Danza integradora: otra forma de bailar
Por Boris Katunaric
Agencia Paco Urondo: ¿En qué consiste la danza integradora?
Susana González Gonz: Dirijo un grupo que ya tiene 16 años, se llama ALMA y es la primera Compañía de Danza Integradora de la Argentina que integra a personas en silla de ruedas en sus espectáculos. La compañía está formada por tres bailarines que llamamos “convencionales”, que no tienen ningún problema, por lo menos externo, y a tres bailarines que están en silla de ruedas. Es un nuevo montaje, una nueva experiencia, una nueva aventura muy significativa para nosotros porque sale de la estética que yo venía trabajando. En principio, me interesaba mostrar que las personas con discapacidades podían bailar, después quise hacer un espectáculo que tenía que ver con resignificar el simbolismo que la sociedad le da a la silla de ruedas, es decir, quitar el lugar de “pobrecito”, de la imposibilidad o de lo que está inhabilitado, en otras palabras: quitar el rol de la silla de ruedas como enfermedad. Después hice, también, una obra de tango mostrando que también se puede bailar en silla de ruedas —los muy bailarines de tango creen que solo se puede bailar con cortes y quebradas—.
Ahora estamos por estrenar una obra nueva en el Teatro El Cubo que se llama “Quién es Quién”. En esta nueva obra no solo usamos la silla de ruedas como extensión del cuerpo del bailarín, del que la porta porque la silla de ruedas es parte de ese cuerpo, sino que también usamos la silla como objeto escénico. Esta obra tiene distintas escenas que fui viviendo a lo largo de la temática y en las cuales fui aprendiendo y transitando. La obra tiene que ver con que todos somos iguales y diferentes, tenemos las mismas necesidades, podemos estar en el piso hoy pero mañana en una silla de ruedas. Sucede también la cosa inversa, es decir, hay un escena donde las personas en silla de ruedas son, en cierta manera, el poder sobre los otros; es una cosa como el mundo al revés y tiene que ver con el empoderamiento de cada una de las personas y la capacidad de integrar, la capacidad de compartir un lenguaje donde cada uno es importante y es más importante aun cuando se complementa con otro.
APU: Con esta idea de no tratarlo como “pobrecitos” y “enfermos” intentan desacralizar esa figura tan estigmatizante sobre las personas en silla de ruedas.
SGG: Exactamente, se trata de desacralizar, de desmitificar.
APU: ¿Cómo llevan a cabo ese trabajo?
SSG: Hace años que trabajo en el Profesorado de expresión corporal en el UNA (Universidad Nacional de las Artes) y soy la creadora de este proyecto que se llama “Todos podemos bailar”. En este taller te vas a encontrar con bailarines, médicos, asistentes terapéuticos, con mamás, con abuelas, conjuntamente con personas en silla de ruedas, algunas con bastones, otras con síndrome de down; se crea, así, un grupo muy heterogéneo en el que todos compartimos. No son secuencias de pasos donde todos tienen que aprender una danza, sino que es una invitación con propuestas simples dónde cualquiera puede ir. Son experiencias muy profundas, muy lindas, que alegran el corazón y reavivan el alma porque tiene que ver con un encuentro amoroso con otro en un aquí y ahora donde la gente no entiende cómo, en un taller de dos horas, sienten que se conocen desde hace mucho tiempo. Lo otro que tiene mucha importancia es cómo cambia la energía entre que llegan y se van.
Todas las personas que forman actualmente el grupo ALMA han pasado por estos talleres, y muchos de ellos, incluso, han hecho la Cátedra de danza integradora.
APU: En cuanto a la obra que están por estrenar, ¿qué nos puede contar sobre ella?
SGG: En la gacetilla escribo: “¿Qué significa la silla de ruedas en la sociedad? ¿Qué silla de ruedas lleva cada uno en alguna parte de su cuerpo, limitando sus pensamientos, acciones y sentimientos, sin ser discapacitado? ¿Qué hay dentro y detrás de cada quién?” Cuando no queremos ver algo que no nos gusta le damos la espalda, como los chicos cuando se esconden que se tapan los ojos y creen que no los vemos. Esa es la indiferencia social, somos proyectados y proyectores, entonces no queremos ver lo que no nos gusta. Otra cosa que nos preguntamos es qué silla de ruedas tenemos cada uno en la parte del cuerpo que limita nuestra forma de ser personas en la vida, y digo esto porque algunos llevan la silla en las piernas, mientras que otros tienen una cadena, como los presos, que teniendo todo su cuerpo libre no avanzan, y otros llevan la silla en la cabeza; esto se ve en la obra.
Hay escenas, por ejemplo, donde se ve a los padres ayudando a vestir a sus hijos, las dificultades, el apuro de una madre cuando le quiere poner una campera y el joven no se apura. Hay otra escena muy importante que refleja un acto de amor entre una chica en silla de ruedas y un bailarín, y nos interesó abordar esto porque mucha gente cree que las personas con discapacidad no tienen sexualidad y no disfrutan del amor.
APU: Era justamente lo que no me animaba a preguntarte.
SSG: Yo me animo y te lo cuento, es una escena de amor y de humor, otra de oficina donde todos trabajan.
Ficha técnica:
Bailarines: Majo Benítez Coll, Daniel Catebra, Aixa Di Salvo, Luciana Galván, Matías Ramírez, Josefina Reyes
Diseño de luces: Juan Ignacio Adriano
Realización de objetos: Gustavo Di Sarro
Música original: Claudio Turica
Fotografía: Facundo Ballesta
Diseño gráfico: Facundo Ballesta
Asistencia general: Macarena Higueras, Stephanie Mirande, Priscila Peralta
Prensa: Tehagolaprensa
Coreografía: Susana González Gonz, Cecilia Zenobi
Puesta en escena: Cecilia Zenobi
Dirección: Susana González Gonz
Funciones: domingos 7, 14, 21 y 28 de mayo, a las 18 hs. en el Teatro El Cubo (Zelaya 3053 — Abasto). Más información: http://www.danzaintegradora.com.ar