Claudia Puyó: “Ser una artista independiente muchas veces se paga con la soledad”

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    Claudia Puyó
    Foto: Moro Teufel
APU ENTREVISTAS

Claudia Puyó: “Ser una artista independiente muchas veces se paga con la soledad”

16 Abril 2023

Dueña de una de las voces más poderosas del rock argentino, Claudia Puyó conversó con Agencia Paco Urondo sobre sus comienzos en Ramos Mejía, su desembarco junto a Los Redondos para grabar Gulp!, primer disco del grupo. De las dificultades que tuvo la edición de Del Oeste, su placa debut, que incluye un preciado regalo de Luis Alberto Spinetta. Y también, de lo duro e inspirador que fue la pandemia que dio como resultado Cazadora de cielos (un nuevo material doble pronto a editarse) y sobre lo difícil que es ser una artista independiente entre muchas otras cosas. “La industria siempre busca inventar un producto que se venda y, de ser posible, se parezca a alguien que dé réditos. Siempre fue igual y el problema es que la gente se presta para eso. Como yo nunca lo hice, todo se me hace más cuesta arriba. Porque no difunden mi música o porque me cierran las puertas para laburar. De hecho, cuando ves eventos enormes donde hay un montón de mujeres, generalmente yo no estoy. Y eso hace que pareciera que no existo, aunque si no existir es conservar el espíritu, prefiero no existir”, subrayó.

Agencia Paco Urondo: De muy jovencita comenzaste a dar tus primeros pasos en la música formando Ana Gris junto a Aníbal Forcada, en Ramos Mejía, tu patria chica.

Claudia Puyó: Fue un tiempo hermoso. Ana Gris, junto con Aníbal Forcada, lo formamos cuando yo tenía apenas 12 años y tocábamos canciones propias. Por ejemplo, “El blues de los plomos”, compuesta por Aníbal, es de esa época. Después, cuando terminé el colegio secundario en Ramos Mejía, conocí a músicos como Ricardo Mollo, Alambre González y Marcos Pusineri, con quienes comencé a zapar, que es algo que me encanta hacer todavía hoy, en un boliche de la zona que se llamaba Bangladesh.

APU: En esa misma época es que vas a conocer al Piojo Ábalos y a Tito Fargo, quienes, finalmente, te van a acercar a Los Redondos.

C.P.: ¡Claro! Por medio del Piojo y Tito Fargo llegué a grabar en Gulp! (1985), primer disco de Los Redonditos de Ricota. Haciendo coros con Laura Hatton, esposa de Rodolfo Gorosito, uno de los primeros guitarristas de la banda; y María Calzada, compañera de Pipo Lernoud. En temas como “Humano, roto y mal parado”, “Superlógico” y “Criminal mambo”, entre otros, que grabamos en los estudios que la familia Vitale tenía en la localidad de Villa Adelina. De todos modos, tengo que decir que incluso antes de la salida del disco, cada vez que tocaban en algún boliche o pub yo solía cantar con ellos canciones como “Mariposa Pontiac” y “Nene nena”. Una época increíble de Los Redondos.

APU: Al comienzo hablabas del gusto que te produce, desde siempre, improvisar con otros músicos, participando de jam sessions ¿Cuán importantes fueron esas primeras zapadas en Ramos Mejía para tu formación como artista autodidacta?

C.P.: Muchísima, porque yo nunca estudié música. En mi caso, aprendí a cantar arriba de los discos y a tocar la guitarra al revés, sólo mirando a mi vecina, que era derecha. Después, empecé a “inventar” acordes, porque me gusta investigar y explorar sobre sonidos nuevos. Por eso digo que la música es lo único que necesito; me acompañó y me salvó a lo largo de mi vida. Porque hubo momentos en que si no actuaba en algún lugar, no comía.

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APU: En este sentido, y siendo una música independiente que necesita fundamentalmente del vivo para seguir adelante ¿Cómo te trató la pandemia, sobre todo en su fase de mayor restricción?

C.P.: Fue muy duro ese tiempo, por varias razones. Por no poder salir a tocar, como bien decís, y porque, además, tuve que cuidar a mi madre enferma, quien finalmente falleció. Pero en medio de ese caos hubo, como siempre, mucha música. Salieron varias canciones un poco oscuras, obviamente, por el contexto, pero que terminaron integrando un nuevo disco doble al que bauticé Cazadora de cielos. Después, lo que sí hice en pandemia fueron un par de shows virtuales y a la gorra, en “Kadorna Kitchen”, la cocina de mi casa. Recuerdo la gracia que me causaba una vez que lo subía a las redes sociales, ver de fondo los imanes con los teléfonos de los delivery pegados en la heladera (risas).

APU: En 1985, a la par que participaste de la grabación de Gulp!, también editaste Del Oeste, tu álbum debut como solista, para el cual tuviste que pelear contra algunas imposiciones de la compañía discográfica.

C.P.: Mi primer disco lo empecé a grabar el 7 de junio de 1984, lo recuerdo muy bien porque es el día de mi cumpleaños. Y como bien decís, fue muy difícil todo porque Oscar López, que era el productor de La Corporación y tenía una discográfica con Billy Bond que se llamaba Shazam Records, no quería que grabara mis canciones sino versiones de otros artistas. Finalmente, y luego de discutir mucho, pude incluir 4 y elegir a Daniel Freiberg como productor y arreglador, a quien conocía por haber hecho un gran trabajo con Alejandro Lerner. Por eso, y gracias a que me sugirió agregarle cuerdas a algunas de mis composiciones, es que Del Oeste cuenta con la participación increíble de La Camerata Bariloche y una hermosa versión en piano de “Creo que tengo que decirte algo”. Y la frutilla del postre fue que el mismísimo Luis Alberto Spinetta me regalara un tema que se llama “Viento del lugar” y que nunca grabó. Un flash, porque el Flaco siempre fue el músico que más admiré en toda mi vida, y que haya tenido semejante gesto conmigo, fue algo que no podía creer.

APU: ¿Por esa experiencia tan compleja que tuviste que atravesar con Del Oeste, de requerimientos tan absurdos de parte de productores y compañías, es que defendés a ultranza la autogestión?

C.P.: Claro, porque hubo una compañía que no quería que grabara mis canciones en mi propio disco debut, una locura. Es más, ni siquiera habían escuchado el material. Lo que pasa es que los productores, en general, inventan un personaje, no quieren uno ya hecho. Una vez apareció Mario Pizurno, director artístico de RCA Víctor, y me dijo: “Quiero que seas la primera Blondie argentina”. Me lo quedé mirando y le respondí: “Yo solo quiero ser la primera Claudia Puyó” (risas). Además, Blondie y yo no tenemos nada que ver, y eso que me encanta. Siempre la industria busca inventar un producto que se venda y, de ser posible, se parezca a alguien que dé réditos. Siempre fue igual y el problema es que la gente se presta para eso. Como yo nunca lo hice, todo se me hace más cuesta arriba. Porque no difunden mi música o porque me cierran las puertas para laburar. De hecho, cuando ves eventos enormes donde hay un montón de mujeres, generalmente yo no estoy. Y eso hace que pareciera que no existo, aunque si no existir es conservar el espíritu, prefiero no existir.

“Aprendí a cantar arriba de los discos y a tocar la guitarra al revés, sólo mirando a mi vecina, que era derecha”.

APU. ¿Que opinás con respecto a que un colectivo de mujeres músicas lograra imponer la ley de cupo femenino?

C.P.: Mirá, cuando empecé a tocar era una nena. Entonces, para mí, ser artista hombre o mujer siempre fue lo mismo. Hoy veo que las chicas se ponen contentas porque les dan el 30% de cupo para eventos musicales: ¿Es una broma? La verdad es que no entiendo la alegría de ese logro. Por otro lado, está bien que exista ese porcentaje de mujeres obligado en los festivales, para desmentir lo que dijo José Palazzo sobre que no hay suficientes minas rockeras y talentosas en Argentina. ¿Por qué no me lo dice a mí, en la cara? No creo que tenga los huevos bien puestos para hacerlo.

APU: Entiendo perfectamente y comparto en gran parte lo que decis ¿Pero no crees que esto que sostenés te hace pagar un precio muy alto?

 C.P.: Lo sé, por eso no tengo muchas ofertas para actuar. Tengo muy en claro que diciendo estas cosas no me van a llamar, y menos de un festival como Cosquín Rock (risas). Los productores te van cerrando puertas y ellos son los que determinan quiénes van a las grillas y quiénes no. Por eso creo que si bien, los músicos, no nos parecemos y somos diferentes, tenemos que tener personalidad y ser libres para decidir sobre nuestras carreras. Tomando lo que vos decís, tal vez el precio que pago por mi libertad sea la soledad.

APU: ¿Cómo te llevás con el hecho de ser referente de otras artistas?

C.P.: No sé si me considero una referente, tal vez no me doy cuenta y lo soy. Obviamente, estoy viva y muchas cantantes me deben haber escuchado, a algunas les debe gustar lo que hago y a otras no, lo normal. Pero cuando alguien me dice: “canto porque te escuché a vos” o “tal canción tuya me salvó la vida”, es emocionante, no puedo negarlo.

APU: En un momento de la charla mencionaste Cazadora de cielos, un álbum doble producto de la inspiración que lograste por el encierro que impuso la pandemia ¿En que etapa está el material y cómo pensás su edición?

C.P.: Estoy viendo cómo hacer para subirlo a las redes y plataformas. Todas cuestiones que, para mí que soy de otra generación, son nuevas. El disco está terminado hace un montón, hasta la gráfica está hecha. Y si bien me encantaría poder sacarlo en formato físico, no sé si eso será posible, por los altos costos que se manejan. De todas maneras, estoy muy feliz de tener este nuevo conjunto de 28 canciones donde hay algunas mías, concebidas en un momento muy difícil para mí, pero que me gustan por la fuerza que tienen. Y otras versiones de temas como “Fina ropa blanca” y “Crisantemo”, de Luis Alberto Spinetta; “Ojos de video tape”, de Charly García; “Por probar el vino y el agua sagrada”, de La Máquina de Hacer Pájaros; “Colores”, de Ulises Butrón; “Friends”, de Elton John, que recuerdo escuchar a mis 11 años y “Don’t go away”, un temazo de Oasis que tiene una letra muy representativa para mí, por algo que me pasó. Un álbum que, debo decir, está atravesado por un clima denso y oscuro, pero que me encanta. De todos modos, ya estoy pensando en un nuevo material, con cosas que aún me debo en la vida antes de partir.