Adiós a Luis Eduardo Aute: con un beso por fusil
Por Analía Ávila
Presiento que tras la noche
vendrá la noche más larga,
quiero que no me abandones
amor mío, al alba.
(Luis Eduardo Aute)
El poeta y cantautor Luis Eduardo Aute murió el pasado sábado 4 de abril a los 76 años, desde el 2016 estaba lejos de los escenarios debido a un infarto por el que estuvo dos meses en coma, luego permaneció en su casa cuidado por su familia. Había nacido en Filipinas y desde 1954 se instaló en Madrid con su familia. Su partida convocó el recuerdo y el homenaje de distintas generaciones a las que marcó con su arte.
Prolífico compositor con más de 550 canciones de su autoría, la primera fue “Aleluya Nº 1" de 1967. Dueño de una perfecta dicción, voz vibrante y estampa de juglar, recuerdo el clima intenso y de culto que generaba en sus recitales. La carrera del poeta, pintor, dibujante, escultor, cineasta y escritor es tan valiosa como inabarcable en unas pocas líneas; en esta nota intento un pequeño recorte, comparto un recorrido personal sobre este artista polifacético que formó parte de la banda musical de mi vida.
Conocí las canciones de Aute a fines de los años 80, después de la primavera democrática del gobierno de Raúl Alfonsín que trajo a la trova cubana con Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, en aquel histórico recital de 1984 en el estadio de Obras Sanitarias, donde se presentaron con otros artistas populares como Víctor Heredia, León Gieco, Piero, el Cuarteto Zupay y tantos otros que habían regresado del exilio. Después de ver ese concierto por TV y descubrir la poesía de Silvio, hubo un antes y un después en mi historia musical, literaria y militante.
Gracias a Silvio conocí a Luis, luego del disco Entre amigos (1983) que los dos grabaron con Pablo Milanés y Joan Manuel Serrat. En este álbum, Aute presentó una nueva versión de su tema “Al alba” que había sido interpretado por primera vez en 1975 por la cantante española Rosa León, y que se convirtió en un símbolo contra el franquismo. Una canción que se erigió como un homenaje a los asesinados en los fusilamientos, contra la pena de muerte, y que por tener una letra de temática amorosa pudo burlar la censura de la época.
Vislumbré un universo nuevo, porque Aute era un artista e intelectual comprometido, militante, integral, libertario. En épocas en las que Internet era inimaginable, los casetes y discos circulaban de mano en mano como contraseña, marcaban un lugar de pertenencia poética y política. Escuchábamos su música, copiábamos y compartíamos sus temas en las agendas y en las servilletas de los bares de avenida Corrientes, como canciones urgentes para declaraciones de amor, para sufrir con amores imposibles, o sólo para regodearnos con su exquisito lenguaje.
Muchas canciones de Luis están impregnadas de un delicado erotismo como “Dentro”, “Anda” y “De alguna manera”. En otras se fusiona el amor con palabras o metáforas que evocan la militancia y la lucha armada, como “Con un beso por fusil”. El amor como trinchera, los cuerpos desnudos como campo de batalla, el fuego y el estallido del deseo. Toda una marca de época, un estilo en el que también abrevó Víctor Manuel: “Qué pena/ que yo no pueda ser un guerrillero/ para saber cien modos/ como invadir tu cuerpo”. Y también está presente la ternura, un tema común a toda la trova. Mi impresión es que Aute era un melancólico activo, tal vez siguiendo el gesto de su amado pintor Vincent Van Gogh: “En lugar de abandonarme a la desesperación, tomé la decisión de la melancolía activa".
“Como en el texto vive el pretexto” dice Luis en “Quiero vivir contigo” y nos recuerda su faceta de gran lector. En “Polvo enamorado” homenajea a Francisco de Quevedo, escritor del Siglo de Oro español . Gracias a “Hafa café” leí El cielo protector de Paul Bowles, y por su canción “Jacques” conocí a Brel. Un poema musicalizado de Fernando Pessoa me condujo a El libro del desasosiego. El poeta también admiraba a Borges y a Cortázar. Como cajas chinas, con Aute descubrí universos dentro de otros, infinitos y siempre con algo más por develar.
El recital con Silvio “Mano a mano” de 1993 nos dejó el disco en vivo con exquisitas versiones a dúo de clásicos como “Rabo de nube” y “Ojalá”. En 1992 fue su primera visita al país y pude verlo en La Casona del Conde de Palermo, salimos tarareando su clásico “Slowly” por la calle Honduras. Después en 1996 presentó su álbum Alevosía en el teatro Ópera.
En 1997 durante el gobierno menemista, se hizo el recordado recital en el estadio de Ferrocarril Oeste por el aniversario del Che a 30 años de su muerte, que convocó a 40 mil personas. Se presentaron Silvio, Chico Buarque (que hacía 13 años que no tocaba en el país), Daniel Viglietti, Víctor Heredia, Santiago Feliú y Miguel Ángel Estrella, entre otros. Recuerdo la presencia de los maestros con sus reclamos y de las Madres de Plaza de Mayo que fueron ovacionadas. También coreábamos las consignas de la época posdictadura: “El que no salta es un militar” y “Cuba, Cuba, Cuba, el pueblo te saluda”.
Aute influenció a toda la nueva generación de trovadores como Ismael Serrano y Pedro Guerra. El año pasado un grupo de jóvenes artistas como Xoel López, Rozalén, Depedro, Leiva y Vanesa Martín realizaron su propia versión de Giralunas, uno de sus últimos discos. En diciembre de 2018, Silvio, el Nano Serrat, Ana Belén, Joaquín Sabina, Jorge Drexler y Víctor Manuel, entre otros, también lo homenajearon con un recital en Madrid. El último disco de Luis, De la luz y la sombra, se publicó en noviembre de 2018.
Entre sus libros más reconocidos están Toda la poesía, Claroscuros y otros pentimentos (Todas las canciones) y El niño y el basilisco. Mención aparte merece Animal, un bello libro, objeto y disco, una rareza que compré en la antigua librería Gandhi, con Prólogo de Antonio Escohotado. La obra recopila poemas inéditos escritos entre 1991 y 1994, y también contiene dibujos propios de Aute.
Su amigo Silvio lo despidió en su blog con la letra de la canción “De paso” del mismo Aute: “Sólo morir permanece/ como la más inmutable razón/ vivir es un accidente/ un ejercicio de gozo y dolor/ Que no, que no/ que el pensamiento/ no puede tomar asiento/ que el pensamiento es estar/ siempre de paso, de paso, de paso”.
Adiós querido Luis, y gracias, hoy más que nunca recordamos tu canción: “Queda la música”.