“El ámbito de legitimación literario sigue siendo el papel”
Por Luciana Sousa
Agencia Paco Urondo: ¿Cuál es tu experiencia con el uso de las redes sociales?
Matías Pailós: Como nunca fui muy amigo del chat, mi primer contacto con las redes sociales fue a través del mundo blog, al que me convertí rápidamente en fiel. De esto hace ya siete u ocho años (al menos). Teníamos (tenemos) con Ariel Idez un blog entre confesional y literario, al que, en mis mejores tiempos, actualizaba con una entrada diaria. En su momento me parecía un buen modo de acceder al tan deseado circuito literario, lo que no fue el caso. Lo que sí me dio fue una gimnasia, una velocidad y un ritmo de los que carecía, todos hijos de las ganas de gustar, o al menos de ser leído, que cambió, creo que para bien, mi forma de escritura.
Para la época de Facebook y Twitter, ya había cumplido mi misión en ese mundo (convertirme en un autor publicado). Y eso, sumado a algunos magullones que aun la limitadísima publicidad que un blog con alrededor de cien lectores te da, hizo que no tuviera muchas ganas de expandir mi experiencia a los nuevos monstruos virtuales. Actualmente, uso Facebook para publicitar alguna cosa, y Twitter para comentar partidos de Independiente. Soy bastante vago. (Estoy medio copado con Instagram, eso sí, pero es una experiencia que, en mi caso, está expurgada de toda referencia verbal).
APU: ¿Se produce literatura en redes sociales?
MP: Claro que sí. Aunque si por “literatura” entendemos “algo bastante parecido a lo que tradicionalmente entendemos por ‘literatura’”, los blogs pican en punta en el palmarés. Y sacan una ventaja de varios cuerpos. Hay más de una experiencia exitosa de traspaso de blogs a libros, sea por diseño inteligente o (y esto es lo menos usual) fruto de un feliz azar (entre paréntesis). Entre los casos más renombrados están Casciari y Carolina Aguirre. O mi favorito, el blog que después terminó metamorfoseado en Los años felices, el libro de Seba Robles.
Con respecto a las otras redes, sé del caso de Martín Dubini, que en los últimos años viene dejando grajeas de las diversas series que componen su obra en forma de posteos de Facebook. Eso sí: la cosa ya había empezado como posteos en un blog. Y Eric Baremboim me contó que tiene una o varias novelas que planea filtrar en Facebook de forma similar, aunque acaso más intensa. Y creo fervientemente que C. Castagna debería compilar sus posteos (llenos de observaciones de la vida urbana, empatía y sensores alertas) y hacer un libro de eso. No conozco ningún proyecto análogo en Twitter, pero seguro que existe. (Y si no, debería.)
APU: ¿Cómo se legitima en este ámbito la figura de escritor?
MP: El ámbito para legitimarse definitivamente sigue siendo la publicación en papel. Supongo que eso va a cambiar, pero todavía no estamos en esa etapa de nuestra relación con los autores. Pero hay estrategias efectivas para llamar la atención y generar deseo, que hacen uso de las redes sociales. Desde el escándalo confesional a la agresión a terceros. Todo esto, sin embargo, tiene más eficacia si uno ya está publicado, y si lo que escribe puede gustar a los lectores (más o menos calificados). Si se tiene la atención del resto, los avisos publicitarios (que deberían, ellos mismos, ser ingeniosos y convocantes) que cada tanto colgamos en Facebook y Twitter, van a tener mayor probabilidad de cuajar en asistentes a los eventos del ramo (i.e., presentaciones o lecturas). Pero me fui de tema.
APU: ¿Qué pasa con los conceptos de obra, editor y lector?
MP: ¿Con respecto a las redes sociales? De momento, siguen más o menos inalterados. Digo: todavía no hay autores/editores/lectores que prescindan del libro publicado para relacionarse con una obra. (Al menos, todos ellos siguen teniendo al libro publicado en la mira, como el gordo de navidad.) Todavía no hay autores/editores/lectores de redes sociales químicamente puros. De todas formas, es obvio que tanto el autor como el editor (pero más que nada, el autor) tienen que hacer acto de presencia en las redes sociales para llamar la atención y conseguir la sortija de la publicación (primero) y los lectores (si pueden).