Cuando el trabajo no dignifica
Por Nahuel Placanica
Esta década se destacó por los millones de puestos de trabajo creados al calor del crecimiento económico y la protección de esos puestos laborales frente a los vaivenes de la coyuntura local e internacional. Una antigua, pero no por eso menos vigente, premisa justicialista reza: “El trabajo dignifica”. Pero, ¿Cualquier trabajo dignifica?
Hasta el año 2008, las tasas de informalidad se movieron en forma descendente, fundamentalmente, por la propia dinámica del mercado laboral. A partir de ese año, los números se plancharon y la informalidad se estancó alrededor de un 35% duro de corroer (34,6% para aglomerados urbanos en 2012). En general, se identifican ciertos rubros como paradigmáticos: la industria textil, el empleo rural, el trabajo en casas particulares, la construcción y el comercio. Cada uno de ellos, reviste particularidades propias.
Industria textil: ¿Por dónde se corta el hilo?
El primer tramo de la cadena productiva textil está representado fundamentalmente por trabajadores de hilanderías, que realizan sus tareas en unidades productivas fabriles de distintos tamaños. En general, son las fábricas más pequeñas, donde no hay delegados, las que se encuentran fuera de regla.
"Muchas veces los patrones dicen que el trabajador está a prueba, aunque en realidad ya lleve varios meses trabajando en el lugar", asegura Mario Ortiz, dirigente de la Asociación de Obreros Textiles y secretario general de la CGT Matanza.
Pero los índices más altos del sector se registran en la tramo final de la cadena productiva, en los talleres de corte y confección. La representación sindical de estos trabajadores corresponde al sindicato del vestido, SOIVA, que cuenta con delegados en algunos talleres formales. Es en este eslabón de la cadena donde aparece la tercerización de la producción a través de talleres clandestinos, con prácticas de explotación que cuadran muchas veces como trata laboral.
Los casos de explotación extrema que llegan a la Justicia, rara vez interpelan a las grandes marcas, que son las principales beneficiarias del negocio. "Cuando llegas a las grandes empresas, aparecen los grandes estudios y el poder de lobby", asegura Marcelo Colombo, titular de la PROTEX (Procuraduría de Trata y Explotación).
Comercio: con (suma) informalidad
Según datos del año 2012*, tres de cada cuatros trabajadores se desempeña en locales u oficinas y el resto en forma independiente en puestos ambulantes y callejeros. Considerando aquellos que se encuentran bajo una relación asalariada, la Federación de Argentina de Empleados de Comercio y Servicios distingue cinco categorías de trabajadores: maestranza, cajeros, vendedores, administrativos y empleados auxiliares.
Dentro de este heterogéneo universo, los delegados del gremio identifican a los vendedores y a los auxiliares que trabajan en centros de atención telefónica, como los principales afectados por la informalidad laboral.
En el ámbito comercial, la precarización no sólo se da en términos de “trabajo en negro” sino que también incluye formas de blanqueo que no tienen relación con la cantidad horas trabajadas. El sindicato de comercio prevé tres tipos de jornada laborales a partir de las cuales se define la forma de contratación: jornada completa (hasta 8 horas diarias y 48 horas semanales), jornada reducida (hasta 6 horas diarias y 32 semanales) y media jornada (hasta 4 horas diarias y 24 horas semanales).
Es habitual que los patrones hagan un uso mal debido de estas categorías para abaratar costos laborales. Los trabajadores suelen ser inducidos a realizar un número de tareas mayor a las previstas por la categoría bajo la cual se encuentran inscriptos o a trabajar una cantidad de horas mayor a la que figura en su recibo de sueldo (Ej: un trabajador que cobra por media jornada y trabaja jornada completa).
“Los trabajadores, por miedo a perder el empleo o por desinformación no se acercan al sindicato para denunciar su situación”, explica Lucho Cabrera, delegado del sindicato de Comercio que junto a sus compañeros organizan inspecciones y negocian con los patrones plazos y condiciones de blanqueo en forma diaria.
Empleo rural: nunca el peón se come al rey
En general, las altas tasas persisten por la inacción sindical (sobre todo por parte de la conducción nacional de UATRE) y la reducida oferta de posibilidades, que hace que muchas personas, ante una condición de vulnerabilidad social importante, prioricen un empleo hiper-precarizado antes que el desempleo.
Si tenemos en cuenta que muchas veces ni siquiera a los trabajadores registrados del sector se les respetan condiciones y derechos laborales mínimos (Ej: condiciones de trabajo aberrantes y salarios por debajo del MVM), no es de sorprender que en los casos de informalidad se incurra en prácticas de esclavitud y trata laboral.
“La patronal tiene la concepción de que el trabajador rural no es un trabajador, por lo tanto puede vivir, comer y dormir en cualquier lado. En el sector rural se considera que hay trata cuando el trabajador no puede elegir libremente la desvinculación”, detalla Guillermo Martini, titular del RENATEA.
Otra particularidad que tienen los trabajadores del sector es que alrededor de la mitad de ellos trabajan en forma temporaria y sus tiempos están atados a los tiempos de las cosechas, que muchas veces los obligan a desplazarse por distintas provincias de acuerdo a la estación.
Trabajadoras de casas particulares: entre cuatro paredes
Más del 90% de las trabajadoras del sector son mujeres. Son los hogares de clase media alta, donde el hombre y la mujer trabajan, quienes demandan en mayor medida a trabajadores para que colaboren con sus tareas domésticas.
El colectivo que trabaja en el servicio doméstico tiene como características la presencia de una elevada cantidad de trabajadoras migrantes (internas o externas), con altas de tasas de estudios incompletos (70% no finalizó los estudios de educación medios).
Las desventajas salariales y la incertidumbre acerca de la continuidad laboral son especialmente graves para este grupo de trabajadores ya que en el 40% de los casos, esas mujeres representan el principal sostén del hogar familiar propio.
El principal problema a la hora de avanzar sobre la informalidad en el sector tiene que ver con la fiscalización, que se ve dificultada por el hecho de que estas mujeres realizan sus tareas laborales al interior de viviendas particulares.
Construcción: entre la obra y el cuentapropismo
Los niveles de informalidad dependen, con en la mayoría de los rubros, de acuerdo al tamaño de la empresa que empleadora. En empresas grandes, existe alta estabilidad y una jerarquización de tareas y criterios definidos para la contratación. Por el contrario, en empresas medianas y pequeñas prima la superposición de roles, criterios de selección de personal basados en la confianza y la recomendación.
Las formas de informalidad se reparten entre la no registración, la subcontratación y el autonomismo. Muchas veces los trabajadores del sector pueden llegar a intercalar en distintos periodos o incluso en forma simultánea, distintos esquemas laborales. Por ejemplo, un empelado que trabaja en blanco durante la semana y hace “changas” el fin de semana.
En las obras de construcción de reducidas dimensiones se concentra la mayor cantidad de trabajadores informales, especialmente aquellas que se ejecutan en domicilios particulares. En estos casos se observan formas de trabajo autogestiva o de pequeña escala en las que frecuentemente intervienen “changarines”.
Por el contrario, en los edificios de gran escala realizados por grandes empresas es donde se verifican los mayores niveles de formalidad, aunque el uso de esquemas de subcontratación es una práctica generalizada.
“Las grandes empresas constructoras cada vez más se abocan a las tareas de gestión y coordinación de proyectos y derivan parte de su actividad a empresas subcontratistas que albergan mayores niveles de informalidad laboral”, explica la investigadora Laura Perelman (IDES).
En un rubro como el de la construcción, las altas tasas de informalidad representan un alto riesgo para los trabajadores que se ven expuestos cotidianamente a accidentes de trabajo.
A la espera
El gobierno nacional fue tomando nota en los recientes últimos años acerca de las desigualdades que genera el fenómeno de la informalidad hacia el interior mismo de la clase trabajadora. En este sentido apuntaron las leyes de trabajo rural, el recientemente reglamentado régimen para trabajadoras de casas particulares y la flamante ley contra el trabajo en negro y el fraude laboral, aprobaba en estos días en el Congreso. Los resultados de estas iniciativas dependerán de la efectiva implementación por parte del Estado y del compromiso del sindicalismo.
El fenómeno de la tercerización aparece en algunos de los rubros analizados anteriormente. Si bien la tercerización no implica necesariamente la precarización, en muchos casos esta modalidad es utilizada por las empresas para reducir costos laborales.
“Entre las diferentes modalidades se pueden mencionar la subcontratación de bienes y servicios a pequeñas y medianas empresas, el contrato eventual a través de agencias de empleo o directamente la contratación de trabajadores como independientes, aún cuando en muchos casos éstos cumplen en los hechos con un régimen laboral similar al que se le exige a un trabajador en relación de dependencia”, detalla la licenciada Perelman sobre el tema.
La recientemente aprobada ley contra el trabajo en negro podría avanzar contra la precarización vía tercerización ya que en su cuerpo habla específicamente de las subcontrataciones, aunque aún resulta necesaria una legislación específica que aborde la cuestión.
“Siempre es bueno caracterizar bien porque existen posibilidades de elusión, por eso presenté un proyecto de ley para que se le aplique al trabajador tercerizado la norma más favorable”, asegura el abogado laboralista Héctor Recalde.
El asesinato de Mariano Ferreyra y la sentencia judicial en la causa por su asesinato en 2013 visibilizaron la problemática de la tercerización en el país. Sin embargo, hoy la agenda pública ha dejado de lado el tema y el debate parecería diluido. La batalla contra la precarización y a favor de un trabajo digno continúa.
Fuentes: OIT/ Ministerio de Trabajo / Entrevistas