Biblioteca Nacional ¿qué hacer cuándo todo es amenaza?
Por Flor Codagnone*
Ya he narrado esta imagen, pero no importa cuántas veces la diga o la escriba: estábamos haciendo la cola para entrar en la muestra del Indio Solari. Sonaba “Banderas en tu corazón”. Sonaba “El tesoro de los inocentes”. Había personas de todas las edades. De todas las clases sociales. Hombres y mujeres que tal vez nunca habían entrado en la Biblioteca. Y nosotros, que sí habíamos ido a consultar libros o la hemeroteca. Que sí habíamos ido a escuchar y a leer o a muestras o a presentaciones. Nosotros, que con esa música nos pusimos a bailar un lento en la explanada de la biblioteca. Un lento raro. Hay una foto que lo muestra. Yo estoy con los brazos extendidos como un ave en pleno vuelo. Ligeramente sostenida por mi compañero. Recuerdo que, al vernos, una mujer murmuró: “acá tiene que haber pogo”. Y nosotros reímos y seguimos bailando. En aquella imagen que capturó el momento de mi vuelo también está Horacio González esperando entrar con todos nosotros. Y aunque la foto no la muestra también estaba la ex directora del Museo del Libro y de la Lengua, María Pía López.
Pienso, ahora, que atesoro esa imagen y ese momento como algo familiar. Es que en los últimos doce años la Biblioteca Nacional, la Plaza del Lector, el Museo del Libro y de la Lengua y la Plaza Boris Spivacow se llenaron de poesía y de música y de debate… de pueblo. Sólo por nombrar algunos de mis momentos más felices en aquellos lugares: cuando participé de Plaza de la Lengua, el ciclo de Osvaldo Baigorria y Ariel Idez, o las jornadas de Literatura y Psicoanálisis, organizadas por Nicolás Cerruti. O, cuando fuimos con mis alumnas quinceañeras al Poesía Ya. O Trémulas, el proyecto poético que llevamos adelante con María Magdalena y que encontró en el Museo del Libro y de la Lengua una especie de hogar.
Sí, creo que estoy hablando de algo profundamente familiar. Por eso las lágrimas cuando se difundió la noticia de los 240 despedidos. Por eso la angustia con las imágenes de la policía invadiendo la casa de los libros, de la cultura, de la poesía. Quizás por eso también la necesidad de los poetas de salir a bancar, a decir, a reclamar. Porque, ¿qué otra cosa hacer cuando entran con violencia en tu casa, cuando saquean a tu familia, cuando te ponen de rodillas, cuando todo es amenaza?
La convocatoria se extendió por las redes sociales como reguero de pólvora, sólo que nosotros no portamos más armas que las palabras, sólo que las palabras pueden ser más poderosas: el 31 de marzo a las 18 horas en la Plaza del Lector estábamos todos convocados a leer poesía en repudio a los despidos, a la presencia policial en el lugar, al vaciamiento de la cultura, a la barbarie de este gobierno…
Entonces, en el último día de marzo, la biblioteca del pueblo y sus plazas y sus trabajadores se abrazaron de poesía. Soy mala para calcular, pero dicen que hubo unas doscientas personas. Hubo muchos mates compartidos. Hubo ancianos y jóvenes y niños. Hubo poetas españoles y latinoamericanos. Hubo poetas y escritores, que creo que no vale la pena individualizar porque la lucha de hoy es la del otro, la colectiva. Hubo unos cuarenta poemas recitados sin micrófono ni megáfono. Todo lo que se dijo y todo lo que se escuchó fue a viva voz. Y, en ese gesto, lo descarnado, la desgarradura.
(*) Flor Codagnone nació en Buenos Aires en 1982. Es licenciada en Periodismo. Realiza trabajos de edición, traducción y corrección. Brinda talleres y clínicas literarias. Junto con María Magdalena forma el proyecto poético Trémulas. Participó de la antologías Rock del país (Universidad Nacional de Jujuy, 2010), Grito de Mujer Buenos Aires (Biblioteca de las grandes naciones, 2016), Poemas de la resistencia (El otro ediciones, 2016), del libro Hablemos de angustias (Letra Viva, 2013) y de la colección de poemas Esto pasa. Poesía en Buenos Aires (Llanto de mudo, 2015). Escribió con Nicolás Cerruti Literatura ∞ Psicoanálisis: El signo de lo irrepetible (Letra Viva, 2013). Tradujo Los Beatles y Lacan: Un réquiem para la Edad Moderna (Galerna, 2013) y Antes de decirnos adiós (Galerna, 2014). Publicó los poemarios Mudas (Pánico el Pánico, 2013) y Celo (Pánico el Pánico, 2014).
(**) La foto que ilustra la nota pertenece a Eva González.