Venezuela: el terror se basa en la incomunicación, por Yair Cybel
Llegué a Venezuela hace cinco días, en un momento picante. Sabía a lo que venía y sabía -aún más- para qué venía. Había leído mucho de la situación y traté de (in)formarme con la mayor certeza posible para venir preparado a una realidad difícil. Arrecha, como dicen acá los panas. Convencido de que en el mundo de hoy, decir la verdad es un hecho revolucionario, dispuesto a ponerle el pecho a la situación para contarle al mundo la otra campana, esa que no sale por la CNN, la que no retwitea mi tío -el que no lee un libro hace 15 años pero se formó en la academia de TN-, la que no repiten escandalizadas las viejas de Belgrano cuando escuchan nombrar a Chávez.
La situación está jodida. La derecha, envalentonada, decidió salir a la calle con todo su odio de clase. La primera de las afirmaciones que podemos esbozar es que los tipos saben lo que buscan: el desgaste, la fatiga, instalar un estado de alerta permanente, desestabilizar y llamar a la intervención extranjera. Lo hacen movidos por el odio de aquel que perdió sus privilegios, con la necesidad de apelar a la violencia después de haber sido derrotados en 18 de las 20 elecciones (democráticas, constitucionales, auditadas por organismos internacionales) que se hicieron en los últimos 18 años. Buscan una foto para vender a los medios internacionales: por eso posan desnudos, por eso las máscaras y el show, por eso las “guarimbas” con más cámaras que manifestantes.
La situación está jodida y eso es un hecho. Hay que reconocer que la “guerra económica” ha dado sus frutos: la escasez se siente en la calle y golpea. Los productos de primera necesidad no son fáciles de encontrar, la inflación está dura y el gobierno no ha podido (aún) salir airoso del ahogo económico al que lo someten los grandes productores de bienes, el capital financiero y las farmacéuticas.
Un elemento central para el análisis es la situación regional: tras la derrota electoral del FPV en Argentina, y una vez consumado el golpe institucional en Brasil, la derecha venezolana apostaba fuerte al triunfo de Lasso en Ecuador para arrinconar totalmente al gobierno de Maduro. No pudieron y ahora saben (porque ven a Lula primero en las encuestas, porque CFK asoma como la única oposición real a Macri) que se juegan mucho en esta avanzada. Por eso la violencia. Por eso la desesperación, por eso los muertos, los saqueos y las piedras.
Otro dato fundamental para entender la coyuntura es el bajo precio del petróleo. Pese al acuerdo alcanzado el año pasado con la OPEP para bajar la producción y lograr un alza en el precio del barril de crudo, la baja del “oro negro” condiciona la capacidad de maniobra de Maduro. No hay que ser una luz para entender cuál es el interés de las potencias en Venezuela: no son las arepas del Petare, ni las estrellas de béisbol; vienen por el petróleo.
Como en Libia, como en Siria, el libreto es el mismo. Se construye una oposición política desde fuera, con poca o nula representatividad social. Se ahoga la economía y se apela a la diplomacia internacional amiga (OEA). Los medios (vaya noticia) son un pilar fundamental en la ecuación, para crear sentido común, generar caos y foguear el descontento. Después vienen los disturbios de calle, las confrontaciones y el clamor por la intervención de los dueños de la democracia.
Carlos Marx decía que la historia del hombre es la historia de la lucha de clases. En Venezuela la historia se escribe con tinta roja. El componente clasista es el eje vertebrador de la polarización social: los pobres, los humildes, los campesinos, los “pata en el suelo”, siguen siendo chavistas. A pesar de los golpes, de la escasez y de la guerra mediática. Los opositores (en su mayoría blancos, urbanos, clase media y para arriba) no han podido ampliar su base de representación: pese al descontento -que efectivamente existe- los barrios son rojos.
En Venezuela se juega hoy el futuro del continente. Como en 1973 lo fue Chile, hoy es Caracas el laboratorio de la derecha. La batalla se juega en las calles y en las redes, acá adentro y allá afuera. ¿Qué podes hacer? Ya lo dijo Rodolfo "Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance (...) Mande copia a sus amigos; nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El Terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad"
Porque el amor vence al odio, y como dijo el Comandante “somos libres y más nunca seremos esclavos, cuéstenos lo que nos cueste”.
RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs).