Gollan: “Ahora se viene el tsunami, que ya no es ola”
Por Santiago Gómez
Desde San Pablo
La ocupación de camas de terapia intensiva en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires superó el 90%. El jueves 7 de marzo, el presidente Alberto Fernández anunció que habría nuevas medidas de restricción. Dos días antes, en un evento organizado por la Universidad Nacional de Rosario, el ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollan, anticipó que el gobierno nacional tomaría medidas. El funcionario peronista señaló: "Tenemos una capacidad del sistema que el año pasado funcionó, no sabemos si este año va a funcionar sin medidas drásticas, se van a anunciar medidas que no son lo drásticas que la provincia propuso pero más que lo que propuso la Ciudad. Estamos en 68% de ocupación, prevemos que estaremos en el 80/85% en diez días, con suerte. Eso no es colapsado, no tenés pacientes en los pasillos, pero estás al borde".
Este fin de semana, diversas empresas de medicina y organizaciones de la salud informaron que el sistema de salud de la Ciudad de Buenos Aires tiene una ocupación superior al 90%. No se llegó a ese número de un día para el otro, pero recién después del comunicado los medios masivos se vieron obligados a informar la situación real de la Ciudad. El ministro Gollan consideró que la crítica situación en la que se encuentra la CABA es producto de especulaciones político electorales de Juntos por el Cambio. En esta entrevista, el ministro también describe cómo operan laboratorios y empresas para sacar provecho de la crisis humanitaria que atraviesa el mundo.
En diálogo exclusivo con AGENCIA PACO URONDO, Gollán explicó las razones por las que existe más de un 20% de diferencia entre las vacunas recibidas y las aplicadas. Describió cómo encontró a los equipos de salud al inicio de su gestión y cómo se fortalecieron las condiciones de trabajo, no solo por los aumentos salariales, también por el espacio de participación y contención que la gestión le dio a los profesionales, quienes padecen desde hace más de un año situaciones de estrés con las que nunca antes habían convivido. Por último, contó cómo sobrelleva una actual situación de tanta presión: "Cuando uno estuvo más de cuatro años secuestrado en la dictadura, torturado, uno puede relativizar algunas cosas".
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo se explica la diferencia del 25% entre la cantidad de vacunas recibidas y la cantidad de vacunas aplicadas?
Daniel Gollan: Porque la cantidad recibida es un dato instantáneo que se sube ni bien llegan al país las vacunas. En este último tiempo llegaron más de 2 millones de vacunas, de distintos tipos, un millón de Sinopharm, unas 800.000 de Sputnik y unas doscientas y pico mil de Astrazeneca, que llegan juntas, se cargan. Pero después hay que distribuir y necesitás días para aplicarlas, por lo que tenés un delay en el proceso de vacunación. Mientras tenés un dato que se carga instantáneamente el resto de los datos se carga en la medida que se vacuna. Mínimamente esas dosis se colocan en una semana, diez días, por lo que ese 25% se explica por la diferencia de tiempo entre la carga, la aplicación y por el otro hay un delay en los tiempos de carga de información.
APU: El año pasado, en una charla organizada por la Universidad de Rosario, usted manifestó el estado de sobrecarga que vivían los equipos de salud de terapia intensiva. Después de un año de pandemia: ¿Cómo están los equipos de salud, desde administrativos, profesionales de enfermería, hasta de la medicina?
DG: Nosotros tuvimos un desgaste muy fuerte durante el año pasado, durante el pico de la ola. En los últimos tres meses, desde fines del año pasado a comienzo de este, tuvimos menos internaciones y aprovechamos el tiempo para darles una licencia especial a los trabajadores en general, pero particularmente a los de las zonas críticas, en las áreas de terapia intensiva, clínica, hisopados. Sin que ese descanso fuese óptimo o el deseado, hubiéramos querido que fuera más tiempo, fueron dos semanas, pero si se suma al tiempo donde aflojó el trabajo en las terapias, hubo parte del personal que no estuvo con un nivel de estrés tan grande como el que vivieron el año pasado.
Eso se pudo manejar con apoyo psicológico, especialmente dirigido, y en la provincia tomamos una serie de medidas como que por segundo año consecutivo se logró un acuerdo paritario con todos los sectores que contemplan mejoras salariales bastante por arriba de la inflación y una serie de otras medidas de trabajo: equipamiento de última generación, camas de la mejor calidad para trabajar más cómodos, una serie de acciones que intentan minimizar el estrés.
Ahora se viene el tsunami, que ya no es ola, con lo cual nuestra sobrecarga del año pasado, mínimamente compensada por el afloje de la pandemia y el descanso que se pudo dar, no alcanza cuando se te viene de nuevo la ola, y los equipos están bajo un nivel de estrés, aunque respondiendo bien. Quiero decir también que ayudó muchísimo tener a todo el personal de salud vacunado, prácticamente a todos con la doble dosis, todos los que están en áreas críticas con dos dosis, eso ayuda muchísimo, les da tranquilidad, porque saben que si enferman será de forma leve, dándoles tranquilidad emocional.
APU: La semana pasada, en otro evento de la Universidad de Rosario del que usted participó con el exministro de Salud y diputado nacional brasilero, Alexandre Padilha, señaló que las últimas restricciones que anunció el gobierno nacional no eran las que la provincia de Buenos Aires quería, pero son mucho más que la CABA proponía. ¿Cómo explica el limbo en el que parece que viven las autoridades porteñas a la hora de tomar decisiones que restrinjan la circulación?
DG: Creo que hay una cuestión en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires respecto a la reticencia que manifiestan a tomar medidas restrictivas que tienen que ver simplemente con una especulación política electoral, no hay otra explicación. Porque uno conversa off de récord con los equipos técnicos y pintan una situación completamente diferente a la que transmiten públicamente. Te doy un ejemplo: la ocupación de camas de terapia intensiva e intermedia hoy del sector privado, que el 83% de la Ciudad se atiende ahí porque tiene medicina prepaga u obra social, está saturado, están todos con una ocupación arriba del 95%.
Cuando el gobierno de la CABA hace el anuncio de la ocupación de camas de terapia intensiva transmite que hay un 40% de ocupación, transmite preocupación porque subió del 30% al 40%, pero solamente está hablando de camas de terapia intensiva del sector público que es absolutamente minoritario en la Ciudad. Da la sensación de que la CABA tiene un 40% de ocupación cuando en realidad está por arriba del 90% cuando considerás a los niveles público y privado. El sector privado está con el 95% o 100% de ocupación, el sector público es muy chico en proporción. La CABA es por lejos la ciudad con mayor concentración de servicios de salud y camas de internación privada de todo el país.
Nosotros esto lo vemos también del lado de la provincia de Buenos Aires, porque las empresas de medicina prepaga que tienen asociados propios que no se conforman con cualquier tipo de atención, quieren ir a los sanatorios propios, quieren la mejor hotelería, también están al 100%. Lo que tenemos en la provincia es que las clínicas y sanatorios de mediano nivel, no de las grandes empresas prepagas, que son emprendimientos médicos, familiares, PyMES, a esas las tenemos con menor nivel de ocupación, un 60%. Al sector público lo tenemos a un 67%. Tenemos más estresado al sector público porque el 40% de la población sólo tiene cobertura pública, además atiende a una población de 17 millones de habitantes.
Lo que veo sobre el gobierno de la Ciudad es que hay una intencionalidad política de hablarle a un electorado. Cuando uno ve las encuestas políticas observa que de los votantes de Juntos por el Cambio hay un porcentaje alto de personas que rechazan las medidas de cuidado y restricción, mientras que entre los votantes del Frente de Todos casi un 90% está de acuerdo con tomar medidas, de distinto tipo, pero tomar medidas. También es necesario decir que entre los votantes de Juntos por el Cambio no es que la mayoría está de acuerdo con estas medidas. Hay un 60% que está de acuerdo con tomar algún tipo de medidas y un 40% que no.
Entonces, el problema es lo que expresa el núcleo más duro de JxC, que lo representan Patricia Bullrich y Mauricio Macri. Ellos están en una cuestión absolutamente política, quieren que haya caos, están buscando que se desmadre la situación, buscan que entremos en una crisis profunda a partir de un colapso del sistema sanitario. Al contrario de lo que piensa la gente, ese colapso después es peor para la economía, porque con el cuento de mantener la economía después tenés que terminar cerrando, como le pasa a Brasil. No se trata sólo de que ningún país del mundo quiera recibir a sus turistas sino que también se le caen las inversiones, la actividad productiva, etc. Juntos por el Cambio está apostando al caos, no se entienden de otro modo las declaraciones de la jefa del partido, Patricia Bullrich, que llama a resistir cualquier medida de restricción, hasta las que se tomaron que no son muy contundentes que digamos.
APU: Tuvo que lidiar durante más de un año con la corporación médica que no es una corporación fácil, además, entre los médicos y médicas hay un importante número de votantes de Macri. Después del año de experiencia, ¿cuál es el balance que hace del trabajo con la corporación médica, después que observaron un gobierno que no solo les mejoró las condiciones salariales y de trabajo, también mostró una sólida dirección técnica del abordaje sanitario?
DG: En general, en la salud hospitalaria la relación fue de peor para mejor. Empezamos mal porque los trabajadores y trabajadoras de la salud del hospital público venían mal desde hace muchos años, ni siquiera de los últimos cuatro, por lo que había un malestar muy grande, considerándose el último orejón del tarro, la autoestima muy baja y muy desvalorizados, no tenidos en cuenta en su rol. Mejoramos mucho la relación con hechos contundentes: dos paritarias cerradas por primera vez en décadas y una participación muy fuerte en ámbitos de participación en los hospitales y que generaron un cambio en la conducta de gran parte de trabajadores, principalmente del sector médico, el más hegemónico del sistema, de integración y empatía como equipos de trabajo. La pandemia dejó una solidaridad interna y entre hospitales como no se vio nunca, estimulada por una serie de acciones proactivas, estimulamos todo eso porque forma parte de la mística que hay que generar y la autoestima que hay que devolverle a los trabajadores de la salud del sector público.
Obviamente que cuando hacés eso impacta en el sector privado porque la mayoría de los trabajadores de la salud trabaja en el sector público y el privado. Mientras construimos este proceso de generar confianza en un proyecto político que los contempla, los incluye, en los comités de emergencia de cada hospital, todos opinan, todos contribuyen, en paralelo desarrollamos algunas actividades que molestan a algunos grupos corporativos. No creo que haya una corporación, hay muchísimas pequeñas corporaciones que se matan entre ellos, disputan entre ellos, porque es el modelo de salud vigente gobernado por el mercado, no por el Estado, por lo que las reglas son las de la jungla.
Esto es lo que estamos intentando corregir en el proyecto de la provincia de Buenos Aires de recuperar la gobernanza del conjunto del sistema, con todos los actores, pero gobernados por el Estado en términos de políticas sanitarias. Entonces tejimos junto a clínicas y sanatorios de la provincia, que cuando llegamos estaban a la quiebra y con la crisis estaban en una situación terminal, un sistema de sostenimiento, a través de la obra social provincial, que luego devuelven con prestaciones a cambio de que no se nos cayeran las camas de terapia intensiva, porque son la mitad de las que tenemos en la provincia, pero les pedimos que nos entregaran la información de las camas y generamos por primera vez tener un tablero de gestión de camas públicas privadas en tiempo real con actualización dos veces por día.
APU: Si el sistema público necesita una cama en el sector privado se hace la derivación y ellos no puede negarse a recibirlo. ¿Esto es así?
DG: Exactamente, en el tablero vemos dónde están las camas alrededor del hospital que saturó y tengo la opción de derivar a la clínica más cercana u otro hospital, según lo que convenga. Para esto también hubo que mejorarles el precio que cuesta un día internación de un paciente COVID, que es carísimo. IOMA aumentó el módulo de pacientes internados con Covid en asistencia respiratoria mecánica a $43.000 por día, es un 50% de aumento respecto al año pasado. Lo que subió de manera espeluznante fueron los medicamentos que consumen estos pacientes por día, producto de la especulación de los laboratorios.
Con el sector privado hemos podido, mayoritariamente, llegar a un acuerdo, tenemos una mesa de trabajo de definiciones en conjunto, hicimos un comunicado conjunto. En este momento, más allá de que haya cosas que se deberán discutir más adelante, tenemos que estar todos juntos contra el Covid, es una batalla en que te atacan de afuera y nos tenemos que defender todos.
También trabajamos en distorsiones muy grandes de nuestra obra social provincial, de décadas, que estamos empezando a ordenar y eso genera fricciones de grupos que sacaban tajadas sin brindarle nada al sistema o sacando mucho más de lo que correspondía y ahí alguna corporación te genera alguna fricción. Pero es muy satisfactoria la respuesta que tuvimos en general de los médicos en los hospitales y estamos muy agradecidos por ello.
APU: Siguiendo con la especulación que las empresas hacen con la crisis humanitaria que el mundo está viviendo, el ministerio de salud brasilero publicó el contrato con Pfizer y después lo bajó ¿Tuvo la posibilidad de leerlo?
DG: Son contratos que violan la soberanía de los países por eso en la Argentina hubo mucho ruido con ese contrato. En general Pfizer, y no solo Pfizer, en Europa también Astrazenca está diciendo que no va a pagar ninguna indemnización a ningún paciente que tenga un efecto adverso demostrado que sea de la vacuna. En realidad se aprovechan de una situación que tiene que ver con lo siguiente: cuando vos tenés una enfermedad que te mata 5.000 por día y decís que una vacuna en esta etapa epidémica puede producir el fallecimiento de 10, 20, 5 o 1 persona por mes, vos tenés que hacer una elección ética, no puedo cambiar 3.000, 4.000 o 5.000 personas por esos 20 que corren un riesgo que no está demostrado que sea exactamente por la vacuna.
Más allá de los contratos, los precios, no solo de las vacunas, los productos para tener un paciente en terapia intensiva aumentaron. Te doy un ejemplo, Midazolam, que es un producto esencial para tener un paciente entubado, antes de la pandemia valía $180 la ampolla y se llegó a pagar $1.000 y ahora se está pagando $600, $400, incluso habiendo un precio máximo firmado con la Secretaría de Comercio. Pero cuando vos necesitás no podés andar esperando que le caiga la sanción al laboratorio. En estos momentos vienen a la Argentina intermediarios de Brasil, Paraguay y viceversa, buscando Midazolam, Pancuronio. En Brasil, en Minas Gerais, en dos días se terminaban los sedantes para los pacientes. ¿Qué hacés si viene un tipo y te dice vale $1.000 en lugar de $200? No tenés alternativa, es cruel, nos pasó con los respiradores. Respiradores que valían entre US$8.000 y US$12.000 en el mundo los llegaron a pagar US$ 70.000, no nosotros. ¿Qué hacés cuando no tenés el respirador, los equipos de protección personal? Con todo fue así. Forma parte de un sistema perverso que hace que diez países acaparen el 88% de las vacunas, incluso sin necesitarlas. Es algo a lo que le dicen capitalismo.
APU: Habló del apoyo psicológico y de contención que recibieron y reciben los equipos de salud, quería preguntarle: ¿Usted cómo se cuida debiendo cargar con la responsabilidad de conducir la política de salud de la provincia en medio de una pandemia y vivir esta situación extrema?
DG: Durante el año pasado me cuide con las medidas de protección, voy a los hospitales dos o tres veces por semana, voy a los vacunatorios, en los hospitales me meto en todas las terapias y a veces me pongo a rotar pacientes de 130 kilos para poder conocer la dimensión de lo que es la tarea, porque es un esfuerzo que hay que hacerlo a cada rato y tenés veinte pacientes así. Quiero estar ahí porque tengo 32 años de hospital en la provincia de Buenos Aires por lo que me sale estar ahí, trabajando con mis compañeros, claro siempre cuidándome con todos los equipos de protección personal, siendo grupo de riesgo. Luego pude aplicarme las dos dosis de la vacuna por lo que tengo cierta inmunidad, de hecho estoy como voluntario para un ensayo de control de vacunas y te tenés que ligar una extracción a cada rato, pero desarrollé anti cuerpos.
Claro que todo es un enigma futuro, cuán efectivas van a ser las vacunas con las nuevas variantes, pero uno ya tiene la vacuna y se cuida con las medidas de prevención.
APU: Sacando el COVID, está conviviendo con una situación hospitalaria de un sufrimiento que no se vio nunca, pasa todo el día viendo eso. ¿Tiene un momento en que puede parar un momento, descansar en la retaguardia afectiva? Porque al otro día se tiene que levantar y encararle de nuevo.
DG: Tengo una contención en mi compañera, que es impresionante lo que contiene en términos de la integridad familiar. Después tengo una retaguardia de un equipo de trabajo que es impresionante, es impresionante cómo nos ayudamos, nos contenemos y nos ayudamos entre todos. Es un equipo que lo que venimos formando hace años y tiene que ver con el emergente de un movimiento sanitario de jóvenes con una enorme capacidad de trabajo, gestión y conocimiento. Entonces te sentís respaldado.
Tengo un gobernador que en tiempo real se hace cargo de la conducción del proceso con un grado de conocimiento tan fino de cada detalle que a veces parece increíble, hablamos de una capacidad de trabajo e inteligencia asombrosa.
Sí hay un momento en que el teléfono se llena de tantas demandas, preguntas, llega un momento en la tarde que parece que la cabeza se te quiere bloquear, como que cualquiera que te pida una cosa más en ese momento te genera un poquito de irritación porque estás al borde de una situación de estrés permanente. Pero también, como le digo a muchos, ayuda, si se quiere, que cuando uno estuvo más de cuatro años secuestrado en la Dictadura, torturado, uno puede relativizar algunas cosas. Ante todo eso terrible que te pasó uno termina diciendo “bueno, esto no es tan grave”. Será que eso ayuda también en la constitución psicológica de uno para que se pueda seguir adelante, pero a veces es mucha la fatiga.