Las elecciones son un medio, no un fin: respuesta a Nicolás Vilela

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    Daniel Santoro
    Rescate de la mamá de Juanito Laguna frente a la costa de Chapadmalal (2011), Daniel Santoro
PERONISMO

Las elecciones son un medio, no un fin: respuesta a Nicolás Vilela

08 Marzo 2024

En un artículo publicado en la revista Contraeditorial, el militante de La Cámpora y concejal de Hurlingham Nicolás Vilela reflexiona sobre el momento catártico del peronismo, con autocríticas y críticas cruzadas entre sectores.

En un momento, el autor alude a AGENCIA PACO URONDO, a partir de un texto de Santiago Asorey, donde se sostiene que no se nombra a Cristina, a quien se reemplazaría por el eufemismo "década ganada". Y se sostiene algo más sobre APU: "Otrora brindó un servicio inestimable a la militancia contra el macrismo pero ahora parece rendido a los pies del ´soberanismo´ morenista y el apolillado pensamiento nacional".

En ese punto, dos cuestiones a remarcar. En primer lugar, que AGENCIA PACO URONDO es un espacio que tiene casi 20 años de existencia, lo que representa una experiencia de militancia anterior a la de Vilela y La Cámpora, por caso. Luego, no se puede reducir la línea editorial de APU a un texto determinado. Por el contrario, desde siempre, APU se propuso como un espacio sensible a los debates del peronismo y el campo popular (en 2014, por ejemplo, fue el único medio kirchnerista y peronista que criticó la devaluación del gobierno nacional).

En este sentido los distintos debates del peronismo y del campo popular que se expresan en AGENCIA PACO URONDO reflejan también el fundamento doctrinario de un Pueblo Libre. Consideramos que hay sabiduría en nuestro Pueblo, que hay que saber escuchar, y no creer en posiciones iluministas o vanguardistas que se jactan del sectarismo.

Si se quiere conocer la línea editorial de APU, deben leerse los editoriales del espacio - que se construyen por consenso de sus militantes orgánicos -, en particular el último, donde se reflexiona sobre la derrota electoral y la crisis y el vacío profundo de conducción del peronismo y sus liderazgos

En ese sentido, implica una difícil tarea resumir la línea histórica de la AGENCIA en una nota, pero tal vez sea relevante cuando se observan posiciones como la del compañero Vilela jactándose del sectarismo. Sin embargo, abre la oportunidad para debatir sobre este punto. Las posiciones movimentistas en APU tienen larga data y remontan al origen de nuestro espacio. En 2011 revindicamos, por ejemplo, la figura de José Ignacio Rucci. Entendemos que el movimiento obrero organizado es la columna del movimiento nacional e impulsamos siempre el reencuentro entre los símbolos de Paco Urondo y Rucci en el pasado, entre la Juventud Peronista y los Moyano en los tiempos contemporáneos. También señalamos y defendimos el tercer gobierno del General Perón como un gobierno de liberación nacional – Gobierno vilipendiado e incomprendido por sectores de la izquierda peronista-. Para nosotros, la unidad del movimiento no se trata de una herramienta tacticista sino de un valor permanente de nuestra concepción política. Los máximos logros de nuestra fuerza política se constituyeron en la construcción del movimiento, no de una experiencia partidocrática. Ya sea en el peronismo histórico de la década del 40 o en la década ganada conducida por Néstor y Cristina Fernández de Kirchner.

Por eso debatimos ese equívoco que fundaba la identidad del kircherismo sobre la izquierda peronista -una fracción del movimiento- y construía rivales hacia el interior del peronismo. Donde algunos ven “burócratas sindicales” y “gobernadores conservadores” nosotros vemos compañeros. Primero está la Patria, después el movimiento y por último los hombres. La aspiración es la construcción de un gran proyecto nacional no la de un círculo político.

Creemos que si queda claro algo como experiencia de los setenta es el costo brutal y sangriento que tienen las rupturas y desviaciones sectarias en el peronismo. Esas rupturas abrieron la puerta a la dictadura genocida. Perón lo dejó señalado explícitamente en su legado político (Modelo Argentino para el proyecto nacional de 1974):  “Finalmente, la más importante de las enseñanzas es la revelación de que los sectarismos no nos conducirán jamás a la liberación. Las diferencias de ideas son positivas en tanto estén abiertas a la confrontación sincera y honesta en busca de la verdad”.

Por esos mismos años, Perón detalló su postura en un Congreso partidario de una manera sintética: "Los sectarismos son para los partidos políticos, pero no para los movimientos nacionales como el nuestro. Pero todo tiene un límite. Es indudable que no es suficiente con que yo diga que soy peronista para que todos crean que lo soy, porque en este sentido lo que uno dice no tiene el valor de lo que uno hace; y pensamos que dentro de nuestro Movimiento, desde siempre, para conocer a un cojo lo mejor es verlo andar".

La crisis no es de nadie

Vayamos al presente del peronismo. El justicialismo perdió las elecciones del año pasado contra un outsider que se jacta de ser anarcocapitalista, lo que debe ser el peor desempeño electoral del peronismo en su historia. Pero el derrotero no terminó ahí: ya cayó en 2021, 2017, 2015 y 2013. De las últimas 5 elecciones fue superado en 4. Por eso, hablar de cualquier liderazgo peronista que hoy convoque la esperanza de nuestro pueblo es equivocado.

Pero más allá del desempeño electoral - que en el artículo se remarca - está la cuestión de fondo. Para el peronismo, la política (y por ende, las elecciones) no es un fin sino un medio para lograr la grandeza de la Patria y la felicidad de su Pueblo, como reza la doctrina peronista, que tienen mucha actualidad aunque esté "apolillada" según Vilela.

Por su parte, la única victoria en una década ocurrió en 2019. Como parece reconocerse en el texto mencionado, el triunfo se dio gracias a una construcción que solo privilegió lo electoral, sin definir un programa económico y político. Un tacticismo que terminó con el economista Gabriel Rubistein como vice ministro de Economía de la gestión de Frente de Todos. Rubistein está cercano a las definiciones económicas del macrismo o del propio Milei.

Cristina fue la gran responsable de esa decisión - en soledad decidió la fórmula presidencial - que condenó a nuestro pueblo a un gobierno a la deriva, sin programa, sin presidente acorde y con una coalición que ahora se reconoce que no servía (¿se supo desde el vamos?). Esto no es materia opinable. Se trata de una verdad señalada por nuestro Pueblo con una paliza electoral. No perdió Massa, no perdió Alberto Fernández, no perdió Cristina Fernández de Kirchner. Perdió todo el pueblo argentino que fue conducido al fracaso. Es evidente que para nuestro pueblo la responsabilidad no fue solo de Alberto sino de todos lo que conformamos el Frente de Todos. Por supuesto que cualquier ser humano y dirigente puede cometer errores. Pero para poder llegar a la reconciliación es necesario e importante tener la capacidad de verlos y pedir perdón. Solo así es posible la rectificación del error también de cara al futuro

Ante una gestión que terminó con 45% de pobres y variables totalmente desestabilizadas (sin reservas, con déficit fiscal total e inflación récord) es lógico que el peronismo esté en crisis y en ebullición. Cierta revuelta en sus bases es esperable y celebrable. Condenar toda crítica de esas bases en nombre de "no tienen votos" es un sinsentido que solo llevará a reproducir errores. Y vamos de nuevo: el peronismo no tuvo los votos suficientes en 4 de las últimas 5 elecciones.

En ese sentido, voces como la del economista Guillermo Moreno son relevantes porque ponen en palabras y conceptos debates que están en muchos ámbitos justicialistas.

Vale remarcar algunas propuestas de Moreno que deben ser debatidas a fondo por el peronismo.

En primer lugar, cuál debe ser su programa económico. ¿El modelo peronista/kirchnerista estaba completo hacia 2011/2012 y debía revisarse, tal cual le había pasado a Perón en sus primeros gobiernos? ¿Es necesario pasar de un sesgo basado en la demanda a otro basado en la producción? Esas son propuestas que Moreno trajo a la discusión pública. Pero hay otros debates de fondo sobre los que Moreno insiste: ¿Quién hace la economía? ¿Solo el sector público o es el público y el privado? ¿Argentina está endeudada o lo está su Estado? Reducir esas preguntas a "se quiere un peronismo pro-empresa" es tramposo y simplista: es elegir la caricatura que más nos sirve a nuestros argumentos. Festejemos el debate, pero tomémoslo con seriedad porque nuestra crisis lo amerita.

Por otro lado, el ex secretario de Comercio trae otra discusión política que tiene que ver con la organización del peronismo. En ese punto, propone volver al esquema de ramas por sector, que confluyan en una conducción colegiada del movimiento. ¿Se pueden construir consensos políticos e intersectoriales desde la base de un programa? Es muy llamativo (y representativo) que se reivindique el sectarismo como lógica política e incluso se lo haga en relación a Javier Milei. ¿Quedan dudas de que esta experiencia libertaria será muy nociva para el pueblo argentino? Ajusta, rompe la economía productiva, destroza el capitalismo argentino pero no dialoga. ¡Qué bueno!

Unidad con todos

La crisis del peronismo obliga a repensarlo y debatirlo todo. Parece evidente que todas las variables económicas se estancaron o empeoraron desde 2011, cuando el peronismo industrialista se volvió a chocar con la restricción externa. El país acumula una década perdida, caracterizada por estancamiento del PBI, devaluaciones constantes y deterioro del poder adquisitivo y el empleo. De los últimos 12 años, el justicialismo gobernó 8.

Ante esa realidad, está bien pedir críticas y autocríticas a todos los sectores. Nadie puede ni debe jactarse de nada en el peronismo. La crisis nos arrasó a todos y todas. La reconstrucción también debe ser con todos y todas y por supuesto Cristina tiene que tener un lugar en esa mesa de reorganización. Su último documento, donde invita repensar el ideario kirchnerista de los últimos años, es parte de ese debate que es necesario dar.

Pero esta vez la ecuación tiene que invertirse: primero definamos qué queremos hacer. Un plan de Gobierno y un espíritu doctrinario que nos ofrezcan una dirección clara. En este marco, interpelemos a la sociedad con nuestra verdad y luego veamos cuál es el esquema electoral más eficiente. Porque si algo dejó en claro la gestión frentetodista es que “un gobierno sin doctrina es un cuerpo sin alma”.