Hijas e Hijos del Exilio: un colectivo del desexilio
Por Miguel Martinez Naón
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo y cuándo nació Hijas e Hijos del Exilio?
Mercedes Fidanza: La agrupación ya tiene 12 años. Nos fuimos encontrando y reuniendo en 2005. El 24 de marzo de 2006 fue la primera vez que salimos a la calle con nuestro nombre y nuestra bandera: Hijas e hijos del exilio. Nos habíamos encontrado en distintas reuniones y vimos la necesidad de juntarnos como “segunda generación” de exiliados/as. Nuestro primer paso fue escribir la Carta Abierta de Hijas e Hijos del Exilio para darnos a conocer. Fue una escritura colectiva, con aportes de muchas personas, incluso desde otros países (exiliada/os que aún viven afuera).
Violeta Burkart Noe: En las primeras reuniones siempre hacíamos una ronda de presentaciones contando nuestras historias. Fue muy fuerte compartir sensaciones tan parecidas en historias tan singulares. Cada historia es única pero encontramos que tuvimos experiencias similares. Y además, una alegría poder relatar a otres nuestras historias sin necesidad de ocultar partes o explicar detalles como sucedía habitualmente, en cualquier otro ámbito.
APU: ¿Hijas e Hijos del Exilio es una agrupación, un colectivo… cómo lo definirían?
Violeta: Siempre fue difícil definir qué somos (y no es casual). Somos una agrupación, un colectivo, un grupo de contención, un espacio de militancia, un grupo de amigas/os también, y muchas cosas más.
APU: ¿Cuáles son las motivaciones que reúnen a tantas hijas e hijos del exilio?
Anahí Molina: La principal motivación es visibilizar el tema del exilio; cuando se habla de dictadura pocas veces se menciona el exilio y todo lo que implica entre las violaciones a los derechos humanos de la dictadura. Las secuelas que dejó en nuestras familias y en nuestra infancia el desarraigo, la ausencia familiar, la falta de lazos sociales, la imposibilidad de nacer y/o crecer en la tierra de y con nuestras familias, etc.
Cada integrante se acerca con alguna motivación especial, juntes hemos hecho un gran recorrido para “desexiliarnos”. Encontramos en el grupo un espejo donde reconocernos en otras y otros que pasaron por la misma experiencia; eso nos une.
APU: ¿Se han planteado objetivos políticos como colectivo además de estas motivaciones identitarias?
Anahí: El objetivo fundamental que tenemos es lograr el reconocimiento del exilio como una violación a los derechos humanos. A nivel judicial, existen fallos de la Corte Suprema de Justicia que avalan esto, no sólo en el caso de quienes eran adultos al momento del exilio, sino también de las hijas e hijos nacidos y/o criados en otros países. Se trata de una vulneración de derechos económicos, sociales y culturales, pero también (en el caso de los nacidos en el exilio) se trata de una vulneración del derecho a la identidad.
Violeta: Tenemos compañeros que han vivido muchos años como apátridas (sin nacionalidad), otros que aunque tenían la nacionalidad del país de exilio, tuvieron muchos problemas de documentación al regresar a Argentina. Compañeras que hicieron todo el secundario sin papeles, otros a quienes les fue muy difícil revalidar sus títulos escolares o que tuvieron problemas para entrar a la universidad, etc. Es una vulneración de derechos muy clara, que se suma al dolor y al sufrimiento de haberse ido obligados porque corrían riesgo nuestras vidas (la de nuestros padres y madres y las nuestras). En general hay cierta idea de que el exilio fue algo elegido, una suerte de “exilio dorado”, y esto no fue así para nada. Hay muchísimos casos en los que la salida del país se dio en condiciones de clandestinidad, con documentos falsos, algunos incluso eran presos políticos y salieron de la cárcel directamente al aeropuerto o por medios terrestres.
Mercedes: En el caso puntual de la nacionalidad, en 2004 gracias al entonces presidente Néstor Kirchner logramos la firma del decreto 1601 que permitió a muchos de nosotros obtener la nacionalidad argentina. Pero queda mucho por reconocer a nivel exilio. Por ejemplo, en el caso de los aportes previsionales de nuestros padres, en muchos casos no se reconocieron no sólo los aportes realizados durante el exilio sino tampoco en los años previos. Esto significó que para muchos fuera difícil jubilarse o que se les asignaran jubilaciones mínimas por esta falta de reconocimiento de aportes, justamente.
APU: Teniendo en cuenta que la mayoría de sus padres y madres eran militantes políticos, antes y después del exilio ¿Ustedes reivindican esa lucha, esa militancia?
Violeta: Es una pregunta difícil para contestar a nivel grupal, ya que es muy personal, no se puede contestar por todos.
Lo que sí podemos decir grupalmente es que al reunirnos, salimos de cierta “soledad ideológica” que sentíamos y encontramos que había otras personas en nuestra misma situación. También a raíz de la participación en el grupo, muchas/os perdieron el miedo y comenzaron distintas militancias: políticas, sindicales, universitarias, territoriales, etc., que continúan.
APU: Durante la dictadura argentina hubo fuertes campañas organizadas por los exiliados en todo el mundo denunciando la sistemática violación a los derechos humanos que se padecía aquí, las torturas, los campos de exterminio, etc. ¿Guardan algún tipo de archivo de aquellos años?
Mercedes: Como decís, fue muy importante el aporte de exiliadas y exiliados en el exterior, ya que no existía la censura que había acá. La mayoría de nuestras madres y padres continuaron militando en cada país donde estuvieron.
En especial porque la comunidad exiliada se organizaba en comités y colectivos que, además de denunciar las violaciones a los derechos humanos y también recibir a los organismos que viajaban a denunciar afuera, cumplían un rol muy activo en la recepción de aquellos que llegaban, a partir de la generación de una bolsa de trabajo, conseguir una vivienda y la documentación. E incluso algunas de las primeras listas de desaparecidos, presos políticos y exiliados se redactaron en el exilio. También hubo muchos que viajaron a Nicaragua para apoyar la Revolución Sandinista en 1979.
Es poco el archivo personal que tenemos por nuestra propia historia de mudanzas y viajes. Al igual que otros recuerdos y objetos de la infancia, fue poco lo que pudimos conservar. Pero a lo largo de estos años logramos generar un archivo colectivo interesante con fotos, afiches e impresiones de distintos países, que presentamos públicamente en una actividad sobre el aporte de los exiliados a la denuncia de las violaciones de los DDHH en Argentina.
APU: ¿En el transcurso de estos últimos años ustedes han organizado diversas actividades ¿Podrían hacer un resumen de ello?
Violeta: Desde 2006 organizamos muchas actividades, sobre todo culturales, académicas, de difusión y debate. Durante unos años organizamos la Semana del Exilio con proyecciones de cine, mesas debate, intervenciones artísticas y callejeras, música y comidas.
Nos propusimos llevar el tema del exilio también al ámbito educativo. Así que hemos hecho charlas y proyecciones en escuelas, centros culturales, radios. También participamos de seminarios, congresos y paneles en las Universidades de La Plata, Córdoba, Lanús, Buenos Aires, Rosario, etc. Siempre participamos de la Marcha de la Resistencia y la del 24 de marzo. Hemos hecho viajes y reuniones en distintas localidades. Y el año pasado incluso participamos del Foro Social Mundial en Salvador de Bahía, Brasil.
En los últimos años llevamos adelante una campaña de visibilización con el lema: “El exilio es una violación a los derechos humanos”. Hemos conseguido numerosos e importantes apoyos del ámbito de personas de la cultura, la educación, la política y del público en general. La pueden ver en nuestra página de Facebook (y sumarse).
APU: Se sabe que desde que asumió este gobierno existen graves retrocesos en materia de derechos humanos ¿En qué sentido esto los afecta a ustedes, no ya como agrupación sino en general a todas y todos quienes nacieron en el exilio?
Mercedes: Este gobierno nos afecta en forma negativa a la inmensa mayoría de quienes vivimos en este país. Muchos nos hemos quedado sin trabajo o con condiciones laborales precarias. Obviamente los ajustes, tarifazos y devaluaciones también afectan nuestras vidas. Algunos compañeros incluso decidieron mudarse de país, en algunos casos al mismo donde habían estado exiliados. Dada nuestra participación política y simpatía (mayor o menor) por el gobierno anterior también hemos sentido la censura y el miedo de poder expresar no solo nuestra opinión política sino también nuestra condición de ex-exiliados en público, en las redes sociales, en nuestros ámbitos laborales.
En la cuestión judicial, las indemnizaciones por exilio forzoso han sido frenadas. Quienes han tenido fallos favorables aún no han cobrado. Además el ministro de Justicia Germán Garavano firmó una resolución que implica una quita del 75% a los montos que deberían recibir.
APU: ¿Es posible el desexilio? O cómo decía Jorge Boccanera: ¿Será posible el sur?
Mercedes: Creemos que sí. Incluso así lo planteamos muchas veces en el grupo. Lo tomamos de Benedetti, que menciona este verbo: “desexiliarse”, también por experiencia propia.
Creemos que nos desexiliamos cuando aceptamos nuestra doble o triple nacionalidad; cuando disfrutamos volver a nuestros países de refugio, cuando compartimos canciones de la infancia en otro idioma, cuando podemos contar sin avergonzarnos que nacimos o crecimos en el exilio, o que nuestros padres fueron perseguidos políticos durante la dictadura.
Jorge Bocanera dice:
“Mi territorio que una vez gira
en la oscuridad de esa pregunta,
de esa pregunta :
¿Será posible el Sur? ¿Será posible?
Si se viese al espejo ¿Se reconocería?”
Creo que es en este trabajo colectivo del desexilio, donde giran nuestras historias armando nuevos territorios para la escucha, donde la mirada se hermana, donde el terruño despierta y nos reconoce haciendo preguntas que unen memoria y justicia en cada marcha, donde gire el mapa de nuestros fragmentos...nos seguiremos preguntando si será posible construir un país más justo y sin destierros.
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