“Con Macri nos amenaza la imposición de la lógica de los grandes grupos”

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“Con Macri nos amenaza la imposición de la lógica de los grandes grupos”

15 Noviembre 2015

Por Juan Ciucci

APU: ¿Cómo analiza la actualidad del mundo editorial?

Américo Cristófalo: Desde los años noventa el mundo editorial tiene la característica de haber generado procesos de hiperconcentración, donde las empresas editoriales que se caracterizaban por ser proyectos familiares, pasaron a ser grandes corporaciones. El sector editorial está gobernado por esa lógica de concentración, que une esos negocios editoriales con otros campos de la industria cultural. Por lo que los grandes grupos editoriales no sólo se dedican a la edición de libros, sino que además están comprometidos con grupos de medios, de distribución comercial. De modo que tienen propósitos clarísimos de dominio del mercado y del sector. En la Argentina cuando esto comienza a ser visible, surgen movimientos de pequeñas editoriales que intentan responder a esta lógica de funcionamiento. Hoy, luego de 20 años de presencia de estas editoriales llamadas independientes, que han publicado los mejores catálogo  en los últimos años, uno podría identificar dos grandes ritmos en el sector editorial. Uno que tiende a la fuerte concentración, y otro que me parece está horizontalizándose de un modo cada vez más disperso, me parece. Más allá de las voluntades y políticas que se propongan en cuestión alrededor de estos movimientos más independientes, lo cierto es que terminan de algún modo siendo funcionales a esta misma lógica de concentración.
De modo que como en otros sectores de la economía, la presencia de lo público es central. Porque a su alrededor podrían establecerse mecanismo de regulación más o menos claros de las grandes asimetrías que se producen en el sector. Hoy a lo sumo dos o tres de los grandes grupos controlan el 80% del mercado, cuando en el país hay alrededor de 700 editoriales. De modo que hay allí algo análogo en cierto sentido a lo que se formuló muy críticamente y en estado de debate colectivo en el país alrededor de la ley de medios. Ahí hay que tomar iniciativas dese la perspectiva de lo público, y esto se ha venido haciendo en algunos proyectos universitarios muy buenos que han desembocado en la Red de Editoriales Universitarias. Y por otra parte en la expresión de algunas instituciones públicas como la Biblioteca Nacional, que ha desarrollado en los últimos años una actividad editorial ejemplar.

APU: ¿Cómo surge la idea de EUFyL?

AC: Es en ese marco y en la coyuntura política en que parece amenazarnos la imposición definitiva de la lógica de los grandes grupos si Macri llega al gobierno, es imprescindible pensar en alternativas que tengan que ver con la edición pública, donde las Universidades cumplen un papel fundamental. La Facultad de Filosofía y Letras tiene una editorial que funciona desde hace mucho tiempo, dedicada a resolver y abastecer necesidades de tipo académico al interior de la facultad. Publicando bibliografías que son de uso de las cátedras, o producciones de la investigación de los propios docentes. Pero nunca había ensayado la perspectiva de pensar un proyecto que tuviera una conversación más exterior con el medio cultural argentino. Eso intentamos con este pequeño sello, que forma parte del proyecto general editorial de la facultad, pero que tiene una iniciativa más abierta a las conversaciones generales de la cultura argentina contemporánea. Las instituciones públicas tienen dificultades en sus resoluciones por ser respetuosas de normativas, por lo que sus movimientos son lentos, pero viene pensándose desde hace tiempo, y conseguimos a través de un proceso licitatorio un mecanismo de distribución externo, que la facultad no tenía, y que permitirá que los libros estén en todo el país. Tanto este nuevo material, como los materiales producidos para la circulación interna de la facultad y que podrían interesarle a un público más basto.

APU: ¿Cuáles son los primeros títulos?

AC: Editamos Historia de la mentira. Prolegómenos", una conferencia que Jacques Derrida dictó en Buenos Aires organizada por la Facultad de Filosofía y Letras. Que cuenta con un prólogo de un docente de esta casa, Jorge Panesi, uno de sus lectores más refinados. Y Arlt, diez aguafuertes comentadas; que condensa la idea de acercar a los lectores contemporáneos nuevas perspectivas de lectura de los clásicos argentinos. Para esta edición, se convocó a diez escritores y se le propuso a cada uno de ellos que eligiera una de esas aguafuertes y la comentase. Entre esos escritores se encuentran Horacio González; María Pia López; Martín Kohan; Aníbal Jarkowski; Julio Schvartzman; Sergio Chejfec; María Moreno; etc. Y estamos pensando en modalidades que autores vinculados a carreras se puedan incorporar a este proyecto.

APU: ¿Qué implica llevar adelante este proyecto?

AC: Estos proyectos para una institución pública son un enorme esfuerzo presupuestario, por un lado, y de energías de trabajo, por otro. Las ediciones que estamos pensando llevan la marca de la facultad, es decir, un enorme cuidado en la edición, en la calidad de los textos que vamos a publicar. Y una diferencia con otros lenguajes, que tiene que ver probablemente con los lenguajes académicamente más duros, que en este caso pensamos más bien en una línea de mayor asimilación, sin que la difusión vaya en desmedro de la calidad de los libros que estamos pensando.

APU: ¿Cómo analiza este último tiempo donde hubo mucho apoyo estatal a la investigación y a las universidades?

AC: Nunca hubo en la historia argentina un proyecto político que destinara el esfuerzo y los recursos materiales que se destinaron a la ciencia y a la técnica, a la investigación y a la Universidad en sí. Estos últimos 12 años fueron de un inmenso crecimiento de las instituciones universitarias. Por un lado, en la creación de nuevas universidades, por otro en el ostensible mejoramiento de los salarios, de las condiciones de infraestructura, de las condiciones de trabajo, y de las condiciones de investigación. El Ministerio de Ciencia y Técnica ha desarrollado una tarea extraordinaria, y en estos días un poco oscuros hay permanentes declaraciones de las universidades, de los investigadores, de la gente del Conicet, señalando la amenaza que significa la posibilidad de una restauración conservadora en el ámbito universitario. La memoria reciente, de los años ´90 en las universidades, es elocuente.

APU: ¿Cómo pensar estas nuevas universidades y su capacidad de crear estas experiencias editoriales, y lo que le ha costado a la UBA?

AC: La UBA tiene una historia particular, en estos 30 años del regreso de la democracia a las instituciones universitarias, ha habido una línea política mayoritaria que no ha acompañado estos procesos de transformación. O que los ha acompañado de manera ambigua, salvo algunas facultades como Sociales, Filosofía y Letras, Exactas. La UBA es una institución que alberga alrededor de 300 mil alumnos, con un presupuesto gigantescos, que ha cristalizado algunos mecanismos muy automáticos de gobierno, que ha sido reacia a los debates reales. Sigue siendo la universidad pública más importante del país, continúa siendo una institución donde mayor ciencia se produce. Pero la apertura de nuevas universidades ha cambiado el mapa universitario, y se generaron con un concepto nuevo de la institución universitaria. Hay una mayor conciencia institucional en ellas, y en la UBA hay que hacer esfuerzos muy fuertes para pensar en proyectos de reparación institucional, que se vienen haciendo.

APU: Una de las deudas de esta facultad en particular sería la reforma de los planes de estudio de las carreras que aquí se dictan.

AC: Hay carreras que han avanzado mucho, otras no. La reforma de los planes de estudio es, en un contexto institucional complejo y que demanda la intervención de todos los claustros, un proceso muy largo y complejo. Que involucra intereses sectoriales, de pequeñas corporaciones. El plan de la carrera de Letras, que es el que más conozco, es inmediatamente posterior al regreso de la facultad a su vida democrática. Es un plan muy flexible, muy abierto, con esto no quiero decir que no merezca ser discutido. Ha tenido modificatorias, más o menos parciales. El proceso de discusión y de debate acerca de cómo pensar un plan de estudios hoy es muy complejo y largo. Por otro lado, todo lo que tiene que ver con los mecanismos institucionales para que los planes de estudio sean aprobados, registrados, etcétera, en las distintas burocracias que tienen que transitar, es también muy largo y complejo. Por lo cual siempre hay enormes dificultades. Aun así hay carreras que han discutido el plan de estudios, hay carreras que lo están haciendo ahora, y algunas acaban de terminar esa discusión. También es una preocupación de la facultad, mantener vivo ese debate.

http://novedades.filo.uba.ar/novedades/eufyl-nuevo-proyecto-editorial-de-la-facultad