"Apología" de un mundo que se está yendo: entrevista a Santiago Beretta
Por Juan Cruz Guido
Desde AGENCIA PACO URONDO dialogamos con Santiago Beretta, fundador de la mítica revista cultural del under rosarino, Apología. Logramos la gestión del productor “Toto” Cavallero para trasladarnos a un punto secreto en la eterna ciudad de Rosario. Entre charlas, cervezas y maní de bar…
Agencia Paco Urondo: ¿En qué revistas pensaban cuando decidieron fundar Apología?
Santiago Beretta: Cuando empezamos con la revista éramos tres personas, de las cuales la única que queda soy yo. Pero creo que había una búsqueda común en cierto tipo de escritura y cierto tipo de personaje que, aunque no era lo único que leíamos, si lo teníamos muy presente y nos inspiraba mucho que era, si hablamos de las revistas, la Cerdos y Peces de Enrique Symns, y personajes como Bukowski o como Hunter Thompson. Además de haber leído la Cerdos y Peces, yo por mi cuenta, los años previo a la revista, iba a la hemeroteca de la Biblioteca Argentina buscando ese periodismo que se hacía en los ‘80 post dictadura, que tenía mucho que ver con contar la vida cotidiana de la gente. No sólo se hablaba de lo que habían hecho los militares, de los presos políticos o de los desaparecidos, sino que se empezaba a querer saber qué le pasaba a la gente con su vida cotidiana, con su intimidad anímica, con su sexualidad, con su juntadas en la calle, entre amigos, entre amigas, con la noche. Todo lo que podría ser antropología de la vida cotidiana hecho desde el periodismo, revistas como El Porteño y Fin de Siglo. Y, como ya dije, la Cerdos y Peces que era una experimentación del lenguaje y de los límites. Y las otras eran más una búsqueda de la intimidad existencial de las personas. Creo que gran motor han sido esas revistas que proponían salir a mirar la cotidianeidad más profunda.
APU: Particularmente en Rosario, ¿había tradición de revistas culturales? ¿Cómo era el flujo de las revistas de Buenos Aires?
S.B.: Las revistas de Buenos Aires llegaban y el mito de Enrique Symns era muy conocido. Después desde la Cerdos y Peces, y por nombres de periodistas que escribían ahí, llegábamos al Porteño o a Fin de siglo y descubrimos que había otro mundo. Un mundo que a lo mejor se había quedado más en su época, pero que tenía un montón de cosas que podían servir tanto para mirar aquella época como para mirar ahora y mirar hacia adelante. Y después, ¿revistas de acá de Rosario que nos hayan inspirado? Concretamente no, pero sí que después buscando y leyendo te das cuenta de que uno continúa algunas cosas. Como la revista Boom de Rosario, que dibujaba Fontanarrosa, por decir una persona de las más conocidas que hubo ahí y que era una revista muy buena porque tenía política, economía, modas. Tenía un perfil más convencional. Pero fue una revista en Rosario de tirada masiva, que siempre tenía una nota en la tapa que era "Los rosarinos y la pornografía", "La comunidad judía en Rosario", "Rosario de noche, la ciudad que se mueve". Iban desde la peatonal hasta los viejos puteríos de Pichincha, pasando por la avenida Alberdi, que es en zona norte, donde había una discoteca novedosa para esa época, o tenían notas de callejones de Rosario que tenían plata y puertas y pórticos llamativos y que pasaban desapercibidos, que no estaban en el centro, o las primeras personas que iban a la Florida de día cuando no se iba al río. O cómo era la guardia de un hospital a la noche. Cosas que podría decir son bien de periodismo de investigación, como una vuelta al hospital a la noche o el juego clandestino en Rosario. Hasta cosas más inocentes, como cómo ir a la Florida un domingo a la tarde, pero que era novedad en esa época. Esa revista me parece que tiene bastante que ver con nosotros. Después hubo muchas revistas de poesía o de algunos pibes que se agrupaban. Uno ponía un poema y otro un dibujo. Otro un relato y otro alguna entrevista a algún artista que le interesaba. Pero no sé si hubo una influencia concreta de revistas under de Rosario antes que nosotros, porque algo que tiene Rosario es que las experiencias no generan continuidad a las generaciones que vienen. A lo mejor después viene una generación y rescata algo que pasó, pero no queda dando vueltas en el aire, más que nada queda como algo medio perdido. Un ejemplo sería el Parakultural de Buenos Aires, que está mucho más presente que Cucaña, que fue una experiencia teatral y artística de Rosario alucinante. Mario Piazza, un cineasta de acá, hizo una película que por suerte la pasaron hasta el hartazgo y se le dio mucha pelota. Pero si no era por esa película, Cucaña quedaba en la nada y era una experiencia tan potente como el Parakultural en Buenos Aires, con su diferencia porque era intervención callejera, con pibes de 16-17 años a finales de la dictadura. No es lo mismo que el Parakultural, que a lo mejor había 25 o 30 espectáculos por semana y concurrían cientos de personas. Esto no, Cucaña era más aislado. Pero me refiero cómo algo tan potente de Buenos Aires queda y algo tan potente de nuestra propia ciudad se pierde. Entonces, quizás por eso, en la revista Boom hay un antecedente.
APU: Ya van 10 años de Apología, ¿qué queda de ese entonces? ¿cuánto cambió la ciudad en estos años?
S.B.: Yo siento que cambió mucho la ciudad y cambiamos también nosotros. Empezamos a los 20 años y ahora tenemos 30 y uno no es igual a los 20 que a los 30. En Rosario se puso mucho más violento el narcotráfico. Lo cual no es algo que hayamos hablado tanto nosotros, pero es algo que ha aparecido en nuestra revista y eso se puso más violento en los últimos años. Y, por otro lado, también la revista de alguna manera quería contar una ciudad legendaria que se estaba yendo. No es una revista que añoraba el pasado, pero era una revista que retrataba mundos que se iban, porque no es lo mismo hablar del pasado o el año pasado, que hablar de un mundo que se está yendo. Y nosotros contábamos ese mundo que se estaba yendo. Y bueno, se fue yendo de diez años a esta parte. Calles cuya fisonomía cambió totalmente porque tiraron abajo a todas las casas para hacer edificios, bares que ya no están. Personajes que se murieron y que conocían la historia de antes. Y con la pandemia más lugares todavía se terminaron yendo.
APU: Iba a ser la primera pregunta, pero era demasiado trillado y fácil. Pero ahora sí, ¿por qué Apología? ¿Apología de qué?
S.B.: Se le ocurrió a Tony Temple, que es un músico de Rosario que estuvo en los primeros dos números de la revista. Apología como hablar a favor o en defensa de alguien o de algo. Y cuando empezamos con la revista lo que nosotros reivindicábamos era la idea de estar en la calle y contar la vida de la gente y darle valor a lo que uno escuchaba. Al hecho en sí de andar por ahí, mirando, preguntando, escuchando y viendo que aparecía. Ya se empezaban a venir las redes sociales y ese acelere que sigue habiendo. En los ambientes artísticos siempre está esta idea de que uno está haciendo algo importante y que vive en un mundo que no es el de todos los días, sino que es el mundo de los artistas. Entonces nosotros diciendo Apología queríamos poner en valor el mundo de todos los días, de la gente que está en la calle, y no me refiero a la gente que está en la miseria, sino cualquier vecino, gente común que te encontrás en la calle. Que está viviendo su vida y tiene algo para decirle al mundo y para decirse a sí, alguna pregunta. Hacer algún silencio, que esconda palabras que significan algo.
APU: ¿Podes resumirlo en una oración? Apología de…
S.B.: Si, apología del divague, apología de estar escuchando a la gente. Sería apología del divagar por la ciudad.
APU: ¿Cómo fue el camino para lograr una revista gráfica que se destaca por su calidad de impresión y edición?
S.B.: El primer número era en fotocopia y encima una fotocopia que no era de la mejor calidad. Me acuerdo que comprábamos las cartulinas en una papelera y cuando nos daban las hojas, las impresiones de la fotocopiadora, las doblamos con una madera y pedíamos una abrochadora prestada y las hacíamos en una calidad mala. Hicimos tres números así. La última si tenía buena calidad en fotocopias, con una tapa linda y la segunda maso menos también. La primera era bastante mala. Pero fuimos metiendo pequeñas publicidades que nos permitieron pagar imprenta y con el tiempo de hacer 500 copias, fuimos a 700, 800, 900, 1000. No sé si llegamos a hacer 1100 en algún número. Con publicidades, con lo recaudado en las librerías y con lo recaudado del evento de presentación pudimos hacerlo. Y creo que, como todo, fuimos aprendiendo a escribir mejor las notas, el diseño se fue ajustando cada vez más. Lo mismo con las ilustraciones y la foto, pero, en definitiva, más allá de la calidad de impresión, fue estar diez años pensando todos los días en la revista. Cómo financiarla, qué notas hacer, cómo mantener a la gente que estaba y cómo incorporar nueva gente. Hubo una energía de ver qué pasaba si hacíamos una revista y una energía más grande que vino cuando la revista empezó a caminar y vimos que se volvía algo real y que, así como uno teníamos de héroe a un escritor o a un fotógrafo o a un cineasta, de golpe nosotros mismos podíamos llegar a hacer algo que fuera parecido, o una búsqueda similar a la de nuestros maestros, nuestros héroes. Era una energía que crecía adentro nuestro y que se transmitía a los que estaban al lado. Entonces el grupo tenía esa energía que diseñaba cada vez mejor, que dibujaba y escribíamos mejor. Juntábamos la plata que había que juntar y salíamos a la calle a hacer notas. Y tal es así, que durante seis años vendimos la revista en la calle, todos los días en el parque de la costanera de Rosario. Íbamos de lado a lado vendiendo la revista fines de semana, domingos y feriados.
APU: Así se fue formando una tribu de seguidores de la revista, ¿cómo fue ese crecimiento?
S.B.: Hay distintos niveles. Había gente que te veía vendiendo la revista en el parque y le parecía simpático y te compraba un número y nunca más. Otros que te decían "Siempre vengo al parque y quiero cruzarte para leer el número que salió", que les gustaba la revista. Hasta gente que se acercaba a las presentaciones. Y ya no era voy al parque a comprar una revista, sino me acerco yo hasta donde esté la revista para comprarla, que eran gente ya más dispuesta e interesada en el proyecto. Después gente que se interesó por colaborar o por querer ser parte. Los textos circularon mucho en el papel, en una época donde todo se hacía circular de forma virtual y recién en el último año hicimos una web donde esta toda nuestra producción y se empezó a leer en la web y compartir notas virtuales. Pero han sido muchos años. A lo mejor en una época eran devoluciones chiquitas, de gente más conocida o gente que ibas conociendo por la revista, y después se empezó a llenar de gente las presentaciones y se vendía un montón en el parque.
APU: ¿Consideras que se generó una escuela de periodismo en Rosario de Apología, un estilo periodístico particular?
S.B.: No sé si una escuela que van a hacer otros, pero sí se puede decir que hay un estilo claro. Decimos “vamos a hacer una Apología, pero hagámosla bien Apología”. Es decir, si decimos eso entre los compañeros, nos entendemos. Yo creo que sí, que tenemos un estilo, que fue mutando, pero que fue siempre mutando sobre sí mismo, con cierta semejanza a sí mismo y que a lo mejor en una época era periodismo muy delirante. Después se pudieron hacer notas más periodísticas, más formales, en un periodismo más tradicional investigativo. También hubo experiencias que fueron periodismo al servicio de la literatura. Pero siempre hubo un estilo de salir a contar la calle, la parte más marginal y también la parte de esos mundos errantes que hay en una ciudad, y que están por desaparecer o que son frágiles.
APU: De acá en adelante, ¿qué perspectivas hay para la revista, con la situación de la pandemia como marco general?
S.B.: La idea sería usar la web para sacar notas y hacer una edición exclusiva en papel que después se suba a la web. Sería genial, pero más que eso, yo pensaría el contenido porque como me preguntabas si hay un estilo Apología o no, yo te digo que sí. Y ¿qué sentido tendría hacer una revista como está ahora? Siempre tuvo dos partes. La parte que entrevistamos a los artistas de la ciudad y la parte que hacíamos encuestas existenciales o notas de la calle. Hay algunos artistas que nunca entrevistamos, que creo que estamos como en deuda, que tendríamos que entrevistar porque son muy la onda apología. Bohemios, locos, gente muy romántica y con mucho cariño por la vida, por la ciudad y por su arte. Pero a veces pienso que ya no tendríamos que entrevistarlos ni siquiera a ellos, o lo haríamos como un homenaje o una deuda. Pero la etapa nueva de la revista tendría que ser bien investigativa, bien periodística e ir al extremo de las investigaciones de contar la vida íntima de la gente. Pero no ya cosas simpáticas o amables que contábamos, que también había cosas oscuras, sino ir al hueso de la soledad de la ciudad y las cosas que a la gente le pesan, y las cosas que hace para salir de esos pesares. Como, por ejemplo, gente que paga por sexo. Pero no contar historias turbias o anécdotas rimbombantes de la noche, sino estudiar porque alguien tiene que pagar para tener sexo. Esa es una de las que se me ocurre. O, por ejemplo, la gente que espera afuera del Hospital Central noticias sobre sus familiares. Investigaciones de la vida, de volver a la investigación de la vida cotidiana de la gente, pero investigaciones densas y profundas, que lleven mucho tiempo hacerlas y que cuenten. El objetivo sería cómo la gente construye un sentido de su vida en el día a día.