El humor como forma de resistencia para la sanación
Por Alejandra Koval
“Lo que cuenta la obra es un espanto, y elegí el humor para abordar ese tema tan difícil”, dice Hernán Quarchioni, autor y director de La entrevista, uno a uno, que se presenta en el Paseo La Plaza. “Preferí encararlo por el lado del humor político, de la tragicomedia, porque por ese lado el discurso entra mejor y la gente está más receptiva y abierta a lo que uno quiere contar. Describimos una Argentina tragicómica, la Argentina cíclica, en donde parece que siempre estamos dando vueltas sobre lo mismo”.
La obra, estrenada en 2015, transcurre en los años 90. Un grupo de desempleados de distintos sectores sociales pugnan por un puesto de trabajo en una empresa familiar manejada por la sádica Señora Mirta y su obsecuente asistente Rosales, que encarnan la esencia de las relaciones de poder. “¡Me excitan los desocupados!”, exclama la poderosa empresaria.
“La actualidad la hace cada vez más vigente –dice Quarchioni–. Y no hay otra forma de contarlo que no sea a través del grotesco, lo absurdo, mostrando la frivolidad que estuvo tan valorada y expuesta durante esa época. Hasta la música remite a las fiestas de Punta del Este”. La comicidad se quiebra cuando uno de los postulantes, un ex sindicalista ferroviario, interpela al grupo de candidatos –y por elevación a los verdaderos destinatarios: los espectadores– y la tragedia queda al descubierto.
“Esa vigencia reside en que la pieza teatral funciona como espejo de los tiempos que corren: la ola de despidos, el desguace del Estado, los tarifazos, la represión, la quita de derechos, la censura y, lo que es más grave, el deterioro de la institucionalidad y el miedo”, precisa el dramaturgo. Con el triunfo de Mauricio Macri, muchos de quienes se sentían identificados con el proyecto nacional y popular de la gestión anterior sabían que sus vidas y las de muchos otros tomarían un rumbo indeseado. La tristeza, la desazón y la desesperación se apoderaron de ellos.
“Tiene mucho de siniestro lo que nos pasa. Lo que creíamos que nos protegía, nos ataca –escribe Sandra Russo, periodista y escritora, en Página 12–. Cuando hay persecución política no se puede ser opositor. En 2015 creímos que Cambiemos había ganado las elecciones pero que seguíamos viviendo en el mismo sistema. Y eso no sucedió. Lo que llamamos democracia y lo que identificamos con lo democrático se extingue cada día un poco más”.
El reciente estudio Despidos masivos en Argentina: Caracterización de la situación y análisis del impacto sobre la salud física y mental (2015-2016) destaca que hubo 232.286 trabajadores despedidos o suspendidos en la Argentina desde fines de 2015 a noviembre de 2016. Según los autores, el incremento en el desempleo, la pobreza y la desigualdad ha derivado en un significativo deterioro de los indicadores de salud física y mental (más elevado incluso que el esperable de la literatura especializada), principalmente entre mujeres mayores de 45 años, jefas de hogar y que están a cargo de familias numerosas. Se observó un aumento de hasta el 436 por ciento de los problemas de salud mental y la triplicación de personas que tienen fantasías de suicidio.
Sanar con risa y diversión
¿Puede la comicidad contrarrestar o morigerar ese impacto en la salud mental? “El humor es como una dimensión lúdica, una ficción-realidad, porque se pueden ensayar temas difíciles, despolarizar planos de la experiencia que son muy complejos y difíciles de pensar y procesar”, dice la psicóloga Elisa Petroni. “Esos significados se pueden descomponer, se puede jugar con la contradicción y atravesar las dificultades con más creatividad”.
“La risa es catártica; poder reírse y divertirse relaja –agrega Petroni–. Desde el punto de vista neurobiologicista, trae alivio. Las señales de mecanismos de alerta del organismo para afrontar una situación difícil bajan, el estrés baja y se puede pensar y reflexionar de otra manera”.
Sábado a la noche. El Café Montserrat, con capacidad para 76 personas sentadas, se empieza a llenar hasta que desborda de gente. Las entradas se agotaron. No hay lugar para caminar entre las mesas y las camareras alcanzan la comida con dificultad. En las paredes de ladrillo a la vista cuelgan unos cuadros de pintura contemporánea. El color durazno de una ancha columna contrasta con el negro del cielorraso. Los amplios ventanales y la puerta de hierro negra con vidrio completan el aire vintage del local.
El escenario es una diminuta tarima de 1,50 x1,50 con un atril, una banqueta y una botella de agua. Salvo excepciones, los espectadores tienen 60 o más. Son quienes escuchan a Adrián Stoppelman todas las mañanas por la AM 750 y que vienen a dar rienda suelta a la risotada. El guionista y comediante ayuda a acomodar a algunos y sube. Usa micrófono, pero podría no necesitarlo. Aunque un poco rasposa, su voz es sonora y potente.
“Ustedes son protagonistas de este show, así que cuando yo diga “Gente de …”, ustedes dicen “¡MIERDA!”, con la R bien marcada, como decía Fontanarrosa.” En el espectáculo Vienen por todo, Más gente de M., que hace con Bibiana Tonnelier, Stoppelman repasa una galería de personajes de la actualidad: funcionarios, políticos, hombres y mujeres del espectáculo, y también el ciudadano común que repite sin digerir el discurso dominante. Y continúa para proponer: “También, la que viene de otro show: Cuando digo “Jodete …”, ustedes dicen “¡… por boludo!”. Alguien del público le dispara un titular para que arranque con los chistes.
“En tiempos difíciles, el humor es una forma de resistencia, una respuesta a la hostilidad del mundo que nos rodea –dice el actor y escritor–; somos animadores de la catarsis, y cuando el público participa, descarga tensiones.”
“Si Darwin renaciera escribiría la Teoría de la Involución o se tiraría un tiro en las bolas. Toda la energía de una vida … ¿para qué? El jubilado que vota al partido de Patricia Bullrich, ¿puede quejarse de que le bajen la jubilación, que le saquen prestaciones, remedios?”, ironiza. “¿Puede continuar viviendo?”, interpela y sube el tono del ridículo. “¿Cuál es el objetivo de que esa persona continúe con vida?” Las carcajadas no dejan oír el chiste que sigue. “Si no entendió que te van a matar, que te van a afanar, es un pelotudo y es evidente que está tomando recursos del Estado al pedo.” Crescendo. “¡Un jubilado se tiene que acordar de que fue Patricia Bullrich la que les sacó el 13 por ciento!”, remata.
Susana tiene 72 años y se sorprende de lo que le contó su vecino de mesa: “Mirá vos, José está solo porque la mujer no quiso venir. En estos tiempos, con lo difícil que está la situación, hay que reírse un poco. La risa es salud, dicen los chinos”.
Hasta a la publicidad ha llegado el humor político. La de un insecticida capitaliza la reacción popular contra comentarios ofensivos de la “cheta de Nordelta”, una mujer que hizo público su disgusto por vecinos con costumbres poco refinadas en un distinguido country de Tigre:
“Che, Cuca, me enteré de que se está armando una mateada popular en un country re top. Yo soy una ciruja, una cucaracha normal, pero estoy tentada con tanta grasa que se va a juntar. ¡Imaginate! Reposeras, mate, perros, bizcochitos… Solo espero que no aparezca Cuca Trap y nos arruine la fiesta.”
¡No pienses, sentí!
En su sitio web, www.tallerdelarisa.com.ar, la actriz y docente Liliana Pécora detalla los beneficios de la risa: “Científicamente, se ha comprobado que la risa franca, la carcajada, aporta múltiples beneficios: rejuvenece, elimina el estrés, tensiones, ansiedad, depresión, baja el colesterol, adelgaza, elimina el insomnio, los problemas cardiovasculares, respiratorios y nos aporta aceptación. Mientras reímos liberamos gran cantidad de endorfinas, responsables en gran parte de la sensación de bienestar”.
Atrapada por el Corralito en 2001, Pécora decidió reinventarse y creó el Taller de la risa. En general, asisten mujeres. “Los hombres no toleran tanta energía femenina”, dice. “Yo las hago jugar y crear, las estimulo a que se liberen, que no tengan vergüenza si se les ve el rollo, si se le ve la bombacha, si una se cayó y la tenemos que levantar con un guinche entre varias, la idea es reírse de uno mismo, no del otro sino con el otro”.
La docente no asocia la angustia generalizada a la situación actual –aun con los datos a la vista– y se centra en la experiencia individual: “Crisis hubo siempre. Lo que hace falta es un cambio de actitud. Yo soy feliz porque no miro televisión, no leo los diarios, me entero porque me cuentan otros. La prensa amarillista exagera. ¿Para qué mirar malas noticias o películas de terror antes de dormir? ¡No! Hay que mirar cosas divertidas. Mirate todas las noches Esperando la carroza y andate a dormir en plenitud”.
A sus alumnas les aconseja: “No quiero cabeza. La cabeza atrofia. Los sentimientos son los que valen. Decite: ¿qué puedo hacer para salir adelante? Me miro al espejo y me saco la lengua, me pinto con maquillaje, me disfrazo, me pongo música y empiezo a bailar, busco coreografías de zumba y me las copio, me salga como me salga”.
Cuando finaliza el taller a los tres meses, todas salen a la calle disfrazadas a repartir abrazos, golosinas y caritas felices.
El asesor espiritual que ahuyenta la queja
Sebastián Fernández es actor. Comenzó a hacer stand-up 15 años atrás, escribe dramaturgia, y es uno de los humoristas en Detrás de lo que vemos, por la AM 750. Nació en plena dictadura y recuerda que su madre, una militante popular, siempre compraba la revista Humor: “Esas tapas no te las olvidás más. A través de la comicidad, el que no está predispuesto a escuchar se ríe”.
“Con el macrismo me puse muy mal”, recuerda Fernández. “Me dije: Nos quieren tristes. Cuando estás triste estás vulnerable. Y te hacen lo que ellos quieren. Saquemos esta mierda afuera, hagamos catarsis, riámonos de ellos.” Y explica que la sátira y la burla, que surgieron antes de la comedia del arte, era el modo en que la gente se reía de los poderosos.
Dorlan Happiness es uno de sus personajes. Se trata de un centroamericano o caribeño new age que asesora a Cambiemos en temas espirituales. Su apellido alude a uno de los valores que signaron la campaña presidencial de Macri, para quien los retiros espirituales con su gabinete son componentes imprescindibles de la gestión. Hace dos meses, el gurú decía: “Hoy vamo a hablar de un capítulo de mi último libro Pensar boludeces nos aleja de los problemas, el capítulo Desgracias ajenas, felicidad propia. Vamo a aprender a disfrutar de nuestro bienestar viendo como los demá sufren. En primer término debemo ver lo mal que la están pasando lohotro para darno cuenta de que a nosotros no nos va tan mal, y por eso debemos ser felice porque siempre podríamo estar peor”.
“Si se nohinundó el campo y perdimo la cosecha, si ya damo el ganado por perdido, o si tuvimo que dejar nuestra casa en un pueblo cerca de un incendio forestal antes de pedir la presencia del Estado, el Gobierno o el rabino Bergman disfrazado de Hombre Antorcha de los Cuatro Fantástico, lo que debemo hacer es preguntarno si realmente estamo en una posición de queharno, y para eso debemo saber que hay paíse que están mucho peor que nosotro. ¿Puedo yo queharme de una simple inundación y echarle la culpa al Gobierno? No. De ninguna manera. Así, cargado de optimismo podremo salir adelante, alejado de la mala onda de queharno”.
Pécora opina que la queja es inherente al ser humano. “Nunca vamos a estar contentos por nada, nos hemos formado en la queja, en el inconformismo. Te den lo que te den siempre te va a faltar algo. No importa cuál sea el gobierno: éste, el anterior, los militares.… Demasiado placer agobia; para muchos, es preferible lamentarse”.
Happiness continúa su prédica: “Si pensamo que porque la policía pega palo, tira gase, balazo de goma, hay un desaparecido en democracia, estamo ante un estado represivo, no nos quehemo, no reclamemo, pues basta con ver cómo crece la ultraderecha en Europa para darno cuenta de que el de Mauricio es casi una réplica del de Fidel, de Cuba, o el Mao en China. Todo depende de la perspectiva. Si te parece que Macri es un mal presidente, piensa que en Estado Unido tienen a Trump, que es más peligroso que un ciruhano cardiológico con hipo. No nos quehemo, que la queha anula el beneficio, sobre todo el beneficio de los que más tienen…"
Y concluye: “Sepan que graciaha este maravilloso gobierno siempre habrá gente que va a estar peor, y que haya alguien peor que usted a usted lo ubica en un lugar de privilegio, y eso es muy sano y liberador. Así es la meritocracia. La movilidad social ascendente asciende para unos y desciende para otros. Si hay más gente incluida, tú te sentirás menos feliz. Pregúntale al 51 por ciento”.