Lilian Ferrer: “El teatro me encontró en clave poética para darle voz a María Remedios del Valle”
Por Ramiro Comes
Por decisión de la entrevistada, el artículo contiene lenguaje inclusivo.
Matria, un sueño con las rosas negras, es una obra (con libreto de la reconocida escritora afrofeminista Lilian Ferrer y con la dirección artística del coreógrafo y bailarín, referente impecable de la cultura afrobrasileña Valdir Silva) que pretende visibilizar la figura de María Remedios del Valle, como así también el aporte y la presencia de la cultura africana en Argentina. Junto a gran elenco de bailarines, actores, músicos, acróbatas, despliegan con el lenguaje artístico un recorrido por el candombe, danza de Guinea, tango, capoeira y poéticas aéreas. AGENCIA PACO URONDO habló con Ferrer sobre su trabajo en esta obra reparadora.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo fue tu niñez, en Venezuela?
Lilian Ferrer: Mi historia es la de una niña negra que se observa -en tanto espectadora- desde un afuera que la nombra sin nombrarla, que la narra en un único hito sin darle la palabra, que la dispone en los bordes de un cumbe que la ha parido y le pasa de largo como si no existiera. Mi historia es la historia de un enclave insurgente en la serranía coriana, en el noroeste de la República Bolivariana de Venezuela, donde en 1795 se sublevó el zambo José Leonardo Chirino con casi 300 hombres entre libertos, esclavizados y de los pueblos originarios de la zona (jirajaras, ganyones, ayoman y seguramente caquetíos) por la instauración de la “Ley de los franceses” para la liberación de esclavizadxs, la supresión de la servidumbre indígena y la eliminación de los tributos (estancos, demora, alcabalas y gabelas) y por la superación del conjunto de opresiones asociadas.
APU: ¿Cómo te encontrás en la militancia afrofeminista?
L.F.: El activismo me encuentra plena de conciencia y urgida por irrumpir las formas del silencio que nos han impuesto. Tomar por asalto la palabra y en primera persona, es mi forma de insurgencia. Lo hago desde la poesía y, a partir de la invitación que me hiciera el maestro Valdir Silva, para escribir los diálogos de la obra de teatro Matria: Un sueño con las rosas negras. Es como he incursionado en la escritura teatral desde este lugar que me permite soltar la palabra, que insurja como pueda, pero con conciencia y resignificando la historiografía oficial que aún sigue rendida a los designios occidentales que nos ha inferiorizado y negado siempre.
APU: ¿Cómo es tu relación con el teatro?
L.F.: En un proyecto como Matria, es imposible una ruptura de códigos estéticos y literarios. El teatro tiene esa peculiaridad magnífica de construcción de un metacódigo artístico donde todos los códigos, todos los signos de conciencia referidos al mundo y todas las estéticas -en este caso, las dispuestas fuera del canon- se encuentran. Así que es tan natural llegar al teatro desde la poesía, porque la palabra poesía también tiene ese poder asombroso de trasgredir fronteras artificiales, de cruzar los caminos y los límites, de permanecer firme en su esencia, si esta es libertaria y si es insumisa, cimarrona, palenquera, del quilombo y la dignidad. El teatro me encontró en clave poética para darle voz a María Remedios del Valle, que allí donde la historiografía le ha arrancado la palabra, ella habla claro y firme, ella se nombra, se narra, se libera y nos libera. Pero su voz no es solamente su voz o solamente la voz de la afroargentinidad. Su voz es anterior y es también de ahora, la de todes nosotres, porque la opresión ha sido la misma, la negación ha sido la misma. La trata, la misma; la deriva histórica, la misma; la inferiorización, la misma; la insurgencia, la misma, la nuestra. La particularización en cada territorio de la Mama Pacha no nos impide nombrarnos y colectivizar la lucha.
APU: ¿Cómo surgió la idea de la obra de teatro sobre María Remedios del Valle?
L.F.: En las largas conversaciones con el maestro Valdir Silva, productor ejecutivo y director de Matria, escuché de sus propios sueños que necesitaban ser puestos en negro sobre blanco y plasmados en el papel para su representación performativa en una gran obra teatral. Como un niño que segmentaba los tiempos, tal vez imaginando cada acto, Valdir me hablaba de cada sueño que, como los de Akira Kurosawa, daban cuenta de sus angustias y esperanzas. Yo puse la palabra. Le puso voz escrita. Le puse pasión. Le puse los actos y le puse el grito.
APU: ¿Cómo fue el comienzo y el recorrido con la obra hasta el estreno?
L.F.: Como dije, fueron largas las charlas en un tiempo aún pandémico. Valdir desde Bariloche y yo en Buenos Aires. A ello siguió una exhaustiva investigación histórica de fuentes que estuvieran disponibles para su consulta a través de internet. Es maravilloso lo que ocurre cuando consultás, por ejemplo, el Diario de a bordo, de Cristóbal Colón, y decides poner sus propias palabras en la voz de quien, en un giro histórico, reconoce su condición de genocida que abre las puertas de la devastación de todo cuánto existía en este continente hasta 1492. Lográs así que el conquistador confiese y se declare culpable. Lo mismo ocurrió con la consulta de fuentes sobre la mendicidad en 1827 en Buenos Aires, que es el momento en el que reaparece María Remedios del Valle como mujer mendicante y que suele romantizarse obviando la propia situación de calamidad de la que fue nombrada por justicia como la Madre de la Patria Argentina. A la investigación histórica siguió una escritura que corría a ratos y otros, se recogía y detenía sin aviso previo, como cuando escribí el acto que habíamos acordado titular “María Remedios y rosas: sobre el nombre” y que, al consultar el portal de The Slave Voyages Consortium sobre la “dispersión de los africanos esclavizados en el mundo Atlántico”, lloré como una niña al conocer de cada ser humano con historia a quiénes le quitaron hasta el propio nombre. Y me detuve en una niña nombrada Juar, comprada y revendida en los puertos de Gallinhas, Grand Sestos, Sierra Leona. Cuarenta y tres pulgadas medía la pequeña Juar, lo dice el registro del barco negrero. Seis años tenía, apenas seis años, la niña. Imaginé que ella, Juar, pudo haber sido la Madre de la Patria, nombrada en uno de sus momentos De Rosas en agradecimiento por los favores dispensados.
Esta visión de María Remedios en cada niña fue muy importante, más aún con la participación de mi propia hija Victoria Daniela, de 11 años, representando a María Remedios siendo niña. Fue un momento increíble cuando se hicieron las tomas y grabaciones en el edificio del Cabildo. Vicky le puso la ternura, el cuerpo de todas las Marías niñas, jugando y resignificando su propia historia.
No estuve en el estreno de Matria. Así son nuestros procesos de creación, ponemos el alma, ponemos la palabra, ponemos la sangre, pero autogestionamos nuestra creación y si no alcanza para un boleto, nos alcanza saber que vio la luz, se hizo luz.
APU: ¿Qué sentiste cuando la declararon de interés nacional?
L.F.: Antes de la declaración del Ministerio de Cultura de la Nación, cosa que ocurrió el año pasado, ya nos había llegado la noticia de esta misma distinción por parte de la provincia de Río Negro. Ambas distinciones nos llenaron y llenan de alegría infinita, nos han marcado el camino y nos comprometen a seguir la senda de la resignificación de nuestra palabra comprometida y negra. La designación de Nación nos ha abierto las puertas para optar a financiamientos que nos permitan que Matria pueda recorrer el territorio argentino, que la Argentina toda se sienta identificada y representada por un elenco de artistas y creadorxs maravillosos. En ello ponemos ahora nuestras energías.
APU: ¿Cómo es tu relación con la cultura y las organizaciones afroargentinas?
L.F.: Es una relación de hermanamiento y de reconocimiento mutuo. También de acompañamiento en la lucha. Es una relación de respeto y de alegría por cada logro que nos colectiviza.