27 años de la "Masacre de Wilde": “Una democracia sin justicia, no es democracia"
Por Juan Borges
El 10 de enero se cumplieron 27 años de la denominada “Masacre de Wilde”, donde 11 policías de la entonces Brigada de Investigaciones de Lanús persiguieron y balearon a los ocupantes de dos autos, un Dodge 1500 y un Peugeot 505. Les dispararon 200 veces, sin que nadie respondiera el fuego. Utilizaron para dicho ataque pistolas 9 milímetros y hasta un sub fusil Uzi. Cuatro de los ocupantes de esos autos murieron. Entre ellos, se encontraba el librero Edgardo Cicutin.
El 12 de enero se realizó un acto en el marco del “Plan de señalizaciones contra la violencia institucional” en el lugar donde ocurrió la masacre. AGENCIA PACO URONDO dialogó con Raquel Gazzanego, viuda de Edgardo Cicutin. Un balance de una lucha que lleva 27 años.
APU: ¿Qué puede decirnos de la larga lucha por justicia que llevan adelante?
Raquel Gazzanego: El único balance que puedo hacer es la soledad, la impotencia, la impunidad. Quijotear contra los molinos de viento, haber luchado sola, sin la mirada justa de alguien. Tuvimos a dos grandes abogados: Ciro Aniquiarico y Pedro Serra, y al juez Gabriel Vítale, que atrapó al acusado prófugo. Después, complicidad y connivencia.
La causa está parada, esperando la audiencia preliminar prevista desde diciembre del 2019; después, con la pandemia ya no se pudo concretar. El TOC 3 consultó a las partes para ver de qué manera proponían realizar la audiencia. Propusimos hacerla de manera virtual. Todavía estamos en la definición de esa instancia.
APU: ¿Quiénes sí la acompañaron en esta lucha?
R.G.: En esta lucha estuve acompañada por familiares, amigos y mis abogados, después por nadie más. No estuve acompañada por muchos espacios y apenas por dos jueces: la doctora Susana Gonzales y Gabriel Vítale. Toda esta lucha la llevé adelante mientras tuve que mantener a mis hijos.
Estoy muy disconforme con la justicia porque en 27 años se mantuvo la impunidad. Ya lo dijo Alberto Morlacketti: “Una democracia sin justicia no es democracia”. Pasaron esos años de impunidad con muchos gobiernos diferentes. Aunque soy una ferviente defensora de la división de poderes, entonces podríamos decir que los gobiernos tal vez no tengan la culpa, sin embargo si tienen la capacidad de remover a los jueces que garantizan la impunidad.
La última reflexión que me gustaría hacer es que el tipo de policía que comete este tipo de actos y que quedan impunes no son casuales. Los asesinos de mi marido pertenecían a la brigada de investigaciones de Lanús, brigada que formó parte de los centros clandestinos de detención en la Dictadura al mando de Miguel Etchecolatz (tiene 8 condenas a cadena perpetua por su actuación durante el genocidio). Esas prácticas que utilizaban en aquellos tiempos y esa misma impunidad se siguieron moviendo por décadas. Todavía hoy, tenemos enquistados a ese tipo de personajes en nuestra sociedad y en la institución policial. Esta convivencia que lleva a la impunidad se da entre un sector de la justicia y los policías que realizan este tipo de prácticas.