Luciano Arruga: un caso emblemático en la lucha contra la violencia institucional
Por Juan Borges
El 31 de enero de 2009, Luciano Arruga, un joven de 16 años de Lomas del Mirador, fue visto con vida por última vez. Su cuerpo fue hallado cinco años después. Había sido enterrado sin identificar en el cementerio de la Chacharita. La desaparición forzada seguida de muerte de Luciano que denunció su familia visibilizó un mecanismo de impunidad integrado por hostigamientos policiales a los jóvenes de los barrios pobres, torturas en comisarías y encubrimientos de muchos funcionarios.
Luciano antes de ser desaparecido era hostigado permanentemente por los efectivos de una comisaría de Lomas del Mirador, en la provincia de Buenos Aires. Era golpeado, amenazado y detenido en forma reiterada por “averiguación de identidad”, sabiendo perfectamente quien era.
En 2015 el policía bonaerense Julio Diego Torales fue condenado a diez años de prisión por las torturas impuestas a Luciano en septiembre de 2008, cuatro meses antes de su desaparición. Transcurrieron once años de su desaparición y su familia aún exige Justicia.
La lucha de Vanesa y muchos más
Vanesa Orieta, hermana de Luciano, en ocasión del cumplimiento de los once años de la desaparición de Luciano conversó con Página 12 y ofreció diversas definiciones sobre estos años de lucha: “No hay que minimizar la vida del pobre con la excusa de que el aparato político no se va a poner en juego para aniquilarlo. Cada vez que se mata o desaparece a un pibe o piba está operando una lógica de gobierno que debe ser juzgada. Cuando un barrio es abandonado por el Estado y la gente deja de acceder a sus derechos fundamentales, hay personas que creen que con el poder de gobernar en forma violenta, hacen lo que quieren porque saben que los costos son mínimos”. Además, añadió: “Nosotros no hablamos de violencia institucional sino de violencia estatal, nos sentimos bien de haber profundizado nuestra mirada y eso se logra relacionándonos con otras historias y entendiendo la lógica de esta problemática. No es solo Luciano, hay una lógica política, judicial y comunicacional sobre los sectores excluidos de nuestra sociedad”.
“No hay imputados por la desaparición de Luciano. Hay que identificar no solo a los que efectuaron el hecho sino también a los responsables, que son la justicia misma y el aparato político. Hay sentencia firme contra el policía que ejerció torturas físicas y psicológicas antes de su desaparición. La historia de Luciano empieza con la propuesta de la policía de robar para ellos, sigue con el hostigamiento por su negativa y culmina con detenciones y su desaparición”, concluyó Vanesa en su reflexión.
En una entrevista realizada por AGENCIA PACO URONDO en 2013, la joven reflexionó: "La causa de mi hermano no fue una causa acompañada masivamente por la sociedad, tuvimos el acompañamiento por los que conocemos que trabajan en los barrios y sufren la violencia institucional, pero hay sectores de la sociedad, incluso los más concientizados, que no terminan de comprometerse con la causa de los más pobres, que terminan naturalizando algunas cuestiones que son graves. Muchos saben que la policía se maneja de determinada forma o ejercen abuso de poder pero no salen a reclamar por una causa como la de mi hermano".
En este mismo reportaje la joven advertia: "Tenemos que pelear día a día con la sociedad, que incluso en los sectores más concientizados, que cargan con alguna discriminación. No se termina de entender que en los barrios pobres la desaparición, la tortura y la muerte es moneda corriente. El día en que la sociedad se ponga a la par de los más pobres en lo que respecta a todo (vivienda digna, trabajo digno, de poder llevarle al plato de comida a tus pibes todos los días), ahí cambiaremos las cosas".