Los dos Ciros: los Caínes del rock nacional (tercera parte)
“La cultura popular es el espacio, quizás el único ámbito que históricamente se ha preservado de la alienación que se manifiesta en esa tendencia que induce a nuestras elites hacia la importación a-crítica de ideas y de productos culturales”. (Francisco Pestanha)
Una vez el estudioso ensayista entrerriano Fermín Chávez, avispó a sus pares nacionalistas de que el denominado rock nacional se había constituido en una expresión genuina de la cultura popular, aconteciéndose un recorrido similar al de la polca.
Es que, si bien el rock nacional es una adaptación de un género que surgió nítidamente en Gran Bretaña, éste fue paulatinamente adoptado, adaptado, compartido y apropiado – y en tanto – constituyéndose parte de nuestra cultura.
Como diría en una conferencia “Pancho” Pestanha, el hecho de que el rock se haya difundido fundamentalmente en los sectores medios y medios bajos no resultó un obstáculo para considerarlo como parte de la cultura popular, teniendo en cuenta la importancia y la incidencia que estos sectores poseen en nuestra comunidad.
Nosotros habíamos observado, por otro lado, que el fenómeno del rock “barrial” o “chabón” fue una segunda expresión genuina de los sectores populares: la primera habíase desarrollado luego del golpe del 55, momento de repliegue a partir del violento golpe efectuado por la autodenominada “Revolución Libertadora”. Aquellas juventudes suburbanas encontrarían en el rock una expresión genuina de reaccionar y resistir ante los embates socioeconómicos. Por ejemplo, un joven Roberto Sánchez (luego Sandro) afirmaría en más de una oportunidad que el rock lo había salvado de la marginalidad y la delincuencia.
En los noventa, se haría evidente el largo retroceso de los sectores populares a partir del último golpe efectuado en 1976. Aquello había conseguido la total desarticulación de la comunidad, abatiendo las luchas sociales. Luego de la profunda desilusión que sobrellevaba el gobierno radical de Alfonsín, las juventudes de los suburbios encontrarían en el rock nuevamente un modo de expresarse ante la desolación y la injusticia social. En ese sentido, la trayectoria de los dos Ciros (Ciro Pertusi de Attaque 77 y Ciro Martínez de Los Piojos) resultan figuras paradigmáticas de aquella expresión genuina de los sectores populares que persiste resistiendo los embates de la cultura posmoderna. La intención de estas semblanzas en claves plutarquianas responde a la necesidad de evidenciar cómo estos artistas populares destacados logran interpretar y transmitir lo que fluía en los márgenes de la cultura. Como cantaba Pertusi en torno a la corrupción y los indultos a los militares:
… Y, aunque la vida nadie nos va a devolver/ Prevenir es curar y luchar es remedio/ que al fin y al cabo es más sincero que esta inútil canción/ Que es todo lo que tengo/ para ser adolescente siempre…/Que es como vencer (Canción inútil)
El quiebre de 2009
Casualidad o causalidad, en el 2009 ambos Ciros decidían decir adiós a sus conjuntos de los que habían sido los principales responsables de sus éxitos y trayectoria. Sin desmerecer al resto de los integrantes (y fundadores originales) tanto Andrés Ciro Martínez como Ciro Pertusi a partir del carisma y por constituirse en los principales compositores, se habían constituido en la columna vertebral de ambos conjuntos. Aunque aquellas despedidas significaron un baldazo de agua fría para los seguidores, se trataban de dilatadas rupturas anunciadas: en Los Piojos fue el alejamiento de Piti Fernández y el malestar de Tavo lo que determinó que Ciro optara por seguir su camino como solista. Consideraba demasiado llevar a cabo el liderazgo de manera obligada y, a su vez, sufrir la desconfianza del resto del conjunto.
En el 2009 ambos Ciros decidían decir adiós a sus conjuntos de los que habían sido los principales responsables de sus éxitos y trayectoria.
Por el lado de Pertusi, había amagado en varias oportunidades abandonar Attaque 77. La primera crisis fue plasmada en una canción publicada en su disco Amén! de 1995, llamada “Tres pájaros negros”. En la misma, contaba de manera metafórica que se había visto impulsado en alejarse, siguiendo los consejos de una mujer que luego lo abandona a su suerte cuando él necesitaba su ayuda. Finalmente, reconocía la ayuda de aquellos “tres pájaros negros” (Mariano, Luciano y Leonardo, el resto del conjunto en definitiva): “si no fuera por ellos, no estaría yo aquí… ¡hablándote!” Había sido una época oscura para Ciro transitada por su adicción al alcohol. Finalmente, pudo centrarse nuevamente estableciendo una nueva etapa en el conjunto con su próximo disco Un día perfecto (1997), Attaque 77 y su líder se encuentran sólidos y maduros. Su sonido estaba muy lejano al resabio ramonero de sus comienzos y a la pesada mochila llamada “Hacelo por mí”. Faltaba poco para lograr un nuevo encuentro con el éxito a partir de su álbum de covers llamado “Otras canciones” que inauguraría el regreso de Attaque a una mayor difusión. Luego llegarían “Beatle” y, sobretodo, “Arrancacorazones”. Con este último se denota la intención de Pertusi en comenzar a ceder su protagonismo al guitarrista Mariano Martínez quien interpretaría aquella balada rock reeditando la consagración conseguida a comienzo de los noventa.
Los Piojos también entrando en el nuevo siglo se encontraron en un momento de crisis a partir del alejamiento de Dani Buira, baterista fundador del conjunto quien (además de agregarle un estilo marcadamente rioplatense al sonido) compartía el liderazgo con Andrés Ciro Martínez. A pesar de eso, también al igual que Attaque 77, supieron establecer un sello particular consiguiendo numerosos éxitos como “Ruleta”, “Como Alí” y “Bicho de ciudad”, este ultimo de autoría de Piti que, al igual que Mariano de Attaque, se cree maduro para seguir el camino sin la hegemonía de Ciro. A partir de que Piti abandonara Los Piojos y fundase La Franela, el conjunto de Ciro (con una clara crisis interna) decide en abril de 2009 publicar una carta anunciando un “parate indefinido…” generando vacío inmenso sobre una cantidad innumerable de seguidores.
Pertusi, a diferencia del otro Ciro, decidió irse del conjunto, dejándole el sello al resto de los integrantes también en 2009.
"Sentí que todos querían avanzar y nadie se proponía por lo menos un parate, no una separación, pero un parate para charlar, para retomar con afecto y cariño, y reestructurar cosas. Pero todos estaban como muy cómodos así, y la verdad que dije: "¿No? entonces soy yo", había dicho Pertusi, al respecto, en una entrevista brindada al diario La Nación. Es que él además de cumplir sus 40 años, la situación se juntaba con el nacimiento de su hija y la muerte de su madre. Demasiados cambios. Como decía en esa canción de “Un día perfecto”:
“Nada es inalterable (real)/ Nada definitivo (sabés)/ Sólo el cambio es lo único que permanece en el tiempo/ Incondicional”.
Ambos Ciros consideraron cambiar de aire, fuese un parate o no. Había que barajar de nuevo. Pertusi regresaría con un nuevo conjunto llamado Jauría, aunque lejos de alcanzar la trascendencia que tenía junto a Attaque 77. Mientras que Andrés decidía continuar su obra ahora en calidad de solista de una manera exitosa, junto a Los Persas. Ambos cierres en 2009 se deben leer también en clave a los cambios y embates que sufre el rock barrial: de su crecimiento y proliferación de grupos barriales hasta su quiebre abrupto producido por el efecto Cromañon que motivaría el cierre de innumerables espacios para que puedan tocar las bandas emergentes. A la vez que el boom de las redes sociales alteraba los vínculos sociales y a la vida cotidiana, repercutiendo también en el modo de interactuar con el público. En ese sentido, ambos Ciros retratarían en sus canciones una mirada negativa sobre esta nueva era.
“Niños de pantalla, bienvenidos al mercado”
Una vez, yendo a una reunión de padres en la escuela donde estudiaba su hija, Ciro se encontró con la disertación de una socióloga que hablaba de la realidad de los adolescentes en los tiempos posmodernos. La claridad conceptual de aquella profesional lo impactó de tal manera que, en plena madrugada, se despertó a darle forma a una letra paradigmática de los nuevos tiempos dedicada a sus hijos (quienes actúan además en el video de dicha canción). Se llama “Vas a bailar” y pertenece al primer álbum de Ciro y Los Persas (2010).
La letra aborda lo imprevisible, la ausencia de futuro para las nuevas generaciones. De los “espejitos de colores” que vende el sistema. Las nuevas tecnologías alejan a las personas, le quitan humanidad: “No sos un mueble en un rincón/O solo un número en un legajo”. En estos tiempos el trabajo no dignifica, la vida y los vínculos son efímeros.
El cierre de la canción eriza la piel ante la fatalidad actual de presenciar cómo los niños terminan subsumidos a la virtualidad, siendo educados por las nuevas tecnologías “Tanta soledad todos conectados/ Niños de pantalla, bienvenidos al mercado”. Fatalidad que había vaticinado Perón en los 70, preanunciando el cambio de paradigma:
“Las mal llamadas “Sociedades de Consumo”, son, en realidad sistemas sociales de despilfarro masivo, basados en el gasto, por el que el gusto produce lucro. Se despilfarra mediante la producción de bienes necesario o superfluos y, entre estos, a los deberían ser de consumo duradero, con toda intención se les asigna cierta vida porque la renovación produce utilidades. Se gastan millones en inversiones para cambiar el aspecto de los artículos, pero no para reemplazar los bienes dañinos para la salud humana, y hasta se apela a nuevos procedimientos tóxicos para satisfacer la vanidad humana”.
En el mismo sentido, Pertusi emprendía en sus canciones junto a Jauría una queja hacia el sistema. En su canción “Niños de cristal”, se refiere al uso de las redes donde en vez de acercar a las personas se manifiesta un ataque indiscriminado, generando situaciones extremas en algunos casos. Quizás las consecuencias que advertía dicha canción se pueden ver reflejadas en la exitosa serie de Netflix llamada Adolescencia.
El rock, como expresión de la cultura popular, puede brindar elementos disruptivos con vistas a recuperar los viejos valores extraviados ante el consenso tecnológico.
En 2019, Ciro Pertusi propuso con el título “Hoy, Aquí y Ahora (Conectados Sin Celulares)”. El mismo fue un verdadero desafío al abstenerse por propia voluntad al uso de celulares durante el concierto, siendo un entrañable show. Tuve la feliz experiencia de asistir a uno de esos espectáculos realizado en la Usina del Arte y fue hermoso volver a ver al público disfrutar del momento, sin el celular interponiéndose. Al año siguiente, la pandemia aceleró el proceso de distanciamiento social. En el caso de líder de Jauría, la situación se mezclaba con la enfermedad que le ponía en riesgo las cuerdas vocales e incluso su propia vida. Pensando en su hija Cata, compuso una hermosa canción llamada “Vamos juntos”.
“Vamos a esperar, /No sientas temor/ Que cuando llegue el momento/ Voy a contar hasta tres/ Y saldremos a enfrentar el mundo. / Con su crueldad y este desamor/ tan establecidos/Voy a luchar hasta el fin/ Soy un lobo a tu lado/ Corre, corre, corre, pero/ No te separes de mí, vamos juntos, vamos juntos”
La letra refleja no sólo el contexto de incertidumbre que planteaba la pandemia sino también la enfermedad de Ciro, transcribiendo lo que le dijo su hija: “Voy a quererte hasta el fin, hasta el día en que seas calavera”. Afortunadamente, Pertusi pudo superar dicha adversidad aunque no pudiendo recuperar aquella voz característica.
En la actualidad, la realidad política y social podría volver a darle protagonismo al rock como vocero de la injusticia que sufre el pueblo. Pero, ¿aquel “pueblo” que incluye a nuevas generaciones que crecieron lejos de la esquina y cerca de las pantallas podrían sentirse interpelados a las letras callejeras que supieron ilustrar ambos Ciros? En ese sentido, la situación de ambos artistas, ya maduros, lejos de esa irreverencia juvenil que tuvieron junto a Los Piojos y a Attaque 77 podrían ser recuperados como una suerte de “anti” Viejo Viscacha. Esto es: ser un tutor de las nuevas generaciones pero aconsejando en cómo rebelarse ante el sistema. El mundo actual descree del pasado y no tiene visión proyectada a futuro, siendo la vida una instantánea. El rock, como expresión de la cultura popular, puede brindar elementos disruptivos con vistas a recuperar los viejos valores extraviados ante el consenso tecnológico. Volver a pensar en comunidad. Si el 2000 nos encontró dominados, puede que este letargo que sufre la cultura popular pueda emerger nuevamente para volver a transformar la realidad colectiva.