Entrevista inédita a Solano López

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Entrevista inédita a Solano López

07 Septiembre 2012

Por Joe Cornejo

¿Cuándo dibujabas al invasor, ¿en qué te inspirabas?

Solano López: Modificaba características reales. Al “mano” le agregué una sola deformidad, una mano llena de dedos, porque me pareció que hacerlo en ambas quedaba grotesco, poco creíble o funcional. Imaginé una prolongación de tendones y huesos a lo largo del antebrazo. Los “gurbos”, pensé en un animal acorazado, pesado pero con una contextura ágil. No pensé en un rinoceronte o un elefante, fue una combinación. La cabeza la pensé en algo militar, la torrecilla de un tanque. En los escarabajos pensé en insectos verdaderos. Más grandes y móviles, con las patas más largas que les permitieran estar acuclillados, y con una forma más puntiaguda que diera una impresión más agresiva y rechazables. Los hombres de la calle son gente de trabajo. Claro, en el caso de los “hombres robot” tienen aspecto de zombie. Se comportan de forma automática.

¿Y las imágenes de la Ciudad de Buenos Aires? River Plate, Plaza Italia…

SL: Todo eso fue recogido de mi memoria. Vivía en Belgrano y transitaba por Palermo.  Hacia Provincia, por la zona del norte (la historia se inicia en Martínez, Vicente López), tenía una tía que vivía en un chalet sobre la avenida del Libertador a la altura de Olivos. Desde chico me quedaba a dormir ahí. Del Congreso tenía un cuadernillo turístico con fotos de Buenos Aires y había una toma de la Plaza vista desde arriba, pero no desde la cúpula del Congreso sino desde los hoteles que están al costado. Juan Salvo miran hacia abajo y ven toda la parafernalia de los invasores. Es el único dibujo a página entera de las 300 y pico de la historieta.

Es una localización bien porteña.

SL: Sí. En ese caso tuve la oportunidad de tener una foto bien detallada. Pero el resto es todo memoria: la cancha de River, la glorieta de Barracas de Belgrano o el cruce de la General Paz donde se da la primera batalla, intersección con la Libertador y su rotonda con una fuente que ya no existe.

Esa imagen real de la Ciudad junto a trabajadores resistiendo, entre ellos muchos obreros metalúrgicos conecta muy fuerte con la sensación de la resistencia peronista.

SL: Muchos lo interpretan como una premonición de la primera resistencia peronista. Sin embargo, cuando lo hicimos no estábamos pensando en el hecho político que había ocurrido hace dos años la (Revolución) Fusiladora.  No teníamos una militancia peronista, pero la invasión estaba en todos nosotros, incluyendo al público, al menos inconscientemente. De hecho, yo venía de una familia antiperonista, que leía la Vanguardia socialista. Pero lo que hicieron los gobiernos militares me fue revelando la lucha de los peronistas. En realidad hubo otro trabajo literario periodístico de la época que luego me tocó dibujar: Operación Masacre de Rodolfo Walsh.

¿Lo conociste?

SL: No, porque ya estaba fuera del país. Había ocurrido el golpe militar del 76 y acompañé a mi hijo al exilio. Él había estado preso bajo conocimiento del Poder Ejecutivo y le dieron la opción de irse. Hizo los trámites en Madrid, en la ACNUR (Oficina para Refugiados políticos dependiente de la Naciones Unidas).

El clima de época se coló.

SL: No éramos concientes. No podíamos imaginar que los militares iban a ser tan hijos de puta de igualarse a la historieta. Tengo la conciencia, por tener dos hijos varones, que los vi crecer en el hartazgo de esa generación por las dictaduras. Por ejemplo, (el ministro de Educación Daniel) Filmus es un fanático del Eternatua. Cada tanto me encuentro con gente que iba de guardapolvos al kiosco a comprarlo, y hoy son ministros.

Y la mía ya es la tercera generación.

SL: Claro, que recibe de sus padres un libro guardado en la biblioteca. Muchos se quedan pegados, no pierde vigencia. ¿Por qué? Porque la misma película se vuelve a repetir. Se daba con cada golpe militar. Incluso con los radicales como Frondizi e Illia cuando quería dar elecciones  que pudieran ganar los peronistas. Y se repite también con todas las chicanas y mecanismos leguleyos utilizados por los represores para demorar su enjuiciamiento. Por eso dicen “no debemos mirar para atrás”. Sus acciones están en el pasado porque ellos se encargaron de poner palos en la rueda. Tuvo que venir un gobierno como el de Kirchner para promover la renovación de la Corte Suprema para remover esas barreras que habían puesto los represores para defenderse. Ellos no le dieron la posibilidad a quienes masacraron.