Resistencia sindical a la Dictadura: "En las organizaciones obreras, la amplitud ideológica muchas veces se vive de una forma natural"
Por Enrique de la Calle
Andrés Cedrón dirige junto a Coco Blaustein el documental "Se va a acabar", sobre la resistencia sindical a la última dictadura militar. En diálogo con AGENCIA PACO URONDO, se refirió a las características de esa resistencia y a las articulaciones entre los diferentes sectores del gremialismo argentino. Todos unidos triunfaremos.
APU: El documental "Se va a acabar" trata sobre la resistencia sindical a la dictadura. ¿Cómo se dio esa resistencia?
Andrés Cedrón: En la serie de relatos de las y los protagonistas que hay en “Se va a acabar” podemos ver que la resistencia se fue construyendo como pudo. En la película se plantea el cuadro de situación a partir del 24 de marzo: se desarmaron las juntas internas, se prohibió el derecho a huelga, en los primeros meses intervinieron a 13 sindicatos y las fábricas fueron declaradas objetivos de interés militar. Siendo activista sindical y militante en una fábrica era muy difícil pasar a la clandestinidad y luchar perdiendo el contacto con las compañeras y los compañeros. La resistencia a las medidas neoliberales y al avance sobre los derechos de la clase obrera se fue dando en un inicio desde la bases y de forma aislada (con algunas huelgas y algunos sabotajes), pero luego se fue articulando las distintas luchas a través de la participación de la Comisión de los 25 y posteriormente entorno a la CGT Brasil.
El primer paro nacional a la dictadura es el 27 de abril de 1979 y se logra tanto por el trabajo de articulación de las organizaciones más combativas que ganaron protagonismo, como por la cobertura internacional que tuvo la dirigencia a partir de la denuncia que realizaron durante la Conferencia Internacional del Trabajo de 1978 (luego de dos años en que la Comisión de los 25 no participó oficialmente en la delegación argentina). Así y todo, como se cuenta en el documental, un día antes del paro fueron detenidos los principales dirigentes en el mismísimo Ministerio de Trabajo cuando esperaban una reunión con el Ministro. Y a pesar de las detenciones, el movimiento obrero realizó igual la medida de fuerza como estaba estipulado. Después de ese paro, las luchas fueron cada vez más convocantes a través de las marchas de Paz, Pan y Trabajo y la resistencia tuvo su momento más álgido en el paro nacional del 30 de marzo de 1982.
APU: Es una historia bastante poco explorada la de la resistencia sindical. De hecho, leí en una entrevista que en parte este proyecto documental surge de ese problema. ¿Por qué cree que es una historia tan poco contada?
AC: La película nace en un inicio por una inquietud de Coco Blaustein, quien luego tiene la generosidad de convocarme como guionista y codirector. Desde que me sumé al proyecto tuve la sensación de que la resistencia quedó oculta por una mezcla de distintos factores.
Una puede ser por la estigmatización del sindicalismo, que siempre existió y que ahora está exacerbada por los medios de comunicación. Si bien hubo dirigentes que colaboraron con la dictadura cívico militar, no se puede englobar a todo el movimiento obrero y menos al sindicalismo de base.
Otro factor puede ser la distancia y resquemor que existió entre las organizaciones de derechos humanos y las organización de las trabajadoras y los trabajadores.
También puede haber sido a partir del dolor de aquellos que participaron en la resistencia y quedaron vivos. Nos pasó que varias personas no quisieron dar testimonios, inclusive quienes habían participado en conflictos más grandes de los que se cuentan en la película. Y en el caso de los que sí dieron testimonios, por ejemplo el delegado de la fábrica Cattaneo Cacho Leguizamón, cuenta en la película el dolor que sufre y cómo ésto hizo que mantuviera su historia en silencio durante muchos años.
APU: En el documental se habla con dirigentes sindicales que podrían llamarse "ortodoxos" o "burócratas", para cierta mirada sobre los 70 y sobre el sindicalismo en general. ¿Qué opina al respecto?
AC: El documental tiene para nosotros un gran acierto y es que expresa una amplitud ideológica. Las y los protagonistas de cada relato vienen de distintas corrientes de pensamiento y se formaron en distintas experiencias políticas. Hay trotskistas y peronistas, hay un miliciano montonero como también un peronista isabelino. La decisión se puede justificar al menos en dos aspectos importantes. Uno, porque en las organizaciones obreras, y sobre todo el sindicalismo de base, esta amplitud ideológica se vive muchas veces de forma natural y es una experiencia de unidad que no es lo suficientemente valorada por la sociedad.
Además de reflejar este espíritu, quisimos humanizar a las y los protagonistas, que contaran sus pequeñas y grandes resistencias de manera que el espectador pueda identificarse con cada relato sin la intervención de nosotros como directores. En el documental se puede leer quien estaba más vinculado al sector de los ortodoxos o quién era más crítico de los burócratas, pero en ese sentido valoramos mucho la valentía y la honestidad de las autocríticas que se realizan en cada relato.
APU: ¿Qué puede decirnos de cómo se dieron en las fábricas las relaciones entre los diferentes sectores del sindicalismo, izquierda peronista, izquierda no peronista y derecha peronista?
AC: Al final del documental, en los créditos finales, hay una animación con los conflictos sindicales que hubieron en distintas fábricas del país desde 1976 a 1983. Son muchísimos y lamentablemente no tuvimos la oportunidad de profundizar en cada uno de ellos para dar una respuesta certera a la pregunta.
En varios relatos se da cuenta de la tensión que existía entre los distintos sectores previo al golpe. En algunos casos expresados de forma violenta y sobre todo con la burocracia sindical como protagonista.
Luego el peronismo, con todas sus contradicciones, encabezó la organización de la resistencia. Seguramente liderados por sectores más vinculados al "peronismo combativo" y herederos de la experiencia de la CGT de los Argentinos. Pero también es muy cierto que hubo una fuerte presencia de izquierdas no peronistas en las organizaciones de base que llevaron adelante grandes conflictos gremiales en las fábricas durante esa época.
A través de los testimonios y de la investigación realizada, me da la sensación que en las fábricas y en los lugares de trabajo aquellas viejas tensiones se fueron disipando un poco entorno a un objetivo en común. Y el deseo que se expresaba de parte de los distintos sectores para que regrese la democracia, fue transformando el viejo cántico de “Se va a acabar, se va a acabar, la burocracia sindical” a un nuevo cántico que también dio nombre a nuestra película: “Se va a acabar, se va acabar, la dictadura militar”.