Juan Gelman: el pájaro combatiente
Por Álvaro Erices
Un pájaro vivía en mí,
una flor viajaba en mi sangre.
Según José Martí “cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana”.
Uno de esos hombres fue un abuelo capaz de darle un baño de realidad a su nieta mediante una carta cruda de amor. Un padre que resistió la muerte de un hijo de 20 años. Pero detrás de todo eso, siempre hubo un poeta que ya se volvió lenguaje.
Alguien que poemó toda su vida, bailándole un gotán a la muerte. Hasta los 83. Como un fuego encendido contra la noche oscura. Como un golpe de amor en la cara del miedo. Como un hombre que entra temblando en el amor, alzó su corazón, lo agitaba en el aire. Lo daba de comer de beber de encender.
juan gelman (él escribía así su nombre, con minúsculas), junto a Rodolfo Puiggrós, entre otros, lideraron dos frentes de acción de Montoneros. El primero fue secretario de Prensa y Difusión (desde el Partido Peronista Auténtico, junto a Miguel Bonasso) y el segundo fue el jefe de la rama de Intelectuales y Profesionales.
¿Por qué hacer este cruce, habiendo tantos militantes para recordar? La respuesta es muy simple: la ideología. Juan se caracterizó por no abrazarse al dogmatismo, a la idea de grandes absolutos -el fortísimo “sujeto” político que hasta el día de hoy erotiza a muchos y muchas-.
Capaz fue esa tensión -contradicción creativa que siempre debe haber para transformar la realidad- la que se trasvasó hacia su hijo Marcelo, quien sin estar conforme con la JP se fue al ERP y terminó siendo desaparecido sin siquiera estar orgánicamente afiliado a una estructura en aquél momento.
Para ser “enemigo”, no sólo es necesaria una pechera que diga la pertenencia. Se debe ser, simplemente, el tipo: la interrogante que en el hacer une pensamiento y praxis.
¿Era juan gelman simplemente “un montonero más” como sostienen algunos? Su origen ideológico provino de las FAR y, anteriormente, al igual que Rodolfo Puiggrós, tuvo ligazón al PC en su juventud. Luego del exilio en México: ¿había que optar por el anquilosado sistema de partidos o había que optar por la lucha revolucionaria? De ahí, se puede tirar del hilito que sale de las posibles mixturas, las heterogeneidades ideológicas que hicieron surgir a ciertos militantes, a muchos de ellos, como protagonistas de una época.
Abstracciones que, por ejemplo, determinan la filosofía política de una persona, su carácter ideológico. ¿Se podía ser montonero sin ser católico practicante? Esto es lo que le produjo en su interior a juan gelman leer a Santa Teresa y a San Juan de la Cruz: “su lectura desde otro lugar me reunió con lo que yo mismo sentía, es decir, la presencia ausente de lo amado, Dios para ellos, el país del que fui expulsado para mí”.
Entonces, el sentido de lo que llamamos patria es lo que está en juego al momento de creer o no creer en las grandes transformaciones históricas, poniendo el ojo en la separación entre “lo espontáneo” versus “lo material y dialéctico”. En breves palabras, cada momento histórico tiene su sujeto determinante y no precisamente es el sujeto quien conduce ese movimiento (otra vez se abre lo del caudillismo), pues el punto de inflexión lo producen las masas, ellos son “el sujeto”.
¿Desde qué lado del caballo nos bajamos al contestar estas preguntas ideológicas? 1) Si el 17 de octubre de 1945 el sujeto político fue el subsuelo de la patria sublevado, el trabajador, el “cabecita negra”. 2) y en los 70 se esparció por tuíta la patria el espíritu emancipador de esa maravillosa juventud que, en simples palabras: trocó lo acuñado por Juan Bautista Alberdi referido a “gobernar es poblar”, por un rotundo “¡gobernar es movilizar!”. 3) y el 25 de mayo de 2003 se reunió toda esa acumulación histórica (sin olvidar las fuerzas progresistas del alfonsinismo en puente con el primer yrigoyenismo), agregando la fuerza de las madres de la plaza, sus hijos y nietos desaparecidos hoy floreciendo en la mente de los que miraron detrás de la vitrina y se sumaron, de los que la vivieron durísima y no abandonaron la lucha, de los familiares, de los que creyeron y creen en un futuro mejor: ¿qué obtenemos?
Muchas veces, después del deceso de un individuo se tiende a engrandecer y exagerar sinsentido su figura, sin siquiera haberlo conocido, adhiriéndole talentos que jamás tuvo ni pensó tener en vida. Entonces, ¿cuál es la relevancia de la muerte de juan gelman para los que quedan en la experiencia de la existencia? Parafraseando las palabras de José Martí, escritas al inicio de estas letras, pero después de casi un siglo y medio, se puede afirmar que hay hombres que son capaces de vivir dolores como si fueran muchos hombres en uno. A esos hombres se les puede perdonar sus errores, porque sus aciertos fueron muchos más que sus faltas.
El poeta, el militante, el periodista inteligente, juan gelman, representa ése sujeto político colectivo que surgió hace más de 40 años, y que luego de la debacle de 2001 sacó la cabeza desde el fondo de la tierra como gigante hambriento de justicia, luego de una década artificial, con la identidad perdida, confusa y consumista. Ésa síntesis, ésa mixtura de ideologías y concepciones del mundo en mirada combatiente y poética -en momentos como hoy en donde la ideología nos grita volver por los caminos latinoamericanos-, cala hondo en el corazón de “los otros setentistas” (calificación que dio Nicolás Casullo a la juventud del bicentenario argentino). He ahí su importancia.
He ahí la raíz de los futuros emancipadores de la América.