Bahía Blanca: preocupante descenso en el número de estudiantes de ingenierías
Por Leandro Nievas (*)
En la Universidad Nacional del Sur (UNS, con sede central en Bahía Blanca) pueden estudiarse diez carreras de ingeniería: agronómica, de alimentos, electricista, electrónica, en sistemas de información, industrial, mecánica, civil, en computación y química. En tanto, la Facultad Regional de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) ofrece cuatro: civil, eléctrica, electrónica y mecánica.
Todas estas opciones académicas figuran en el listado de carreras estratégicas del Ministerio de Educación de la Nación y cuentan con becas de estímulo. Sin embargo, la matrícula bahiense ha descendido.
UNS: 15 por ciento menos
Entre 2007 y 2019, el número de ingresantes pasó de mil a 850 por año, según datos extraídos de la propia web de la UNS.
UTN: el descenso es aún mayor
Según el último informe de autoevaluación institucional de la Facultad Regional Bahía Blanca, entre 2015 y 2019 el número de ingresantes pasó de 326 a 251, lo que representa un 23 por ciento de reducción.
Si bien existen otras carreras de marcado descenso en las universidades públicas de Bahía Blanca, la caída en los ingresos a las ingenierías merece estudiarse como caso especial dado que –a diferencia de abogacía o contador- no existen ofertas de cursado virtual por entidades públicas ni sedes de universidades privadas que las dicten en la ciudad o la región sudoeste bonaerense.
La agenda del desarrollo nacional también impone la necesidad de estudiar el caso de las ingenierías, en tanto es difícil pensar un país desarrollado en este siglo XXI si no se consolida un crecimiento sostenido en materia industrial, científica y tecnológica.
La formación es clave. China, que hoy disputa el control del escenario global, cuenta con alrededor de un ingeniero cada dos mil habitantes. Nuestro país tiene uno cada 6300. Hacia el final del segundo gobierno de Cristina Fernández se fijó la meta de llevar la relación a un profesional de ingeniería cada cuatro mil personas, objetivo que –desde antes incluso- se acompañó con estímulos a las carreras determinadas como prioritarias. La llegada al poder de Mauricio Macri (paradójicamente, un ingeniero, aunque de la privada Universidad Católica) derrumbó las expectativas.
No obstante, la relación actual entre el número de habitantes y el de ingenieros explica las buenas perspectivas laborales que se abren ante quienes se gradúan. No siempre forman parte de la información que las universidades circulan como promoción de sus carreras del ramo.
Necesitamos ingenierAs
En la UNS, las mujeres representan alrededor del 54 por ciento del estudiantado, una tendencia en crecimiento que se verifica también en la principal casa de estudios argentina, la Universidad de Buenos Aires (UBA). En Bahía Blanca, las estudiantes mujeres son mayoría en muchas de las carreras humanísticas, en los profesorados y en las vinculadas a la salud, pero en las ingenierías –pese a un repunte en los últimos años a nivel nacional- alcanzan sólo el 30 ciento de la matrícula. Apenas por encima del porcentual de la UTN bahiense, dedicada casi íntegramente a carreras ingenieriles, donde la proporción se achica a unas 20 de cada 100 estudiantes.
Los números que dejó en la UNS el periodo de inscripción de diciembre pasado ratifican el panorama previo. Si bien casi el 57 por ciento de los trámites correspondió a mujeres, la tendencia se revierte en el campo de las ingenierías: sólo 30 de cada cien. Dos de las diez opciones tendrán más ingresantes mujeres que varones: las ingenierías química y de alimentos. En el resto, la primacía de quienes se identifican como hombres (la UNS dio este año la posibilidad de no especificar género) es notoria. Los porcentajes de nuevas estudiantes mujeres son particularmente bajos en las áreas de eléctrica (5%), mecánica (10%), electrónica (10%) e informática (por debajo del 20%).
En las ligadas a esta última rama, la distancia entre géneros es abismal. Durante diciembre, en la UNS se recibieron 124 gestiones de ingreso de varones y 20 de mujeres en la ingeniería en sistemas de la información y 59 y 10, respectivamente, en la ingeniería en computación. Lo mismo ocurre con la licenciatura en ciencias de la computación, con 51 ingresantes varones y sólo 5 mujeres.
Esa tendencia, que no es privativa de la universidad con sede en Bahía Blanca, constituye un fenómeno relativamente nuevo: en la década del ’70, tres de cada cuatro estudiantes de ciencias de la computación de la UBA, pionera en la implementación de la carrera, eran mujeres. La llegada de las computadoras personales, que comenzaron a inundar los hogares desde mediados de los ’80, parece haber empalmado con la difusión de un estereotipo machista de profesional de esta rama.
Más allá del caso informático específico, los números del conjunto de las ingenierías quizá inviten a una reflexión, tanto en lo académico como en lo laboral, para evaluar si estas profesiones están ofreciendo a las mujeres las suficientes oportunidades de estudio y trabajo.
(*) Leandro Nievas es ingeniero industrial, graduado en la UNS.