Violencia penintenciaria: “Nuestro reclamo es por una transformación del sistema penal”
Por Matías Miranda*
Desde el 5 de diciembre estamos llevando adelante una huelga de hambre pacífica en diferentes unidades penitenciarias. Poco a poco se fue sumando más gente a esta medida y hoy llegamos a ser más de 9000 personas. Para que se den una idea, solo en Provincia de Buenos Aires hay alrededor de 30 Unidades Penitenciarias adheridas a la medida y aproximadamente 10 a nivel federal.
Nuestro reclamo trasciende la falta de alimentos, aunque se imaginarán que no es menor, porque nunca hubo buena alimentación y en los últimos dos meses empeoró terriblemente. Nuestra denuncia es más profunda: queremos soluciones al corto, mediano y largo plazo para las condiciones impensadas en las que vivimos; exigimos que se intervenga en lo necesario para consumar la reforma del Servicio Penitenciario que nunca, jamás, brindó las herramientas necesarias para la reinserción social. En decenas de años que lleva este conflicto, no vimos ni una pizca de voluntad para transformarlo desde el propio Servicio, por eso empezamos a pelear por una mesa de diálogo con la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Buenos Aires.
Acá adentro el día a día se hace imposible, nos niegan hasta la atención médica y a la vez nos tienen hacinados, la superpoblación y la falta de voluntad política hacen que en una habitación para dos personas, duerman, mínimo, seis y en el piso. Además, pasamos muchos meses sin agua, sin luz, así nos estemos congelando de frío o sofocando del calor; realmente son condiciones inhumanas que deben resolverse de manera urgente. A mediano plazo, luchamos por una reforma del Sistema Penitenciario, donde puedan participar más psicólogos, sociólogos, actores civiles; para que deje de funcionar como un espacio militar y adoctrinante. Nos cosifican, nos hacen cosas que no debería vivir ninguna persona. Y a largo plazo, soñamos con cambiar el sistema en toda Argentina, que tiene uno de los índices más altos de encarcelación: 308 personas cada 100.000 habitantes están en cana; y eso se debe a un problema estructural de la sociedad, la carencia de políticas públicas de inclusión real producen mucha desigualdad social y eso genera violencia. Si no cambiamos todo esto, las cárceles seguirán llenándose de pibas y pibes jóvenes y pobres, cortandonos el presente y el futuro.
No es casual, este sistema busca llenar las cárceles con las personas que menos tienen. Regalando la libertad a esos que tienen "el poder" así hayan cometido los peores delitos. Un ejemplo: la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires se dio por notificada de nuestra denuncia, pero todavía no fijaron una mesa de diálogo. Como si no habláramos de hambre, de tratos deshumanizantes. Mientras esperamos respuestas, la situación se agrava día a día porque seguimos sin atención médica. Hay personas con VIH que no reciben tratamiento, otras con problemas de presión que ni se la miden, también varias enfermas de tuberculosis y distintos problemas gástricos que no están siendo tratados. Llevamos muchos días sin comer y el Servicio Penitenciario solo siguió el protocolo de huelga: nos encerraron en una celda 22 horas diarias, nos cortaron las actividades académicas y recreativas que teníamos, redujeron el horario de visita, ¿así vamos a transformarnos?
Seguimos esperando un poco de empatía, alguna respuesta. La cárcel, como la pobreza, es un gran negocio, pero la humanidad no.
*Secretario General del centro de estudiantes en la Unidad N°31 del Penal de Florencio Varela.