“Muchas familias han perdido el trabajo y no pueden pagar alquileres”
Por Estefanía Cendón
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo surgió la iniciativa de armar un comedor comunitario?
Leonardo García: Junto a mi señora y la Parroquia Santa Rita coordinamos el Merendero Comunitario María de Nazaret. La iniciativa surgió a partir de una misión que empezamos a realizar en un barrio con miembros de la Parroquia. Este barrio es un asentamiento en donde viven no menos de 60 familias en total. El objetivo era misionar en este espacio, hasta que nos encontramos con un merendero a cargo de un señor llamado Osvaldo. Quienes viven en el barrio se mostraban conformes con su funcionamiento porque les daban de comer y una merienda. Hacia fines de enero de 2019 nos enteramos que quien estaba a cargo del comedor manoseó a una nena. Ante este acontecimiento prendieron fuego el merendero, este hombre fue detenido y lo último que sabemos es que lo trasladaron a la Unidad Penal 44. Con el tiempo nosotros seguimos trabajando, misionando y fueron las mismas madres del barrio quienes pidieron que se reabra el merendero. Fue así que volvimos a llevarlo adelante y acomodarlo de a poco.
APU: ¿Podría describir las características del merendero?
LG: El merendero se ubica entre las calles Polonia y 39, frente al Polideportivo Las Heras. Es una casilla de madera con un SUM. Un espacio grande, en donde nos reunimos los lunes, miércoles, viernes y sábados. Queremos que la gente se acerque no sólo a tomar la leche, sino que sienta un lugar de referencia comunitario en donde se pueden resolver ciertas cuestiones como es el litigio sobre las tierras en donde se encuentra el barrio y lo que comprende a las problemáticas que cada familia puede tener. Hay un grupo de madres y jóvenes que, de a poco, comenzaron a llevar adelante el merendero, más allá de nuestra coordinación. Mensualmente realizamos reuniones en donde se resuelve cómo avanzamos. Recibimos entre 40 y 50 chicos por merienda y a veces hacemos meriendas reforzadas en donde acompañamos con alimentos como pizzetas o sándwiches, facturas, chocolatada o mate cocido.
APU: ¿Reciben algún tipo de ayuda en especial para sostener el comedor?
LG: La ayuda que recibimos es fundamentalmente de la Parroquia por un proyecto llamado Emaús que consiste en ayuda alimentaria. El proyecto brinda, también, talleres artísticos, educativos y formativos, que es a lo que apuntamos con el merendero. Deseamos que los chicos puedan tener un sostén de ayuda educativa y formativa, más allá del alimento que reciben. Bajo este concepto progresamos: el fin de semana pasado realizamos el contrapiso del salón y pensamos sumar apoyo escolar, vamos a contactarnos con una maestra de murga y algún profesor de guitarra. La idea es generar talleres y seguir avanzando. El apoyo más fuerte hoy es de la Parroquia Santa Rita, donde pertenecemos, a través de bolsas de alimentos. La Parroquia a su vez está ligada a CÁRITAS diocesano y nacional.
APU: ¿Qué problemáticas atraviesan esta comunidad? En especial los niños que acuden al comedor.
LG: El comedor está destinado principalmente a los niños y niñas, pero si vienen adultos los recibimos igual. La necesidad principal es alimentaria y no es limitado sólo a los chicos. Una de las problemáticas fuertes es de índole laboral y habitacional: muchas familias en este asentamiento han perdido el trabajo y no pueden pagar alquileres. Se han metido en estos terrenos que visibilizaron como una oportunidad. Otra problemática es el consumo de drogas. Frente a esta situación, junto a mi señora, trabajamos en un centro de reciente funcionamiento en Mar del Plata, Hogares de Cristo, que asiste a personas con problemáticas de drogadicción. Intentamos contactar con este centro a quienes sufren adicciones en el barrio para que puedan recibir una contención. La realidad es dura, difícil, muchos viven de manera precaria, entre chapas, con pisos de tierra. El agua que consumen es porque pincharon un caño de Aguas Sanitarias, pero el agua no llega en buenas condiciones. No tienen gas, muchos no tienen plata para comprar una garrafa y a veces tienen que cocinar con fuego. Los inviernos han sido duros, es un momento difícil que atraviesan muchas familias.
APU: ¿Cuál es la situación de las tierras en dónde se conformó este barrio?
LG: El tema de las tierras es complejo. El barrio es un asentamiento y el hecho de que estas tierras sean tomadas representa serias limitaciones ya que quienes viven allí. No tienen acceso a servicios básicos como la luz, agua y gas. Hay personas que nos dicen que deberíamos prohibir que más gente vaya al barrio. En realidad nosotros no podemos prohibir nada, nuestra función es acompañarlos y brindarles nuestra ayuda y contención. La Justicia es quien debe resolver lo que corresponda.
APU: Ante la situación de ocupación de las tierras y la vulnerabilidad que atraviesan estas familias. ¿Tienen diálogo con las autoridades municipales? ¿Les plantearon alguna solución?
LG: Con respecto al tema de las tierras para nada, no hubo acercamiento con autoridades municipales. Lo único que hay es un grupo barrial y territorial de urbanizaciones populares, el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP), que realizó un mapeo para tratar de presentar lo antes posible y ver si es admitido. En caso de que así sea, tal vez se pueda pelear un poco más.
APU: ¿Cuáles son los planes a futuro para potenciar esta iniciativa?
LG: Soñamos que algún día resuelvan el tema legal de las tierras que es lo más importante en este momento. Si se resolviera a favor de la gente, queremos empezar a mejorar las condiciones de vivienda y ayudar a urbanizar esta zona. Hay familias que han caído en situaciones problemáticas, algunos por temas laborales y otros por dependencia a las drogas y otras causas. A pesar de esta realidad difícil soñamos con un centro comunitario general para todos, que puedan resolver el tema legal de viviendas para seguir avanzando y construir una comunidad más digna.