León Ferrari: arte contra el sistema
Por Gabriela Canteros | Ilustración: Gabriela Canteros
León Ferrari es conocido internacionalmente como el artista blasfemo. Su fama trascendió las fronteras con su obra “La civilización occidental y cristiana”. Ferrari nació el 3 de septiembre de 1920 en Buenos Aires. En el transcurso de su carrera, que inició como ingeniero, experimentó con diferentes materiales y de diversa manera: yeso, cerámica, cemento, madera y alambre. El eje de su obra no solo es el objeto visible, cada producción va acompañada de su capacidad de generar polémicas, discusiones con la Iglesia Católica, los Estados represivos-no democráticos, las injusticias sociales y su especial convicción por la lucha sobre los derechos humanos, sus ideales y compromisos que le valdrían el exilio y la censura, incluso en tiempos de democracia.
El indiscutible artista transgresor Ferrari se emparenta con el Juicio Final de Miguel Ángel, a partir de su obra Palomas y el Juicio Final. No únicamente por su temática apocalíptica: en esta escena convive una reproducción de la obra del artista renacentista con una jaula de palomas, que mientras vivían defecaban sobre la reproducción. Esta puesta no sólo acrecentó su enemistad con la Iglesia Católica sino también con la sociedad protectora de animales que realizó duras críticas a la misma. La última se resolvió, la otra, tal como su arte, trasciende su vida física.
Ferrari y la cerámica
Una de las primeras experiencias artísticas de Ferrari fueron las producciones cerámicas, desde 1952 aproximadamente, las realizó cuando residía en Europa, adonde se había trasladado para colaborar con el tratamiento médico de su hija, que finalmente perdió la audición. Son piezas abstractas que adquieren el nombre de hombre, mujer, abstracciones y simplifican los conceptos de femenino y masculino en singulares formas orgánicas.
Ferrari y los grafismos
Durante su exilió en Brasil va a realizar gran parte de sus grafismos, vinculados primordialmente a sus lecturas sobre la Biblia, la religión y al concepto de infierno que atravesará gran parte de sus producciones, proyectándose finalmente, a las obras que focalizaron críticamente en la perspectiva política de la Argentina durante la dictadura militar del 76.
Entre textos incomprensibles se incluyen oraciones reconocibles y títulos tales como: “No he venido a meter paz sino espada”, de la serie "Relectura de la Biblia”, (1987) reformulando evangelios e interviniendo en su sentido. Rompe formatos, rompe paradigmas, interpela a las grandes instituciones de poder con obras satíricas y experimentales.
Ferrari y la Iglesia Católica
En cuanto a los vínculos con instituciones históricamente relacionadas a los círculos de poder, uno de sus más mediáticas intervenciones es la relacionada con el actual Papa Francisco, por entonces el Monseñor Bergoglio. Estas dos figuras coincidirán históricamente en la primera parte del regreso a la democracia y en los 90. En innumerables choques frente a su provocadora y disruptiva obra; León será señalado como un artista blasfemo por excelencia. Muchas de sus representaciones, collage y producciones van a exponer seriamente el lugar de la institución eclesiástica argentina durante la última dictadura militar. Especialmente tomará relevancia el concepto de infierno que Ferrari entiende como un modo de coerción utilizado sistemáticamente para el sometimiento de sus fieles. En una de sus obras “Santos enjaulados”, figuras populares de Santos y Vírgenes aparecen en situaciones incongruentes como sartenes, picadoras de carne y otros elementos que dotan de ironía, sarcasmo y humor negro escenas religiosas.
Ferrari y la política
No puede separarse la obra de Ferrari de los sucesos políticos argentinos, el principal será la dictadura del 76, en este dramático momento se exiliará con su familia a Brasil. Ariel Ferrari, hijo de León, desaparecería ese año en manos de la dictadura cívico militar que ensombreció la vida del país.
Su producción política no estuvo sólo vinculada a estos terribles hechos que serían suficiente argumento para cualquier serie de creaciones, sino que sus collages y objetos intervenidos van a incluir las temáticas y reivindicaciones de los colectivos LGTB y feministas como el derecho al aborto (muchos años antes de que fuera una causa masiva y popular) con los cuales establece un compromiso y un diálogo asiduo visibilizando las demandas de los sectores involucrados. Es necesario enfatizar su presencia y persistencia cada vez que fue convocado a manifestaciones, marchas por los derechos humanos. O su participación activa en comunicados y cartas contra todo lo que realmente atenta a la democracia que es la falta de derechos e igualdad.
León es el artista provocador que revaloriza el compromiso social y político. Su extensa producción, en múltiples formatos y técnicas, de gran calidad, todavía nos interpela y nos obliga a releerlo, revisitarlo, estudiarlo y por qué no a ser partícipes de sus protestas contra el sistema hegemónico del arte y la desigualdad del capitalismo.