Crimen de Ezequiel Demonty: "Aprendimos a vivir con un dolor que no se va ir nunca, pero seguimos luchando"
Ayer, 14 de septiembre se cumplieron 23 años del crimen policial de Ezequiel Demonty (19). El joven fue arrojado a orillas del Riachuelo por efectivos de la Policía Federal tras haber sido torturado y su cuerpo sin vida fue encontrado unos días después. El caso emblemático se convirtió en una incansable búsqueda de justicia por parte de su familia y la comunidad del Bajo Flores.
En conversación con AGENCIA PACO URONDO, Leo Demonty, hermano del joven y referente militante en la defensa de derechos humanos, reflexionó sobre el caso y la vigencia del reclamo contra los abusos y crímenes perpetrados de las fuerzas de seguridad.
"Nos toca atravesar un nuevo aniversario. Intento llevarlo con cierto equilibrio porque en realidad es muy emocionante esta fecha. Cada vez que llega sucede esto, en cierto sentido parece que el tiempo no pasó nunca. El sentimiento es el mismo que el primer día. Estamos aprendiendo a vivir con un dolor que no se va ir nunca. Sin embargo, intentamos darle a los chicos un mensaje de entereza ante el dolor y de lucha que persiste”, explica Demonty.
En este mismo sentido, el familiar agregó: "No queremos que esto se vuelva a repetir. Por eso, todos los 21 de septiembre hacemos un homenaje. Hacemos una ofrenda de flores en el Riachuelo. Como dice mi madre, Dolly, la erradicación de la represión sufrida por los jóvenes en las villas, en los barrios populares, es una deuda de la democracia”.
"Te matan a tu hermano, a tu hijo, a tu sobrino y el Estado después te deja solo. No te ayuda con abogados, psicólogos o contención de ningún tipo. Este problema sigue vigente. Lo podemos ver todos los miércoles con la represión a los jubilados, con el caso de Pablo Grillo o con el de Santiago Maldonado", sintetizó.
El caso
Ezequiel fue detenido junto a dos amigos por uniformados de la Policía Federal el 14 de septiembre del 2002. Tras ser tortuados, fueron trasladados en tres patrulleros hasta el Riachuelo, donde fueron lanzados al rio. Sus amigos lograron salir, pero Ezequiel no, y su cuerpo fue encontrado sin vida una semana después.
La investigación acreditó el caso de violencia institucional e impuso penas de prisión perpetua a los ex agentes Gastón Somohano, Alfredo Ricardo Fornasari y Gabriel Alejandro Barrionuevo. Fueron probados los delitos de tortura seguida de muerte, privación abusiva de la libertad y torturas reiteradas.
En mayo de 2007, la Cámara de Casación Penal ratificó la resolución. Sin embargo, en 2019 Barrionuevo y Fornasari recibieron el beneficio de salidas transitorias por “haber pasado más de 15 años y haber tenido una conducta ejemplar”.
En 2015, los alumnos de la escuela a la que asistía Ezequiel impulsaron un homenaje. Reclamaron que se cambie el nombre del ex Puente José Félix Uriburu, popularmente conocido como Puente Alsina, que pasó a llamarse Puente Ezequiel Demonty.
El recuerdo de un medico
En 2017, el entonces médico pediatra en el Hospital Durand, Oscar Trotta, rememoró en una crónica cómo fue que conoció al joven a fines del 2001. "Mientras hacía mi guardia en la sala de pediatría conocí a Ezequiel, un pibe de la barriada humilde del Bajo Flores. Con 18 años y una sonrisa luminosa, se pasaba noches enteras junto a la cama de su hermano y amigo Lucas, quien padecía una leucemia que finalmente lo llevaría a la muerte".
"Ezequiel se encargaba por las noches de los cuidados de Lucas, que durante el día hacía Dolores, la mamá de ambos. Aunque eran hijos de distinto padre, a ambos los unía una mirada tierna y un desbordado fanatismo por Chicago, club al cual irían a ver ni bien Lucas se recuperase de la quimioterapia que lo tenía a mal traer”, desarrolló Trotta.
"Pude hablar con Ezequiel sobre sus proyectos y sus gustos. Quería seguir estudiando, quería un futuro, quería a su novia Jessica y quería tocar la guitarra. Esa noche, de madrugada, que Lucas murió, Ezequiel lo tomaba de la mano", reconstruyó el trabajador de la salud.