferente de eso, pero hay una un tensar la democracia. Milei habla de liberalismo pero no de democracia. Nunca terminó de decir que sí cree en la democracia, que también es una posición de él, porque si hubiese dicho que sí hubiese ingresado en la forma en que los políticos dicen una cosa y después dicen otra, eso también es una estrategia deliberada.
Él se remonta a mucho tiempo atrás, donde la democracia no era considerado un valor, apenas incipiente o ni siquiera existía, donde había en realidad una casta. Milei quiere transformar el presente desde una mirada casi del siglo 19 de la política. Más retrógrado y conservador que eso no existe. Ese es otro elemento: el conservadurismo.
APU: ¿Cómo cree que el resto de los actores, ya sean políticos, sindicales o sociales, lo están interpretando a Milei?
NF: Sí, ahí hay varias referencias. Por ejemplo, Moreno o Juan Grabois, figuras que han surgido con más fuerza, aunque tiene un recorrido largo en el último período del gobierno de Alberto Fernández. Es un grupo que intenta dar una discusión desde un lugar sin tanta responsabilidad institucional. No están en cargos o lugares muy específicos, lo cual les da una soltura y frescura.
Después pienso en Axel Kicillof, ahí hay un hay un referente, no digo nuevo, pero que gobernando la provincia se posiciona de un modo en el que le dice cierta verdad a Milei. No fue, vino y trastabilló, como algunos gobernadores, que serían actores quizás más preponderantes que referentes de partidos, aunque están en ellos. Milei también los ha atacado y quiere hacer una serie de pactos que no benefician, hoy mismo, incluso financieramente, a las provincias. Luego hay una serie de políticos recientes, Sergio Massa, Alberto, Cristina, que están en un silencio y en una cierta soledad que es normal para lo que está sucediendo.
APU: ¿Cómo ve a la oposición?
NF: No veo una oposición muy articulada, pero porque hablaría de oposiciones en el sentido más más básico. Luego hay actores que sí están emergiendo o van a empezar a tener más visibilidad, que tienen que ver con el mundo del trabajo por claras razones, como sindicatos y gremios estatales. La política es más del orden de lo contingente, van a empezar a tener cierta visibilidad, van a poder construir quizás algún tipo de discurso. De todos modos, veo todo muy debilitado, en el sentido de desarticulado, pero es normal porque lo de Milei fue un cimbronazo. El peronismo, o los peronismos o referentes peronistas, están como con cierta perplejidad.
APU: Más allá de lo gestual, o de las razones por las que piensa que fue votado, Milei necesita acordar para avanzar en reformas estructurales que vendió discursivamente, si es lo que quiere.
NF: Creo que no va a haber reformas estructurales en ese sentido. Si Milei se piensa como un personaje excepcional en la historia es capaz de hacer cualquier cosa. Puede decir que viene a resolver una situación de cien o los a que sean de decadencia, es casi una teoría de la historia. Ahí hay un problema, que es cómo se considera la legitimidad electoral y el poder derivado de eso, que ahí siempre también hay una tensión en la democracia. Puede gobernar a decretos o cerrar el Congreso, como hizo Alberto Fujimori en Perú.
Hay distintas alternativas, pero si él se piensa como un ser excepcional, un salvador de la nación, podemos esperar muchas cosas diferentes. No dialogar ni tener ningún tipo de relación con el Congreso, con la oposición. Eso va a estar en directa relación con la cuestión social y económica, que no son lo mismo, pero vamos a decirle la calidad de vida de la gente. La sociedad argentina todavía tiene una reserva política, intelectual y moral que podría contestar.
APU: Esas tensiones se notaron en relación de Milei con Macri
NF: Sí, no dejó que Macri lo domine, aunque hay una tensión porque le resuelve ciertas figuras del gabinete como Luis Caputo, Patricia Bullrich, Luis Petri o Federico Sturzenegger. Todo eso es Cambiemos. Están disueltas esas identidades en el contexto actual. El campo de fuerzas está mucho más puesto entre mileismo y anti-mileismo que entre los partidos tradicionales y coaliciones.
APU: No terminan de definirse los roles de cada sector de la oposición.
NF: En principio, la cuestión de los liderazgos, porque la política es liderazgos y siempre sigue siendo así. No hay liderazgos de oposición, tal vez Kicillof o Cristina, que obviamente lo representa aún hoy, hable más o menos, nos guste o no. Hay un tema de recambio generacional, pero esos liderazgos se tienen que producir y crear. No van a surgir de la nada. Es un aspecto a considerar que Milei no tiene hoy un liderazgo que se le contraponga en la esfera pública.
Después hay un problema con las ideas, ya sea del peronismo, del campo nacional y popular, del progresismo, de la izquierda o de un tipo de izquierda, de ideas de esa tonalidad. Un proceso ideativo que nunca se pone en discusión. Hacer política con el pasado es muy problemático. Las ideas del pasado funcionaron en un contexto en el que había un humor social, una serie de condiciones, una necesidad o demanda de eso que en el pasado se produjo, pero traerlas al presente mecánicamente no sólo no sirve sino que es contraproducente. Hacer política diciendo lo bueno que hiciste es un aspecto, pero no alcanza, y ahí el peronismo tiene un problema gravísimo.
APU: ¿Todos los peronistas?
NF: Todos. A modo de ejemplo, señalar quién es o no peronista no sirve mucho en este contexto de tanta atomización. Habría una inquietud de que va a volver el peronismo a producir una especie de salvación. Es probable que, electoralmente, eso suceda, pero el momento actual no es de discusión electoral. Es interesante en este momento igual lo de Moreno porque también algunas cosas las deja claras, y eso es bueno en la confusión.
APU: Eso se traduce en la falta de un rumbo claro en la actualidad.
NF: Sí, coincido. Cabe el ejemplo de Cristina en 2017, inclusive habiendo perdido por poco. Me acuerdo de una de sus ideas era que el macrismo nos desorganizó la vida. Creo que el triunfo de Milei nos deja perplejos y, más que reconstituir, a la oposición la atomiza más. Generó el efecto contrario al de Macri, como con la plaza impresionante de Cristina en diciembre y un relato sobre los propios gobiernos que todavía tenía funcionaba de un modo.
Ahí hay otra cuestión que es la politización de la sociedad. Muchos años se habló de que la sociedad está politizada y, de repente, parece como despolitizada o no interesada, o al menos una parte de la sociedad importante que se expresa electoralmente. Uno puede decir que es otra forma de lo político, está bien, pero me parece que lo que interesa interrogar es cuán politizada estaba la sociedad. ¿Qué significó eso? Hay un punto para señalar de la historia de la historia reciente de los propios discursos que se han construido.