José María Rosa, Fermín Chávez y el arte
Por Gabriela Canteros
Tanto Fermín Chávez como José María Rosa tenían una inclinación por el arte. Fermín era dibujante, y sus ilustraciones a pluma representaban un universo estético, tanto personal como colectivo, tan comprometido con la historia de la nación argentina, a la que representaba de una forma original. José María Rosa, mucho más inclinado a la historia del arte, durante su estadía en Grecia realizaba visitas guiadas para los demás embajadores, y las comitivas que visitaban la embajada, con un amplio conocimiento de la historia griega y de sus elementos arquitectónicos, como iconográficos y artísticos en general.
Estudiar a estos dos grandes monstruos del revisionismo no tiene parangón: eran, sin duda, eruditos, sabios; seres en los que, al igual que los del hombres del Renacimiento italiano, eclosionaba la cultura, las virtudes del arte, las letras, la poesía, la música, la apreciación a las bellas artes ,e incluso, el dibujo. Todo esto hace que leerlos como historiadores argentinos sea considerar solo una parte de su ser. Sin duda por ello fueron destacados en sus ámbitos, tan admirados como despreciados y perseguidos por los sectores sociales que no soportaban que semejantes talentos estuvieran del lado de los cabecitas negras, del lado de los desarrapados, de los descamisados, de los sujetos sociales que ellos marginaban considerándolos exceptuados o carentes de cultura, vagos. Todo pensamiento libre proveniente o que involucraba a las clases subalternas, como ellos la describen, era tema de preocupación para una oligarquía pacata, decadente y ociosa, porque se asociaba directamente al anarquismo o al comunismo; es decir, a cualquier ideal revolucionario vinculado con el pueblo.
José María Rosa y Fermín Chávez escribieron sus libros de historia pensando, no en el pasado, sino proyectando hacia el futuro. Escribieron para las jóvenes generaciones, por eso, hoy, el día de los estudiantes, también es grato recordar a estos dos maestros que tanto amaron el arte como la historia, y tanto pensaron en esta juventud que hoy nos emociona militando en las calles, participando en la política, en la música y en las artes, ocupando lugares en ministerios nacionales y ocupando su lugar, el de utópicos pensamientos, que les permiten ser los protagonistas del presente y los generadores de futuro.
Ellos y ellas, los destinatarios del revisionismo histórico nacional.