Cementerios indígenas
Por Carla Moriana
En las comunidades aborígenes de todos los territorios del mundo la idea de la muerte y lo que sucede con el cuerpo después de la vida es muy distante de los conceptos que poseemos ahora. En Argentina se han realizado rituales mortuorios desde que el hombre habitó el territorio. Las tumbas más antiguas son cuevas en las laderas de las montañas, que se utilizaban de manera colectiva. En su mayoría, estas comunidades decidían realizar los enterramientos en terrenos más cercanos al cielo. Por ello es más común encontrar una necrópolis en algún cerro, montaña o sierra. En las llanuras se escogían lugares cercanos a ríos y acequias, lo que me recuerda el antiguo cementerio indio a las orillas del Río Lavayen (Jujuy).
En estos cementerios encontramos vestigios en su funeraria, que era elaborada; deformaciones craneanas pueden señalar la posibilidad de un culto de los cráneos, asociado a la existencia de cráneos-trofeo. Entre los omaguacas la deformación ritual era una costumbre importante, practicándole la de tipo "tabular oblicuo", es decir colocando maderas que presionaban los huesos frontal y occipital.
La coca, sumamente valorada, era traída desde Bolivia y acompañaba al muerto en su viaje final, como parte fundamental del ajuar funerario, en la zona andina, precordillerana y selvática, desde Perú hasta Tucumán.
El cuerpo de los difuntos, según cada comunidad, recibe un especial tratamiento después de su deceso; el tratamiento de los órganos internos como de la piel, con hierbas, extracciones y sales, conocimientos que nuestra sociedad civilizada y urbana a delegado a un determinado grupo de personas especializadas en el tema. Estos tratamiento podrían pasar desde la momificación, la envoltura de los cuerpos en textiles, el secado de la piel, el enterramiento en vasijas, entre otras maneras de tratar los cuerpos.
Cargar de significados negativos a los cementerios de las comunidades aborígenes es signo de una profunda ignorancia.
Hay un viejo mensaje que se reproduce en internet diciendo: "toda la Argentina está construida sobre un cementerio indígena". La aseveración puede considerarse válida. Los fantasmas del pasado nos persiguen a los que permanecemos en el plano de lo que llamamos real, vida, y los cementerios indios seguirán despertando el interés y el temor, porque la falta de conocimiento sobre las culturas originarias nos lleva a fantasear sobre su poder y su espiritualidad. Podemos poner el énfasis en los prejuicios o podemos fantasear y crear cuentos, poemas, películas, series sobre existencia, su creación, su persistencia, pero lo que no podemos hacer es someter su existencia a la marginación y degradación que sufren las comunidades originarias en todos los sitios del mundo donde son sobrevivientes de las llamadas "conquistas" o de la llamada "civilización".