Inflación en alimentos: 13 puntos por encima de la asignación universal por hijo
Por Juan Cruz Lucero*
Los primeros meses de la gestión de la Alianza CAMBIEMOS han dejado magros resultados en materia económica y, sobre todo, social. La pobreza pasó del 19,8% en diciembre de 2015 a 34% en junio de este año. La indigencia aumentó del 5,7% al 8,3% en el mismo período. Fue la política económica la que permitió que estos indicadores volvieran a niveles similares a los de hace una década atrás.
Uno de los principales caballitos de batalla en tiempos de campaña del actual gobierno, fue que el “cepo” condicionaba el crecimiento económico y que era vital desandar un esquema de control de divisas. Sin embargo, la salida del “cepo” implicó una devaluación de más del 55%, lo que impactó directamente en los salarios a partir del aumento de precios en el conjunto de la economía en general y de la canasta básica en particular.
La inflación de los alimentos se ubicó por encima de la media general, que anualizada se ubica en más del 45%, lo que generó una caída del salario en dólares de alrededor del 35% y una caída del salario real del 12%. Al mismo tiempo, el impacto en la población que percibe la Asignación Universal por Hijo ha sido muy fuerte, pues en los primeros siete meses ya se alcanzó el 32% de aumento establecido por ley con cinco meses aun por delante, sin tener en cuenta los meses de noviembre y diciembre del año anterior donde se inició la escalada inflacionaria pre devaluación. Por último, es central mencionar que el salario mínimo experimentó efectos similares, retrocediendo a niveles del año 2006.
El aumento de los insumos -por la devaluación-, la fuerte caída de la demanda interna -por el descenso del salario real-, la apertura importadora y el fuerte aumento tarifario hicieron que el entramado productivo entrara en crisis, con impactos en todo el conjunto de la economía, pero sobre todo afectando a las pequeñas y medianas empresas. El impacto lo sintieron tanto las PyMEs industriales como las de las economías regionales.
Al consultar los datos relevados por la CAME, se observa que a partir de enero de este año, todas las variaciones de las ventas minoristas han sido negativas, registrando en los últimos tres meses una caída de: mayo -9,1%, junio -9,8% y julio -8,1%. Los rubros más afectados han sido electrodomésticos y artículos electrónicos, materiales para la construcción, golosinas, ferretería, bijouterie, bazar, regalos y juguetería, rodados y artículos de librería.
La caída de las ventas minoristas está directamente vinculada con una pronunciada caída del consumo interno, que marcó un -5% en julio y que registra desde diciembre una merma del 8%, según el Instituto de Trabajo y Economía (ITE).
En el mismo sentido, la fundación FIEL analizó la caída de la producción industrial registrando un pronunciado descenso en los diferentes segmentos industriales que registraron un -8,2% si se compara lo producido en junio de este año con el mismo período del año anterior. Asimismo, la CAME registró una caída del 20% acumulada en la producción industrial PyME a partir del mes de enero.
El factor de la apertura de las importaciones comenzó a afectar en algunos sectores puntuales, como algunas economías regionales, pero sigue siendo secundario frente al fuerte freno del consumo interno.
Entonces, a partir del derrumbe del consumo y la producción, la situación del mercado de trabajo comenzó a mostrar un fuerte deterioro. A partir del mes de diciembre, la suma superó los 200.000 despidos y suspensiones. El indicador hace referencia a datos sobre el empleo registrado y formal, sin tener en consideración los empleos informales, como changas o trabajos temporales no regularizados, que tienen gran peso en los sectores más vulnerables de la sociedad.
El 63% del total de empleos formales destruidos fue del sector privado y el restante del sector público. Dentro del sector privado la construcción registra el 46,1% y la industria el 45,4%, mientras que los servicios suman el restante 8,5%. Los sectores más golpeados de la industria fueron: el metalúrgico, la industria automotriz, la producción de alimentos y bebidas, la industria textil, el sector energético y la producción electrónica y de electrodomésticos.
Por el lado de los servicios los sectores más golpeados han sido el comercio, el gastronómico y los medios de comunicación.
El martes 23 de agosto, el INDEC volvió a dar cifras oficiales de desempleo registrando un 9,3%, lo que implicó más de 3 puntos de aumento desde la última cifra registrada por el mismo instituto realizado a partir de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Del mismo modo, la AFIP publicó datos que señalan que alrededor de 1700 firmas dejaron de existir desde diciembre de 2015.
Ante este complejo panorama, los industriales PyMEs responden a la coyuntura que no favorece el desarrollo de proveedores internos, como fue lo ocurrido en la década pasada. Hoy en día la falta de controles en el comercio exterior hace que no se protejan los proveedores nacionales. Según el INDEC, en los primeros cinco meses se importaron 10,1% más de bienes de consumo, rubro liderado por alimentos y bebidas elaborados para el hogar (+17,1%).
En línea con esto, las importaciones de vehículos automóviles de pasajeros aumentó 40,3% en el mismo período, lo que impacta directamente en el entramado PyME proveedor de la industria automotriz. Es decir, en un contexto recesivo las cantitades importadas vinculadas a bienes de consumos e intermedios crecen, mostrando una relación muy diferente a la historia reciente, donde se evidenciaba la relación que decía: a mayor crecimiento, mayores importaciones de bienes de capital y piezas y accesorios para bienes de capital.
Por otro lado, los incentivos a la producción no son rentables tanto por la ya mencionada caída del consumo, como por los costos financieros existentes a la hora de tomar créditos productivos. El empresariado tiene más ventajas incorporandose a la especulación a través de instrumentos como las Letras del Bancos Central (LEBACs) que habilitan rentas muy superiores a los riesgos lógicos de encarar una inversión productiva. Si bien la tasa está bajando levemente, mantiene niveles que posibilitan renta en dólares como en pocos lugares en el mundo.
Ninguna de las dos salidas fomenta el empleo o la producción. Muy por el contrario, tienden a generar capacidad instalada ociosa y bajar los niveles de inversión productiva, lo que se traducirá, casi ineludiblemente, en mayores niveles de desempleo, de informalidad, de precarización laboral y de pobreza e indigencia.
* Integrante del Centro de Economía Política Argentina (CEPA)