Provincia de Buenos Aires: encuestas, narrativas y el sopapo que no fue
Por Diego Moneta
La veda de publicación de encuestas comenzó a regir el 6 de noviembre. Pese a ello, varios medios de comunicación se ocuparon de difundir el “termómetro estadístico” de diversas consultoras antes de la llegada a las urnas. Si bien sabemos que no se ocupan de predecir y que su fiabilidad muchas veces no es tal, en particular nos interesa puntualizar en dos que se compartieron al día siguiente, el domingo 7, una semana antes de las elecciones Generales. Una realizada por Federico González & Asociados, en el portal REALPOLITIK, y otra por Jorge Giacobbe & Asociados, en Perfil.
La provincia de Buenos Aires ponía en juego 35 bancas del Congreso de la Nación. El Frente de Todos (FDT) 17, Juntos por el Cambio 14, el Frente de Izquierda y de los Trabajadores - Unidad (FIT-U) 2, y otras dos parte de los bloques Consenso Federal y Unidad y Equidad Federal. El escrutinio definitivo de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) había arrojado un 37,33% para la lista de Juntos, pasando a ser liderada por Diego Santilli, y un 33,25% para Victoria Tolosa Paz. De esa manera, poco más que cuatro puntos porcentuales separaban a la oposición del oficialismo.
La primera consultora, Federico González & Asociados, llevó a cabo su estudio entre el 1 y el 4 de noviembre a partir de un sistema cuantitativo de cuestionarios estructurados online. Se tomaron 1.200 casos y el nivel de error era de +/- 2,89%. Más allá de la imagen de las figuras del oficialismo, el dato importante era la intención de voto. El 43% de los votantes manifestó que optaría por la fórmula Santilli-Manes mientras que un 36,2% se inclinaba por el tándem Tolosa Paz-Gollan. La distancia era casi de siete puntos.
Por otro lado, Jorge Giacobbe & Asociados arriesgaba más. El sondeo se llevó a cabo entre el 31 de octubre y 2 de noviembre mediante un cuestionario con preguntas abiertas y cerradas a dispositivos móviles. Se contemplaron 2.500 casos con un margen de error de +/- 2%. Incluía estudios de imágenes y pedidos de definiciones sobre los candidatos. ¿El resultado electoral? 44,1% para Juntos y 35,8% para FDT. La ventaja de la oposición era de más de ocho puntos y, como máximo, podía llegar a reducirse a los ya conocidos cuatro puntos. Además, en la Ciudad de Buenos Aires María Eugenia Vidal más que duplicaba a Leandro Santoro y acaparaba la mitad de los votantes.
Sin embargo, lo más interesante estaba al comienzo. La introducción, a cargo del licenciado Jorge Daniel Giacobbe, se titula “El tamaño del sopapo”. Allí planteaba que la “única discusión” era por cuánto perdería el FDT y “en qué medida eran mentira los supuestos votos de Alberto Fernández, de Sergio Massa y de la misma Cristina Kirchner”. Además, se refería a la “vergüenza en el voto blando” en personas que “no dicen que van a votar al kirchnerismo” pero que, por otras preguntas, “se muestran más cerca de ese espacio que de otros”, y rememoraba “sucesivos enojos de Néstor y Cristina“ con intendentes que reparten boletas para defender sus concejos deliberantes, ya sea sin incluir legisladores provinciales o con candidatos opositores en ese apartado.
De esa manera, el director de la consultora aseguraba: “El sopapo será gigantesco no importa cuales fueran los números finales”. Giacobbe concluía haciendo referencia a que “el sistema te acompaña hasta la puerta del cementerio”.
El sopapo que no fue
La confianza de la oposición mayoritaria parecía ser tan grande que Mauricio Macri, de manera muy irresponsable y violando la veda, se largaba a hablar de “transición”. Las crónicas al día siguiente de las votaciones representarían un contexto distinto. Con el 98,17% por ciento de las mesas escrutadas, la diferencia a favor de Juntos en Provincia es de apenas más de un punto, 39,81% a 38,53%, por lo que cada espacio se adjudicaría 15 bancas (el oficialismo pierde dos y la oposición suma una). Otras dos están aseguradas por el FIT-U y el armado libertario de José Luis Espert espera quedarse con tres, aunque el escrutinio definitivo dirá si una de ellas no termina siendo ocupada por Florencio Randazzo.
De la tragedia anunciada a un sopapo que no fue tal, varios indicadores cambiaron la cara de la derrota. Revertir resultados en provincias y municipios y sostener mayorías en cámaras nacionales y bonaerenses, al menos hasta el momento, permitieron a figuras del oficialismo hablar de empates o hasta de “ganar perdiendo” cuando ni siquiera había terminado el domingo. Lo cierto es que sin ser exitista al FDT le fue un poco mejor.
Las derrotas son derrotas, pero la rápida respuesta narrativa corrió el eje de la discusión. En Juntos se cuestionan la elección de sus cabezas de listas, lamentan no haber roto el piso de 50 puntos en Ciudad y no entienden el clima festivo oficialista. Lo cierto es que si tienen que salir a aclarar que ganaron, algo falló. Es cierto, la coalición peronista queda lejos de los 129 diputados que hubieran significado un quórum propio y las bajas en el Senado deberán ordenarse, aunque no sería “la primera vez en décadas” como se comenta.
En 2010 Miguel Angel Pichetto, por ese entonces el líder de la bancada del Frente Para la Victoria, reconocía haberlo perdido por no poder articular con otros bloques. A partir de diciembre el FDT tendrá tres senadores más que en ese entonces y también la posibilidad de negociar con dos legisladores de armados provinciales que ya han trabajado con el oficialismo en varias oportunidades desde 2019. El Gobierno, y el peronismo, deberá mostrar iniciativa y resultados camino a 2023, sobre todo para negociar el relativo empate legislativo y las tensiones con la oposición. Deberá entender que no hay comunicación política sin política y que es torpe al seguir de atrás la agenda que le buscan proponer.