La santera que amaba al Che Guevara
Por Geraldina Colotti (*)
Uñas de colores y un cigarro en la boca, la santera sobresale ante la plaza de La Habana. Su puesto tiene un letrero que dice: “De las personas falsas sólo quiero una cosa: distancia”.
Nos invita a sentarse, se presenta. “Mi nombre es Victoria Adelaida de la Caridad. Tengo 73 años, ocho hijos, 18 nietos y seis bisnietos. Por el cigarro me llaman ‘señora Habana’, y he visto varias épocas de este país. Soy santera desde hace 60 años y estoy bien con la Revolución”.
¿Por qué?
Todos mis hijos pudieron estudiar, somos una familia de músicos y bailarines. Desde niña he visto tanta pobreza, analfabetismo. Los que quieren el capitalismo, el consumismo, son una minoría: el pueblo sabe lo que perderíamos. Recuerdo una imagen del Che. Era 1960. Nosotras, chicas, sabíamos que estaba en el puerto al que llegó un barco de arroz de China. Todo el mundo dio una mano para descargar.
Decidí ir también yo. Pero no para ayudar, sino para poder verlo. Antes, hice preparar un amuleto para él en la santería. Cuando lo vi, cargado con bolsas y sin camisa, le dije: “Qué bello eres con esas bolsas”. Él respondió: “Aquí de bello no hay más que el trabajo: manos a la obra para ver la belleza”. Empecé a trabajar. Entonces, el Che se sentó sobre una caja a descansar y fumar un cigarro. También yo me puse a fumar. Él lo encendió... Toda aquella magia no ha muerto, los que llegan a la isla se dan cuenta de ello.
¿Conoció también a Fidel?
No personalmente, pero la Santería está muy ligada a él. Y circulan muchas historias sobre su relación con la religión de Ocha, sobre todo después de aquel viaje a Guinea en que se le ha visto vestido de blanco, se dijo que en ese momento él cumplió los pasajes de la santería para ello. En la santería se debe seguir un camino que incluye una serie de prohibiciones.
Yo amo la cultura yoruba, que no ha nacido en Cuba sino en Nigeria, donde los yoruba han vivido durante siglos. Cuando los españoles llegaron aquí destruyeron a los aborígenes y todos los grupos étnicos, y luego tuvieron que importar esclavos africanos. Fueron traídos a Cuba bantúes, mandingas, yorubas... Cada grupo trajo su cultura, su religión, las canciones al Dios que llaman Orisha. Hoy en día, alrededor del 70 por ciento de los cubanos practican la santería, pero por entonces el culto había sido prohibido por los colonialistas y los santos católicos se sincretizaron con los de África.
Pero ni mujeres ni gays pueden llegar a Babalao…
No, el sumo sacerdote es siempre un hombre. Los gays -y hay muchos en la santería- pueden ser padrinos, pero no Babalao. Y hay muchas mujeres en la santería, también la revolucionaria Celia Sánchez era parte de ella. Es un culto antiguo, practicado en las sociedades patriarcales en base a la fuerza de los cazadores que proporcionaban alimentos para la familia y que de viejos pasaban el conocimiento y la sabiduría ancestral a otro hombre.
El Babalao es una divinidad humana. Es una creencia, pero nos da mucha fuerza. Muchos Babalao participaron en la Revolución. Cuando Fidel cayó enfermo, toda la santería hizo su escudo. Nos hemos reunido por (el comandante venezolano Hugo) Chávez. Este pueblo es fidelista e incluso cuando Fidel muera estará siempre en cada hombre, en cada mujer y en cada niño que camina por las calles de esta isla y de América Latina: como Jesucristo, como (Simón) Bolívar, como Ho Chi Min, como Chávez... al igual que todos aquellos hombres que fueron fuertes y revolucionaron la Historia.
(*) Artículo publicado en el diario italiano Il Manifesto, de Roma, el 13 de agosto de 2016.
http://ilmanifesto.info/la-santera-che-amava-che-guevara/