El trasvasamiento generacional de la memoria
Por Sol Giles
Por tercer año consecutivo, organizaciones políticas y sociales marcharán desde la ex ESMA hasta Plaza de Mayo para acompañar a los organismos de derechos humanos en el 43º aniversario del terrorismo de Estado. Entre el punto de partida y el de llegada se encuentran dos aspectos claves para entender estos tiempos.
Por un lado, la recuperación política de la memoria, a partir de que Néstor Kirchner reivindicó a una generación diezmada, bajó los cuadros de los genocidas y señaló frente a la cúpula del Ejército y las fuerzas armadas que se iniciaba una nueva etapa en la Argentina en la que el 24 de marzo representa “la conciencia viva de lo que nunca más se debe hacer en la Patria”.
Y, por otro lado, la organización política luchando inclaudicablemente contra la impunidad instaurada por los gobiernos oligárquicos, ya sea en su faceta uniformada como en la photoshopeada que gobierna en la actualidad.
No es que Mauricio Macri se parezca a la dictadura. Es que su gobierno es comandado por los mismos grupos económicos, cómplices civiles y empresariales de la dictadura. Sin ir más lejos, su propia familia, que en ese lapso pasó de tener de 7 a 47 empresas.
Y ahí es donde resultan claves los dos aspectos antes mencionados. Sólo la recuperación de la memoria como categoría política y la organización popular en constante movimiento y venciendo al tiempo permitieron que desde hace quince años los 24 de marzo sean para exigir justicia y recordar a las compañeras y compañeros detenidos desaparecidos, pero además para reivindicar en la praxis cotidiana su lucha revolucionaria. Y seguir diciendo Nunca Más: cuando liberan genocidas, cuando hay presas y presos políticos, cuando se reprime la protesta social, cuando aumentan los casos de gatillo fácil y el Estado asesina a una persona cada 23 horas, cuando desmantelan áreas que llevaban adelante políticas de promoción de los derechos humanos, cuando dejan en estado de completo abandono los sitios de memoria, cuando violan sistemáticamente los derechos humanos desde el mismísimo Estado. En definitiva, cuando avanzan con la “miseria planificada” denunciada por Rodolfo Walsh cuando advertía el modelo político-económico que ya por aquellos años se basaba en un plan de fuerte desindustrialización y endeudamiento, acompañado de la precarización laboral, el aumento del desempleo, la persecución política, el despliegue de fuerzas represivas en las movilizaciones sociales, la censura a dirigentes, periodistas y artistas en los medios de comunicación.
El objetivo de esta nueva etapa de violación a los derechos humanos es el mismo: desmoralizar a la militancia, desmovilizar al pueblo, romper el lazo social y quitarles legitimidad a nuestros representantes.
Allí reside la importancia de un pueblo organizado y una dirigencia política a la altura de las circunstancias.
“Es difícil volver a creer. Es difícil volver a soñar, a amar, a pensar que se pueden hacer cosas diferentes. Es difícil pensar que se recuperan esas viejas potencialidades espirituales e intelectuales perdidas por esa tremenda derrota que sufrió el pueblo argentino. Por eso hoy es un verdadero acto de memoria presente y no hay espacio para retroceder. No debemos retroceder nunca más”, nos dijo Néstor un 24 de marzo, consolidando un pacto social que nos reafirmó como compañeros y compañeras herederos de las luchas de nuestros 30 mil. En ese gesto inolvidable, resignificó los ex centros clandestinos de detención como sitios de memoria y resistencia; marcándonos desde dónde empezar a caminar si alguna vez volvieran al poder quienes nos quisieron desaparecer. La memoria, entonces, es como la utopía: nos empuja tercamente y con ternura a seguir caminando.
Ellos tendrán el mismo plan económico, pero la militancia hermanada en una misma lucha y la posibilidad efectiva de que nuevamente un proyecto de país vuelva a recuperar los destinos de felicidad de la Patria hacen que un año más caminemos porque otros y otras caminaron antes y para que otros y otras también caminen.